EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

La Palabra se hizo carne...para habitar en nosotros


     "En aquel lecho nupcial, es decir, en el seno de la Virgen, la naturaleza divina unió a sí la naturaleza humana; en él se hizo carne por nosotros la Palabra para habitar en medio de nosotros naciendo de una madre y para prepararnos nuestra morada, precediéndonos en el camino hacia el Pare. Celebremos, pues, con gozo y solemnidad este día y llenos de fe deseemos el día eterno, que, siendo eterno, nació en el tiempo para nosotros" SAN AGUSTIN. Sermón 195, 3



 “Queridos hijos, también hoy os traigo entre mis brazos a mi Hijo Jesús para que Él os dé su Paz. Orad hijitos y testimoniad para que en cada corazón prevalezca, no la paz humana sino la paz divina que nadie puede destruir. Esa es la paz del corazón que Dios da a aquellos que ama. Todos vosotros por medio del bautismo sois llamados y amados de manera especial, por eso testimoniad y orad para que seáis mis manos extendidas en este mundo que anhela a Dios y la paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” Mensaje mensual de la Virgen en Medjugorje el 25 de Diciembre de 2011

“Queridos hijos, hoy de manera especial, deseo conduciros y estregaros a mi Hijo. Hijitos, abrid vuestros corazones y permitid a Jesús que nazca en vosotros, porque solamente así, hijitos, vosotros mismos podréis experimentar su nuevo nacimiento y, con Jesús en vuestros corazones, emprender el camino de la salvación. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” Mensaje anual de la Virgen a Jakov Colo en Medjugorje, el 25 de Diciembre de 2011


 "Puesto que la Palabra de Dios que permanece por siempre se hizo carne para habitar en medio de nosotros, dada la forma de Dios, oculta, pero estable, le ponemos por nombre Emmanuel, como lo anunció Gabriel. Permaneciendo en su ser, Dios se hizo hombre, para que justamente se llame al hijo del hombre Dios con nosotros; no es Dios uno y hombre otro. Regocíjese, pues, el mundo en las personas de los creyentes, por cuya salvación vino el salvador del mundo. El creador de María nació de María; es hijo de David el señor de David; del linaje de Abrahán quien existe antes que Abrahán. El creador de la tierra fue hecho en la tierra; el creador del cielo fue creado bajo el cielo. Él es el día que hizo el Señor, y el Señor mismo es el día de nuestro corazón. Caminemos en su luz, exultemos y gocémonos en Él" SAN AGUSTIN. Sermón 187, 4

   

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Lo más grande en lo más pequeño



  Dios es así. Lo más grande en lo más pequeño. El Creador del Cielo y de la Tierra cabe dentro del pesebre de un establo. Él lo ha querido así. Él ha querido mostrarse así a nosotros, para que lo acojamos. Esta es su pedagogía con nosotros. Si quepo en un pesebre de una pequeña aldea de Judea, también quepo dentro de tí. 

Él ha escogido la pequeñez y la pobreza para manifestarse. Ahí está Él. Sólo ahí cabe Él. En lo más pequeño. No precisamente en los grandes palacios o en las grandes pretensiones humanas. Sino en los actos cotidianos más sencillos, más desapercibidos. Alguien te ha doblado la ropa con esmero. Ahí estaba Él. Alguien, quizá un desconocido, te sonrió, y te devolvió la alegría. Ahí estaba Él. Te sientes despreciado por otro, no te sientes considerado por nadie. Ahí está Él, dentro de tí, para decirte: estoy dentro de tí, quepo dentro de tí, como este niño dentro del pesebre. Estoy dentro de tí para que sepas que a Mi sí me importas. Yo te quiero y con mi amor fiel y eterno tienes bastante. Un día nos veremos cara a cara en el cielo y te recogeré con mis brazos para que descanses para siempre en mi regazo. 

Así es Dios. Siempre en lo pequeño. Siempre en lo escondido, en lo desapercibido. Siempre en lo poco. Siempre en el silencio. Él es la humildad. Él es el Amor.

