EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

El guerrero pacífico





Hace tiempo vi esta adaptación del best seller “El camino del guerrero pacífico”, obra autobiográfica de Dan Millman. Me atrajo especialmente el fondo que transmite, más que la historia de superación personal que muestra. El autor de la novela ganó el campeonato mundial de saltos de trampolín de Londres cuando tenía 18 años y estudiaba en la Universidad de California. Un accidente de moto fracturó los huesos de su pierna derecha en 40 partes, acabando así su carrera como deportista de elite. Su entrenador asignó su puesto a otro deportista. Dan Millman luchó por su rehabilitación cuando todos le desaconsejaban que lo intentara y consiguió recuperar su forma en un año. Aquel accidente le ayudó a entender el valor de la cotidianeidad. Desde ese momento su experiencia le ha servido para escribir libros y dar clases de autoayuda. Si descartamos algunas ideas del “hombre hecho a sí mismo” que destila la película, podemos encontrar valores interesantes que nos sirven en nuestra experiencia cristiana teniendo en cuenta que el autor no los ve como valores cristianos, sino simplemente humanos, pero que nosotros sabemos que vienen del Espíritu.

VALORES QUE ENCONTRAMOS EN LA PELÍCULA

SABIDURIA: el don (la sabiduría se recibe del Espíritu Santo a través de la fe y de otras personas que la tienen, pero no se “consigue”) de saber vivir cada momento en su pleno sentido.
El empleado de la gasolinera, el viejo Sócrates, será el encargado de transmitírsela al joven protagonista, Dan (“el conocimiento no es lo mismo que la sabiduría”). El conocimiento sí puede ser adquirido por uno mismo, pero no así la sabiduría. Lo más fácil es ver en Sócrates y Dan la relación maestro-discípulo, pero podemos ver en la figura de Sócrates mucho más: el buen amigo que te da buenos consejos, los padres que te educan, tu ángel de la guarda, que te inspira las cosas de lo alto, etc.

VIVIR LA REALIDAD, NO “NUESTRA REALIDAD”: ésta es la gran batalla de Sócrates con Dan. Le enseñará que él no vive la realidad sino el sueño que él se ha creado a través de su proyecto/ídolo (ser un campeón olímpico) y, por tanto, literalmente no ve la realidad que le rodea cada día. Sócrates le dirá: “PUEDE QUE TODAVIA ESTÉS DORMIDO. SE PUEDE VIVIR TODA UNA VIDA SIN DESPERTARSE”. Dan sólo experimenta si lo que vive se adapta a su sueño o no. Y todo lo interpreta así. Además se vive en el futuro y a veces en el pasado, pero no en el presente. Por eso Sócrates le dirá en varios momentos de la película:
- "Tú, ¿en qué mundo vives?”
- "Cuando logres vivir el presente te sorprenderá”
- "Sólo tienes el presente”
- "Cada momento es único”



Su consejo va más allá y le habla de su mente, que se ha apoderado de todo su espíritu. El mensaje aquí es: una mente llena de “ruido”, es decir, ocupada totalmente con nuestros planes, que muchas veces acaban convirtiéndose en obsesiones, domina a la persona y le impide al ser, al espíritu, trabar contacto con la realidad. Es el VIVIR EN UN SUEÑO. Sócrates le dice: “dejas que las emociones te controlen”

Al vivir en “su” mundo, Dan ha creado una realidad artificial (estar convencido de que es el número 1 aunque aún no lo es) que nada tiene que ver con la verdadera realidad (simplemente entrena para serlo, pero no lo es). Sócrates le dice: “LAS PERSONAS NO SON LO QUE SON SINO LO QUE PIENSAN QUE SON”.

Por tanto, Dan sufrirá enormemente con cada contrariedad que le surja (especialmente con el accidente) puesto que “su realidad” se vendrà abajo con la “cruda realidad”. Pero él no lo ve así, no ve que vive una realidad imaginaria, sino sólo personas o acontecimientos que se cruzan en su camino: enemigos. Por tanto, hará pasar a personas y acontecimientos por el aro de su voluntad (con las personas aún podria conseguirlo, si se dejan; con la realidad de los acontecimientos es imposible: es una quimera). De ahí viene el terrible temor de Dan al fracaso, a que su sueño no se cumpla. Sócrates le preguntará: “¿qué es el fracaso?” (dándole a entender que el fracaso no existe como tal, sino que es un sentimiento que experimentamos cuando no se cumplen unas expectativas que nos hemos creado, muchas veces con objetivos que nos hemos puesto tan ambiciosos que son inalcanzables)

