EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

Luz sobre el proceso a Galileo



“Es necesario que nos demos cuenta del cúmulo de opiniones arbitrarias, deformaciones substanciales y auténticas mentiras que gravitan sobre todo lo que históricamente concierne a la Iglesia. Por otra parte, resulta alarmante que una encuesta reciente del Consejo de Europa realizada entre los estudiantes de ciencias de todos los países de la Comunidad, casi el 30% de ellos tiene el convencimiento de que Galileo Galilei fue quemado vivo en la hoguera por la Iglesia. Casi todos (97%), de cualquier forma, están convencidos de que fue sometido a torturas. Los que tienen algo más que decir sobre el científico pisano recuerdan como frase absolutamente histórica, un “sin embargo se mueve”, fieramente arrojada, después de la lectura de la sentencia, contra los inquisidores convencidos de poder detener el movimiento de la Tierra contra los anatemas teológicos.

El 22 de junio de 1633, en Roma, en el convento dominicano de Santa María sopra Minerva, después de oír la sentencia, Galileo dio las gracias a los diez cardenales, tres de los cuales habían votado a favor de su absolución, por una pena tan moderada. En los cuatro días de discusión, sólo presentó un argumento a favor de su teoría de que la Tierra giraba en torno al Sol. Y era erróneo. Decía que las mareas eran provocadas por la “sacudida” de las aguas, a causa del movimiento de la Tierra. Una tesis risible, a la que los jueces-colegas oponían otra, que Galileo juzgaba “de imbéciles”: y que sin embargo, era la correcta. Esto es, el flujo y reflujo del agua del mar se debe a la atracción de la Luna.

Aparte de esta explicación errónea, Galileo no supo aportar otros argumentos experimentales, comprobables, a favor de la centralidad del Sol y del movimiento de la Tierra. Y no hay que maravillarse: el Santo Oficio no se oponía en absoluto a la evidencia científica en nombre de un oscurantismo teológico. La primera prueba experimental, indiscutible, de la rotación terrestre data de 1748, más de un siglo después. En aquel año 1633 del proceso a Galileo, el sistema ptolemaico (el Sol y los planetas giran en torno a la Tierra) y el sistema copernicano (la Tierra y los planetas giran en torno al Sol) eran dos hipótesis del mismo peso, en las que había que apostar sin tener pruebas decisivas. Y muchos religiosos católicos estaban a favor del “innovador” Copérnico, condenado, en cambio, por Lutero.

¿Torturas? ¿Cárceles de la Inquisición? ¿Hoguera? Galileo no pasó ni un sólo día en la cárcel, ni sufrió ningún tipo de violencia física. Es más, llamado a Roma para el proceso, se alojó (a cargo de la Santa Sede) en un vivienda de cinco habitaciones con vistas a los jardines del Vaticano y con servidor personal. Después de la sentencia, fue alojado en la maravillosa Villa Medici en el Pincio. Desde aquí, el “condenado” se trasladó, en condición de huésped, al palacio del arzobispo de Siena, uno de los muchos eclesiásticos insignes que le querían, que lo habían ayudado y animado, y a los que había dedicado sus obras. Finalmente llegó a su elegante villa en Arcetri, cuyo significativo nombre era “Il gioiello” (“La joya”).

No perdió la estima o la amistad de obispos y científicos, muchas veces religiosos. No se le impidió nunca proseguir con su trabajo y de ello se aprovechó, continuando sus estudios y publicando un libro. Pronto le levantaron la prohibición de alejarse a su antojo de la villa. Sólo le quedó una obligación: la de rezar una vez por semana los siete salmos penitenciales. En realidad, también esta “pena” se había acabado a los tres años, pero él la continuó libremente, como creyente que era. Murió a los setenta y ocho años, en su cama, con la indulgencia plenaria y la bendición del Papa. Era el 8 de enero de 1642, nueve años después de la “condena” y después de 78 años de vida. Una de sus hijas, monja, recogió su última palabra. Ésta fue: “¡Jesús!” Vittorio Messori. Leyendas negras de la Iglesia. 1992. Ed. Planeta Testimonio

Vittorio Messori nació en Sassuolo di Modena (Italia) en 1941. Se licenció en Ciencias Políticas. Periodista de profesión, ha trabajado dentro del grupo del periódico italiano La Stampa. Después de Hipótesis sobre Jesús (más de un millón de ejemplares vendidos en Italia y superadas las veinte ediciones en todo el mundo) ha publicado varios libros de amplia difusión internacional: Apuesta sobre la muerte, Entrevista al cardenal Ratzinger, Hipótesis sobre Maria y fue el periodista que entrevistó a Juan Pablo II en el libro: Cruzando el umbral de la esperanza.

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