Esta es la gran noticia de la Navidad. Dios con nosotros. Dios ha bajado a la humanidad para quedarse con nosotros, quedarse en nosotros


Dios no se ha olvidado de nosotros. Él se ha hecho uno más como nosotros para saber lo que sentiste cuando pasaste estrecheces, cuando estuviste enfermo, te quedaste sin trabajo o te sentiste solo. Esta es la gran noticia de la Navidad. Ya no estás solo. El ha venido en Navidad para quedarse con nosotros. A estar contigo el resto de tu vida. A llevarte al cielo con Él. 


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Un solo segundo de abandono...y Dios aparece


       

                "Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis" (Mc 11, 24b)


     Dios solamente necesita un segundo de plena confianza en Él para entrar de lleno en nuestra vida. Dios aparece claramente en nuestra vida cuando nos abandonamos totalmente a Su providencia. Totalmente significa sin la más mínima duda de que Él nos dará lo que necesitamos. Dios interviene clara y directamente en la historia de Sus hijos cuando éstos han eliminado todas sus dudas sobre Su poder y Su fidelidad con nosotros. Tan solo hace falta un segundo de vivencia de abandono en Él. En ese preciso instante, Dios irrumpe con fuerza en nuestra vida y llega aquello que esperamos. Él solo necesita de un solo segundo. Es poco, ciertamente, pero para Él significa mucho: durante un solo segundo Él puede reinar totalmente en nuestra vida. Con nuestra fe y abandono le hemos abierto totalmente las puertas de nuestra existencia para que Él nos colme con su voluntad. Y Él lo hace, porque es lo que quiere hacer: colmarnos, satisfacernos, realizarnos totalmente en Él y crear en nuestro corazón una nueva Alianza de su Amor y su Providencia. Pero Él necesita de nuestro permiso total. Si Él ve que tenemos una mínima duda, no entra en nuestra historia, porque para Él es mucho más importante nuestro consentimiento y nuestra libertad. Y es que Dios entiende que la más minima duda nuestra es un rescoldo de nuestra voluntad de hacer nuestra vida, de que aún tenemos que resolvernos nuestros problemas porque, en el fondo, creemos que Dios no nos escucha.

  Por tanto, si le pedimos y no vemos respuesta es que seguimos teniendo un problema: pedimos sin fe. Ya lo advertía Jesús: necesitamos rezar con absoluta convicción de que lo que pedimos Él ya nos lo ha dado:

              "Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no solo haréis lo de la higuera, sino que si aún decís a este monte: Quítate y arrójate al mar, así se hará. Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis"  Mt 21, 21-22

                 También nos habla de ello la Epístola de Santiago. En este caso, porque nuestra petición es totalmente interesada:

           "No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal, con intención de gastarlo en vuestras pasiones" St  4, 2b-3

El padre Jacques Philippe lo explica mucho mejor que yo:

"Sólo experimentaremos el apoyo de Dios si le dejamos el espacio necesario para que pueda manifestarse. Me gustaría hacer una comparación: mientras el paracaidista no salte al vacío, no podrá comprobar que le sostienen las cuerdas, pues el paracaídas aún no ha tenido la posibilidad de abrirse. Es preciso saltar primero, y sólo entonces se sentirá sostenido. En la vida espiritual ocurre lo mismo: Dios nos da en la medida en que esperamos de Él, dice San Juan de la Cruz. Y San Francisco de Sales: la medida de la Providencia Divina es la confianza que tenemos en ella. Ahí radica el auténtico problema: muchos no creen en la Providencia porque nunca la han experimentado, pero no la han experimentado porque nunca han dado el salto en el vacío, el salto de la fe, y no le dejan la posibilidad de intervenir: lo calculan todo, lo prevén todo, tratan de resolverlo todo por sus propios medios en lugar de contra con Dios. " JACQUES PHILIPPE. La paz interior. Ediciones Rialp (2010)   Colección Patmos