El SENTIDO DE LAS COSAS
Una de las lecciones de Sócrates será hacerle ver a Dan que esos contratiempos, la realidad “real” (valga la redundancia”), son oportunidades y caminos que se abren para nuestro bien, aunque pasen por el sufrimiento (casi siempre pasan en el sufrimiento). Dan le dirá: “el accidente es tu entrenamiento”.
En nuestra lectura cristiana, son acontecimientos que Dios permite para que nos encontremos con Él y para que descubramos que somos menos de lo que creemos ser. Y que no lo podemos controlar todo en nuestra vida (no somos “dios” de nuestra vida: “puedo conseguir en la vida lo que me proponga”). De ahí la importancia del momento presente, incluso de las pequeñas cosas que nos pasan cada día. Sócrates le dirá que es en ellas donde tiene que poner su atención, para sacar todo el partido a la vida: la vida es el ahora, un continuo presente donde descubrimos la eternidad (Dios nos habla en cada momento, incluso en los pequeños detalles)

EL SILENCIAMIENTO INTERIOR
Derivado de lo que hemos dicho en el capítulo “Vivir la realidad”, Sócrates tratará de enseñar a Dan la importancia de “vaciar” su mente de pensamientos estériles y concentrar su atención en lo que le rodea en cada momento: vivir al 100 % la realidad. Le llegará a decir: “saca la basura de tu cabeza” o “piensas más de lo que sabes” porque Dan se contenta con tener muchas ideas pero no “aprende”. Sócrates le dirá: “toda la basura de tu mente (las obsesiones y proyectos) te distrae del aquí, del ahora. Cuando te deshagas de ella podrás comprobar lo bien que haces las cosas"

BUSCAR
Dentro de esa actitud de silenciamiento estará la propuesta que Sócrates le hace a Dan para descubrir su interior (nosotros podemos interpretar que podemos encontrar a Dios en nuestro interior y que es en ese silencio donde nos habla). Sócrates le dirá: “El mundo no quiere que busques respuestas, sino que tomes las que te dan. Es necesario que empieces a buscar información en tu interior”; “TODO EN LA VIDA TIENE UN PROPÓSITO. DEPENDE DE TI DESCUBRIRLO”. Y también le advierte: “a la gente le da miedo su interior”.

LOS DONES. LAS POTENCIALIDADES
En la línea de lo expuesto, Dan descubre que no debe abandonar la gimnasia (a pesar de que todo le dice lo contrario). Ahora luchará por continuar, pero ya no lo hará para volver a ser un número 1, sino para desarrollar el don natural que tiene para esa disciplina deportiva (y no hacerlo seria despreciar un don) Y como él está dotado para ello, se obra el milagro. Por el desarrollo de ése don, pero no por ser un superhombre. El coraje, la esperanza, la tenacidad y la fuerza para luchar frente a la adversidad son
también dones y, por tanto, recibidos (de Dios). Su desarrollo es lo que hace que llegue el éxito. Hasta ese momento la vida de Dan era realmente la de aquel que se había “apropiado” de los dones recibidos, pensando que existían fruto de su esfuerzo.

EL SERVICIO. SALIR DE SÍ MISMO
En este recorrido (de conversión) Sócrates plantea a Dan la última etapa, la más elevada: el servicio al otro. Sócrates lo vive ya así (habla de que su función en la gasolinera es “servir”, mostrando que se puede estar al servicio del otro en la tarea más sencilla, sin pretender grandes heroicidades). Le habla de que la verdadera batalla en la que hay que luchar es ésa: “un guerrero encuentra el amor en lo que hace”; “las verdaderas batallas se libran en el interior”. Dan acepta el reto: “estoy preparado para llevar mi vida a un plano superior y servir a los demàs”.

Dan aprende que la meta es el camino mismo, no el final de él. Es decir: el movimiento constante fuera de uno mismo, proyectándose al otro. Cuando suben a la montaña a ver ése secreto maravilloso que les espera en la cumbre, descubre Dan que era simplemente una piedra. Sócrates le dirá que lo que valió la pena realmente era la ilusión que tenia en la ascensión de la montaña: “el viaje aporta la felicidad, no el destino”. De esa manera le transmite que el hombre no puede experimentar en vida que ya ha llegado a la meta, porque la felicidad no es una meta, sino una experiencia ( en el caso del cristiano, fruto de sentirse amado por Dios y, por tanto, buscándola en el amor al otro)

LECTURA RECOMENDADA
Teniendo en cuenta que Dan Millman explica su experiencia desde un punto de vista estrictamente personal y como lectura de autoayuda, recomiendo otro libro donde se explica de manera brillante todo lo expuesto y desde la experiencia cristiana (Juan Pablo II lo recomendaba personalmente a las personas en sufrimiento): “DEL SUFRIMIENTO A LA PAZ IGNACIO LARRAÑAGA (1985) Editorial San Pablo




1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias por tomarte el tiempo de escribirlo. Me ayudó mucho a entenderlo mejor desde de mi fe.