EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

Ostrov: el salmo 50


En el año 1942 Anatoli, fogonero de un remolcador ruso, es apresado por una patrulla nazi y obligado a revelarles dónde está el capitán, un militar llamado Tikhon Petrovich. Después de ser golpeado, lo delata. Cuando los dos van a ser ejecutados, Anatoli pide clemencia y el oficial nazi le libra de la muerte a cambio de que mate a su compañero. Con la pistola en la mano, presa de la desesperación, Anatoli le dispara y Tikhon cae abatido en las aguas de la bahía. La patrulla nazi deja a Anatoli, pero activa una bomba que explota. Días después, Anatoli es rescatado con vida por tres monjes ortodoxos que lo acogen en su comunidad. 34 años después, Anatoli vive marcado por su pecado, pero su expiación servirá para salvarle.

Es una joya. Me parece una obra maestra del cine ruso contemporáneo. De lo mejor que he visto últimamente. Ostrov (La isla) es una película del director Pavel Lunguin, de 2006. Es la imagen viva del Salmo 50, Miserere

Anatoli
En 1976, el tiempo en el que se desarrolla la acción, Anatoli es un monje de la comunidad que lo rescató, pero vive completamente atormentado por su pecado. Vive una vida completamente ascética, en pobreza absoluta, y en oración continua, rezando la letanía del peregrino ruso. Anatoli vive a su aire con su comunidad, con excentricidades que aparentemente pueden parecer una falta de comunión con sus hermanos fruto de su pecado, pero que realmente responde a un proceso personal y profundo de conversión.
Anatoli se pasa los días recogiendo carbón de los embarcaderos y trasladándolos en una carretilla. Ésa es su vida. Como si los trozos de carbón fueran sus pecados. Acarreándolos con todo su peso (con la carretilla) y llevándolos al fogón (el infierno), su sitio natural. Pero jamás conseguirá quitárselos. Es una misión imposible. Siempre hay carbón que acarrear. A su vez, los embarcaderos astillados con fragmentos de madera es la imagen de su alma descompuesta por el pecado y el sentimiento de culpa. No en vano, la película se desarrolla en el invierno, mostrando la nieve también como reflejo de la muerte óntica que él vive.

A pesar de lo que pueda parecer, Anatoli no es un hombre que haya sucumbido al pecado. Es un hombre de fe, que reza continuamente y pide la clemencia de Dios, porque él confía en ella. El se siente profundamente pecador, pero no ha sucumbido a la constante tentación del demonio que le dice que su pecado mortal jamás será perdonado.

La isla
Para hacer frente a esos ataques del demonio, Anatoli necesitará constantemente acudir sólo en barca a una isla próxima que está desolada, donde allí él se encuentra profundamente con Dios (podemos ver en ella el equivalente a la montaña, la morada interior, donde él reza profundamente y vive ratos de desnudez espiritual. Ese camino sólo lo puede hacer él sólo. Por tanto, la isla no será exclusivamente un símbolo de su aislamiento, sino de su interioridad. En este sentido, la barca es la imagen de su propia personalidad, navegando constantemente sobre las aguas de la bahía hacia la isla símbolo de su alma. Es curioso anotar que la primera imagen de la película es la de Anatoli navegando con su barca, que hace aguas, como su vida precaria (cada vez más atacada por el demonio)

La comunidad
Un aspecto central de la película es la relación de Anatoli con su comunidad de hermanos de fe. Ellos se preocupan por su aislamiento, su alejamiento y su progresiva contaminación con las personas del mundo que les rodea. Sus excentricidades no hacen mas que contribuir a esa visión que ellos tienen de él. El símbolo de ese sentimiento es el padre Iov, que más que preocuparse por el sufrimiento de Anatoli, en su interior realmente envidia su camino de ascesis. Pero externamente le acusa de su falta de comunión y de orgullo. La visión de Iov influye en el padre de la comunidad, Filaret, que decide implicarse personalmente en el rescate de Anatoli.

En ese contexto, Anatoli envía signos a sus hermanos para recordarles que son imperfectos y tienen pecados, para que no se equivoquen en un falso pietismo hipócrita con componentes farisaicos. Para ello untará el mango de la cerradura de su casa con betún para que se manchen las manos al abrir o recibirá a Filaret lanzándole un leño quemado tiznado.

Incluso será capaz de quemarle sus zapatos en la chimenea y lanzarle su colchón al mar para demostrarle que vive apegado a sus pocas pertenencias (y consigue su objetivo: Filaret se acaba dando cuenta de sus apegos)

Anatoli, el santo
Anatoli, sin saberlo, es un santo. Es decir, Dios actúa a través de él, aunque él no es consciente porque su remordimiento le nubla parcialmente la visión de si mismo. Hay varios detalles que lo demuestran. Por un lado, a él acuden las gentes del lugar en busca de su poder de sanación, ya que se ha extendido su fama de santidad (él lo que hace es invocar con oraciones la acción de Dios e impone sus manos. No se apropia del don, sino que es un mero intermediario) Por otro lado, acepta que Filaret le acuse injustamente de haber incendiado su cabaña. No se resiste ante la injusticia, sólo entiende que es un sufrimiento derivado de seguir a Jesucristo. También sabe diferenciar entre la repercusión de un pecado grave y la del resto de los pecados, con los que el hombre se tiene que acostumbrar a convivir.

También muestra su santidad su vida ascética y de oración profunda. Su vida muestra que Dios le está escuchando y le está dando dones, aunque él sólo ve su mundo interior marcado por una hoguera (“los pecados me abrasan. Han incendiado mi alma”) De tal manera es visible su santidad, que acabaran reconociendo sus propios hermanos de comunidad. Por ello la historia es también una bella descripción del falso pietismo en el que caen los hombres (también los religisos) que buscan su perfeccion espiritual. Anatoli y Filaret pueden representar, sólo en cierta manera, la imagen del publicano y el fariseo, respectivamente.

El perdón
Dios le escucha. De tal manera lo hace que incluso envía a Tikhon a visitarle para que cure a su hija de una supuesta demencia, sin que ambos sepan sus respectivas identidades. Curando a Nastya, sin saberlo, Anatoli está reparando el daño hecho a Tikhon. Éste acaba reconociéndole y perdonándole. Ahora, Anatoli, ya es un hombre en paz. La película muestra el cambio en su alma. De ser el hombre sucio y vestido con ropas mugrientas, aparece ya con un camisón (símbolo de la túnica blanca de su revestimiento como bautizado) y dispuesto a entrar en su caja (ataúd), porque ya está en paz. Cuando el cristiano ya está en paz con su vida, ya sólo ansia volver con su Padre. Dios atiende la petición de Anatoli y se lo lleva.

La imagen final es una muestra bellísima de su paso al cielo: sus hermanos lo llevan en su barca (en una recreación cristiana del mito de Caronte) hacia su isla, donde lo enterraran, pero antes de verlo, el director nos regala un fundido en blanco para hacer visible su ascensión a los cielos. Para hacernos ver que su cuerpo quedará en La isla, pero Anatoli ingresará para siempre en la estancia que le ha preparado su Padre.




A propósito del Salmo 50, es muy interesante la charla del padre Ignacio Larrañaga:

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