La puerta estrecha


    Hay veces en nuestra vida que determinados acontecimientos traumáticos aparecen bruscamente y los sentimos como un muro que se nos planta ante nuestras narices. A un milímetro de nuestro rostro. En un segundo, la vida se pone ante nosotros como un auténtico jaque a nuestro equilibrio emocional. Todo da vueltas a nuestro alrededor y sentimos un vértigo existencial, como si de repente hubieramos perdido nuestro lugar en el mundo. Todo queda fuera de nosotros. No puede ser. No puede ser que esta realidad que vivo ahora esté sucediendo. ¿Estoy soñando? No, es la cruda realidad. Es la dura, durísima realidad que me acompañará a partir de ahora y con la que me encontraré cada mañana cuando me despierte. A alguien de nuestra familia, o a nosotros mismos, le detectan un cáncer maligno que urgentemente hay que extirpar; alguien muy querido por nosotros ha padecido un accidente y se debate entre la vida y la muerte en la UCI de un hospital; la persona que te quiere te ha abandonado sin decirte ni una palabra...

        Recientemente he vivido una situación como éstas, aunque el caso es diferente a los ejemplos que he citado. Cuando le expliqué mi experiencia a un sacerdote amigo mío, me dió la Palabra que yo necesitaba:  

   "Todas estas situaciones dramáticas que aparecen en nuestra vida van siempre acompañadas por una puerta pequeña y estrecha, en un lateral, que Dios ha puesto para que podamos entrar por ella. Es la puerta de la humildad" Es la salida pequeñita que nos obliga a agacharnos, a hacernos humildes y pequeños ante los acontecimientos, a reconocer que no controlamos nuestra vida, que todo está en manos de Dios y nosotros sólo podemos dejar que Él lleve nuestra existencia. Así, y sólo así, creceremos espiritualmente y no moriremos en ese sufrimiento. Habremos crecido de la mano de Dios, que permitió ese acontecimiento para salvarnos, para hacernos pequeños.

Todo estos está fundamentado en las palabras de Jesús:

 "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran" Mt 7, 13-14

  Meditando sobre estas cuestiones he recordado que el padre Ignacio Larrañaga tiene una catequesis sobre ello.



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   " Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto" Jn 10, 9

El hombre que plantaba árboles

Segundo aniversario de La Luz y la Vida

  

              LA LUZ Y LA VIDA cumple 2 años


Este 14 de Diciembre de 2011 el blog cumple su segundo año de existencia. Nació con un primer post, La Luz seguido de un segundo, La vida por dentro, la belleza de la Creación. Los dos son un buen resumen del espíritu que me animó a hablar de la Luz de Cristo y de la Belleza de la Vida y que me sigue animando a escribir y colgar todo aquello bueno que he encontrado, que me ha servido personalmente y que quiero compartir.

Gracias, en definitiva, a San Juan de la Cruz, el primer inspirador de este blog, la noche del 14 de Diciembre de 2009. A su patrocinio me sigo acogiendo. 

Un litro de luz. La ciencia al servicio de los pobres




  "La bombilla ecológica hecha con una simple botella de plástico repleta de agua y lejía, ilumina colgada del techo de los hogares de los filipinos sin acceso a la luz artificial o poder adquisitivo para pagar por ese servicio. 

"Este método permite que los rayos del sol atraviesen la botella. Entonces, la refracción de la luz al entrar en contacto con el líquido ilumina toda la casa", explica a Efe el empresario Illac Diaz, impulsor de la iniciativa "Isang Litrong Liwanag" (Un litro de luz, en tagalo) promovida por la fundación "My shelter".

La iniciativa, que ya ha supuesto alumbrado casi gratuito para unas 25.000 moradas de las barriadas más pobres, partió de una idea desarrollada por el Instituto Tecnológico de Massachussets, de Estados Unidos.

"Queríamos algo que se pudiera hacer con materiales disponibles para todo el mundo y con herramientas sencillas", apunta Díaz.



Los voluntarios del programa "Un litro de luz", ayudados por el Ejército durante jornadas benéficas especiales, fijan la botella a una lámina de fibra de vidrio con un orificio en medio y la llenan parcialmente con agua purificada -que permite una mayor claridad- y tres cucharadas de lejía para evitar la formación de moho u otras formas de vida en al menos cinco años.

Después sellan la botella herméticamente, agujerean el tejado de la chabola con un taladro y colocan el artilugio.



El morro de la botella queda en el exterior, como una chimenea diminuta, y capta la luz solar, que se expande en el líquido y refulge de manera parecida a una bombilla convencional de bajo consumo. Este ingenio da luz gratuita durante el día en las chabolas, por lo general apiñadas las unas con las otras y en las que disponer de una sola ventana es casi una quimera.

Aunque el artilugio no funciona por la noche, Díaz sostiene que "algunas personas que viven cerca de una farola también tienen luz después de la puesta de sol".

"No pensaba que una botella pudiera darnos luz, esto nos va a permitir ahorrar muchos pesos en electricidad", dice Lita, una mujer de 42 años que contempla incrédula cómo brillan los dos "bulbos de luz" que acaban de instalar en el techo de su chabola.

 Filipinas, un país donde alrededor de un tercio de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, es el segundo país de Asia con la tarifa eléctrica más alta, sólo por detrás de Japón.

"La gente nos suele decir que todas las semanas tiran botellas a la basura y al mismo tiempo tienen que elegir entre vivir a oscuras o pagar más por la factura de la luz. Y la solución estaba todo el tiempo delante de ellos", comenta Díaz.

El coste aproximado del material -una botella, una lamina de zinc o fibra de vidrio, el agua purificada, la lejía y el aislante para fijar el ingenio- ronda un dólar (75 céntimos de euro) y hasta el momento, los materiales, ensamblaje y colocación de la bombilla han sido costeados con las donaciones.

El objetivo final es cortar la dependencia de la caridad y formar a pequeños emprendedores con conocimientos técnicos que instalen las bombillas de casa en casa a un precio módico para de esta forma combatir el desempleo entre los filipinos más pobres.


"Les hemos formado para ello porque es una buena manera de crear emprendedores y fomentar el empleo. Lo han empezado a hacer por su cuenta y por el trabajo de acoplar la botella al tejado e instalarla cobran unos 30 pesos (50 céntimos de euro o 70 céntimos de dólar). Uno de ellos ha fabricado cerca de 8.000, de modo que ha sacado un buen dinero", señala el principal promotor de la bombilla.

Tras colgarlas en más de 25.000 hogares de Manila desde que a finales de 2010 empezó el proyecto, el objetivo ahora es iluminar con esta bombilla 100.000 moradas antes de que concluya el año y alcanzar un millón al finalizar 2012.

En el futuro, los promotores perseguirán extender el uso de este ingenio por las comunidades más empobrecidas de Filipinas e incluso quieren traspasar su experiencia a grupos de ayuda social de otros países para que su empleo revierta en beneficio de la mayor cantidad de gente. "Si existe la hora de la Tierra en el que todo el mundo apaga la luz -declara Díaz- también debería existir la hora filipina, en la que en todo el mundo encendemos la luz de la gente pobre de manera ecológica. Sería una gran contribución para el mundo, la tecnología ecológica tiene que llegar a los más pobres". ERIC SAN JUAN Agencia EFE

Señor ¿qué debo hacer?



   "Visitamos las aldeas de los neófitos, que pocos años antes habían recibido la iniciación cristiana. Esta tierra no es habitada por los portugueses, ya que es sumamente estéril y pobre, y los cristianos nativos, privados de sacerdotes, lo único que saben es que son cristianos. No hay nadie que celebre para ellos la misa, nadie que les enseñe el Credo, el Padrenuestro, el Avemaría o los mandamientos de la ley de Dios.

Por esto, desde que he llegado aquí, no me he dado momento de reposo: me he dedicado a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aún este sacramento. De este modo, purifiqué a un número ingente de niños que, como suele decirse, no sabían distinguir su mano derecha de la izquierda. Los niños no me dejaban recitar el Oficio divino ni comer ni descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos.

Por tanto, como no podía cristianamente negarme a tan piadosos deseos, comenzando por la profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, les enseñaba el Símbolo de los apóstoles y las oraciones del Padrenuestro y el Avemaria. Advertí en ellos gran disposición, de tal manera que, si hubiera quien los instruyese en la doctrina cristiana, sin duda llegarían a ser unos excelentes cristianos.

Muchos, en estos lugares, no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: «¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!»

¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado. Muchos de ellos, movidos por estas consideraciones y por la meditación de las cosas divinas, se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y, dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: «Señor, aquí me tienes; ¿qué quieres que haga? Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta la India.» De las cartas de San Francisco Javier, presbítero, a San Ignacio (1542)


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Patrick y Nancy Latta en Medjugorje











Nancy y Patrick

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1984





   "Sacó de su bolsillo una moneda de veinticinco centavos. También en ella, en letras pequeñas, pero muy claras, aparecían las mismas frases y, en el reverso de la moneda, la cabeza del Gran Hermano. 

Los ojos de éste le perseguían a uno hasta desde las monedas. Sí, en las monedas, en los sellos de correo, en pancartas, en las envolturas de los paquetes de los cigarrillos, en las portadas de los libros, en todas partes. 

  Siempre los ojos que os contemplaban y la voz que os envolvía. Despiertos o dormidos, trabajando o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la cama, no había escape. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo.  
El sol había seguido su curso y las mil ventanas del Ministerio de la Verdad, en las que ya no reverberaba la luz, parecían los tétricos huecos de una fortaleza. Winston sintió angustia ante aquella masa piramidal. Era demasiado fuerte para ser asaltada. Ni siquiera un millar de bombascohete podrían abatirla. 

Volvió a preguntarse para quién escribía el Diario, para el pasado, para el futuro, para una época imaginaria? Frente a él no veía la muerte, sino algo peor- el aniquilamiento absoluto. El Diario quedaría reducido a cenizas y a él lo vaporizarían. Sólo la Policía del Pensamiento leería lo que él hubiera escrito antes de hacer que esas líneas desaparecieran incluso de la memoria. ¿Cómo iba usted a apelar a la posteridad cuando ni una sola huella suya, ni siquiera una palabra garrapateada en un papel iba a sobrevivir físicamente?  

En la telepantalla sonaron las catorce. Winston tenía que marchar dentro de diez minutos. Debía reanudar el trabajo a las catorce y treinta. Qué curioso: las campanadas de la hora lo reanimaron.  

Era como un fantasma solitario diciendo una verdad que nadie oiría nunca. De todos modos, mientras Winston pronunciara esa verdad, la continuidad no se rompería. La herencia humana no se continuaba porque uno se hiciera oír sino por el hecho de permanecer cuerdo. Volvió a la mesa, mojó en tinta su pluma y escribió:

Para el futuro o para el pasado, para la época en que se pueda pensar libremente, en que los hombres sean distintos unos de otros y no vivan solitarios... Para cuando la verdad exista y lo que se haya hecho no pueda ser deshecho: Desde esta época de uniformidad, de este tiempo de soledad, la Edad del Gran Hermano, la época del doblepensar... ¡muchas felicidades!" GEORGES ORWELL  1984


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1984. Anuncio de Apple filmado por Ridley Scott

Imperdonable no ver 30 años de frutos en Medjugorje. Gabriele Amorth



   "Hacer caso omiso de las apariciones en Medjugorje es imperdonable para los cristianos, dice el exorcista principal de Roma, quien mueve la cabeza en reprobación hacia quienes deciden esperar hasta que la Iglesia se haya pronunciado. Al hablar de "traición", el P. Gabriele Amorth también arremete contra obispos y sacerdotes por ser indiferentes a los frutos de Medjugorje.

El Padre Gabriele Amorth (nacido en 1925) fue ordenado sacerdote en 1954 y se convirtió en exorcista oficial en 1986. Durante cerca de 20 años ha trabajado como exorcista en jefe de la diócesis de Roma. En el año 1990 fundó la Asociación Internacional de Exorcistas, de la cual fue presidente hasta su jubilación en 2000, quedando como presidente honorario de por vida. A través de los años, el P. Amorth ha abrazado Medjugorje, y ha llamado el lugar "una gran fortaleza contra Satanás".

Al negarse conscientemente a prestar atención a las apariciones de la Virgen María en Medjugorje, un gran número de cristianos ha demostrado no ser diferentes de los paganos. Este gran número incluye tanto a obispos como sacerdotes, dijo en una entrevista a Radio María este exorcista que ha sido líder en los últimos veinte años.

El P. Gabriele Amorth hizo estas declaraciones en el contexto del mensaje de la Virgen María dado el 25 de agosto de 2011, cuando dijo:

"¡Queridos hijos! Hoy los invito a orar y ayunar por mis intenciones, porque Satanás quiere destruir mi plan. Aquí comence con esta parroquia e invité al mundo entero. Muchos han respondido, pero hay una enorme cantidad de aquellos que no quieren escuchar ni aceptar mi llamado. Por eso, ustedes que han dicho 'sí', sean fuertes y decididos. Gracias por haber respondido a mi llamada"

"¡Qué amargo, qué amargo fue el último mensaje de Nuestra Señora de Medjugorje el 25 de agosto: "Muchos han respondido, pero hay una enorme cantidad de los que no quieren escuchar ni aceptar mi llamada", comentó primeramente el P. Gabriele Amorth.

"Miren, es muy amargo este balance. ¡Después de más de treinta años" ¡Más de treinta años! Ahora bien, si son los paganos los que no escuchan las palabras de Nuestra Señora, eso puedo entenderlo. Pero si se trata de un cristiano, eso es imperdonable. ¡Sean ustedes cristianos!"

Sin embargo, de acuerdo a la experiencia del P. Amorth, la indiferencia hacia Medjugorje va aún más allá:

"Incluso sacerdotes y obispos no quieren siquiera oír sobre ello. Y no es que ellos hayan estado allá y tomaran su decisión después de haber visto todo por sí mismos, ¡no! ¡Ellos ni siquiera quieren que se hable de ello!"

"El Evangelio es tan claro, ¡nos dice cómo discernir! ¡El árbol se conoce por sus frutos! ¡Han pasado 30 años desde que Medjugorje nos ha dado frutos que en última instancia son exquisitos! La confesión, la conversión, vocaciones, gracias de todo tipo! ¡Y durante más de 30 años!", recordó el exorcista en Radio María.

"En el Antiguo Testamento Dios envía profetas para advertir de las traiciones del pueblo judío. ¡Ahora, aquí, para advertir de la traición del pueblo cristiano, también de los sacerdotes, Dios nos envía a Su Madre! ¡Han sido 30 años! ¿Es posible que la gente no escuche todavía? Y en cuanto a las personas que se creen inteligentes al decir que van a esperar a que la Iglesia lo apruebe? ¡Están locos!", dijo el P. Gabriele Amorth". JAKOB MARSCHNER 1/11/2011 Medjugorje Today


Entrevista al padre Gabriele Amorth en el año 2002, sobre Medjugorje

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El porqué de 30 años de apariciones de la Virgen en Medjugorje 

El ayuno. La dieta de la Gospa


      "El ayuno es un aspecto de la tradición judía y cristiana y de muchas otras religiones. La misma Virgen, San José, Jesús y todos los judíos piadosos del siglo I ayunaban dos días por semana. Para redescubrir las reglas de esta práctica tenemos que volver a los primeros discípulos de Jesús, que escribieron acerca de la vida y de la cultura en el siglo I. La Didaché -antiguo documento eclesiástico escrito por los primeros discípulos aproximadamente en el año 90 d.C- contenía las siguientes instrucciones para los primeros cristianos:

    "No ayunéis como los hipócritas, que ayunan el segundo día (lunes) y el quinto día (jueves), sino ayunad el cuarto día (miércoles) y el sexto día (viernes)"

    En Medjugorje, la Virgen nos devuelve a esos días de ayuno de los orígenes, pidiéndonos que ayunemos el miércoles y el viernes con pan y agua:

     "Pido a las personas, que oren conmigo estos días y que oren lo más posible. Que además ayunen de forma estricta los miércoles y los viernes; que recen cada día, cuando menos el Rosario completo: los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos" Mensaje de la Virgen en Medjugorje el 14 de agosto de 1984

    ¿No es increíble pensar que la Virgen Santa está reimplantando esta dinámica tradición que se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia, cuando ella misma vivía? (...) La Virgen pide que cada jueves conmemoremos el don de la Eucaristía y del Sacerdocio. Una forma de honrar este recuerdo es la de ayunar con amor los miércoles y los viernes. En esos días recordaremos con alegría, fe y agradecimiento que Jesús nos dio su Cuerpo y su Sangre para alimentarnos y saciar nuestra sed.

   Como la sensible mujer judía que es, nos sumerge en el pan para que podamos estar con Jesús. Mediante el ayuno, Ella focaliza nuestra atención en la amable presencia de Jesús. Nos hace partícipes del milagro mediante el hecho de que, en un profundo gesto de humildad, Jesús se transforma a sí mismo en pan. Esto es el verdadero sentido del ayuno: su amor por la Eucaristía. 

 Cualquier cosa que Ella dice y nos transmite está centrada en Jesús. Si ayunamos de esta forma, con amor hacia el Pan de Vida, nuestro ayuno se modifica ¡y se convierte en una alegría! Por eso la Santísima Madre de Dios nos pide que ayunemos, y que ayunemos con el corazón. Así obtendremos un profundo amor hacia la Eucaristía. Y esto es una gracia increíble. 

(...)


  El ayuno crea un vacío que abre espacios en nuestras almas, en nuestros cuerpos y en nuestros corazones. Si no nos preocupamos por la comida, se crea un espacio libre en el que Dios puede residir como nunca. Nuestro corazón es lo bastante grande para acoger a Dios, pero el ayuno le permite extender lo bueno de nuestro corazón e incluir todas las dimensiones celestes. Es un nuevo y tangible territorio dentro de nosotros donde Dios puede invertir" SOR EMMANUEL MAILLARD Curación y liberación a través del ayuno. Edita Asociación Hijos de Medjugorje España

NOTA DEL AUTOR DEL BLOG: consciente y respetuosamente utilizo el término dieta en el encabezamiento de este post. No utilizo esta palabra en el sentido estético que hoy predomina, es decir, la privación de alimentos para mejorar el aspecto físico. Lo utilizo, por contra, en sus dos sentidos principales y que recoge el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia de la Lengua:

1. Régimen que se manda observar a los enfermos o convalecientes en el comer y beber (está claro que la Virgen nos dirige una práctica sanadora para esta generación que está enferma de mucho más que enfermedades somáticas) 

2. Conjunto de sustancias que regularmente se ingieren como alimento (ya se ha dicho arriba, al inicio del post, que la alimentación basada exclusivamente en el pan y el agua era habitual en la Virgen y los primeros cristianos y nos propone en Medjugorje que también nosotros la hagamos habitual en nuestra vida)

Adoración continua


  Me ha encantado esta iniciativa de infinitomasuno, la productora de la película La última cima. Supone la creación de una cadena de oración y adoración ante el Santísimo en la que una persona, de cualquier parte del mundo, se puede inscribir en esta iniciativa para reservar su media hora semanal mínima de adoración, con el fin último de adoración continua 24 horas en todo el mundo. Para los adoradores de Cristo siempre son bien recibidas estas noticias. Y yo quiero compartirla contigo, que has llegado aquí probablemente desde muy lejos. Este es el enlace a la página web donde se puede hacer la inscripción:

                                                          somos una familia que reza 

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La sabiduría del silencio. Maties Prades


El silencio deseado
    "Si cada monje de Poblet escribiéramos un capítulo de un libro sobre la Capilla de San Esteban, el lector sentiría la necesidad de venir-vercontemplar-sentir-gozar la belleza del Silencio y de la Palabra que se perciben dentro de esta joya del románico ubicada en el recinto de nuestra clausura. Sentiría la necesidad de escribir su propio capítulo, estoy seguro. Proporción, sobriedad, meditación reposada, silencio sonoro y elocuente, sagrario de hierro forjado y de madera, compañía fiel, búsqueda incesante, fidelidad celebrada en la intimidad, Presencia transformadora, oración comunitaria de Sexta cada día, puerta semiabierta...

    Dice un proverbio árabe: No digas nada si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio. Lo tendría difícil si tuviera pretensiones de aportar ideas nuevas. El silencio expresa realidades que las palabras empobrecen. Los enamorados gozan en el silencio que les permite escuchar la palabra de la persona estimada, sus latidos, su presencia, su ser. No sabría decir más cosas sobre el silencio de las que ya sabéis. Tampoco pretendo iluminar una realidad que cada uno vive a su manera. Solo deseo compartir unos pensamientos con vosotros, que son fruto de lecturas y reflexiones, paseos por el recinto monacal, meditaciones sobre el ciclo de las estaciones y los cambios interiores de las personas, también fruto de estos momentos mágicos de un silencio dulce y envolvente vividos en esta capilla.

   Así como el artista necesita el silencio de su taller o estudio para llevar a término su obra, los monjes reblandecemos nuestro corazón en el silencio de una capilla para que el Artista dé retoques a su obra y la deje a su gusto. Comienzo invitándoos a entrar en este magnífico lugar de recogimiento y oración, aunque sólo sea a través de la puerta de la imaginación. La lectura de este artículo podría ser nuestro encuentro silencioso con el Señor en un clima de fraternidad y unidos por la oración. Algunos hablan del "Internet de la oración". Finalmente escucharemos juntos la última homilía de San Juan María Vianney.
    Cuando hablamos tanto del silencio es porque tenemos necesidad de él. Oteamos el horizonte y anhelamos la palabra esperada. Cuando en el silencio contemplativo esperamos la Palabra transformadora, nos puede pasar como a los artistas y a los místicos que "ven" lo invisible, pudiendo captar aspectos de las profundidades de la realidad que nos permiten gozar de los misterios de la vida. Según el abad de Montserrat, Cassiá M. Just, el monje que vive en este nivel puede ayudar mucho al que se encuentra disperso, insatisfecho: La paz inalterable, el gozo, la delicadeza para saber captar la belleza de las cosas, todo eso -aún en medio del esfuerzo, de la lucha y de las decepciones que son el pan nuestro de cada día en toda vida humana- solamente puede vivirlo un hombre que ha entrado en esta atmósfera de silencio. 

Los silencios inevitables
   Nuestro tiempo está perdiendo el sentido del silencio. Hablamos por hablar, con palabras vacías e ideas superficiales que expresan nuestro desorden interior. Perdemos capacidad de introspección, de reflexión profunda. La mente está dispersa ante tantos acontecimientos inexplicables. Los medios de comunicación con su gran influencia buscan aumentar el número de lectores u oyentes, posibles votantes o clientes que a menudo no lo tienen claro ni a última hora. Vemos una huida casi instintiva hacia el exterior, hacia el ruido que nos ensordece hasta dejar de pensar. Buscamos evasiones que nos distraigan y eviten enfrentarnos con nosotros mismos y nuestra realidad. Se dice que en nuestras conversaciones el porcentaje es el siguiente: el 5% de ideas interesantes, el 20% de trivialidades, y el 75% de murmuraciones. Si con la lengua bendecimos al Señor, ¿por qué hemos de hablar mal de los demás? (cf. St 3,9).

    Cuando escuchamos, estamos más pendientes de preparar nuestra respuesta por causar buena impresión... ¡vanas pretensiones aunque estemos movidos por buenos sentimientos y propósitos loables! Pero nos hacemos prisioneros de la imagen que queremos proyectar de nosotros mismos, y nos construimos un mundo de ilusiones, y de tensiones si no podemos conquistarlas. Movidos por el espíritu competitivo nos comprometemos en proyectos que embellecen nuestro currículo, pero que hacen caer en el estrés. Necesitamos tiempos de silencio para considerar todos los estímulos del exterior y las impresiones interiores con el objetivo de actuar con prudencia y responsabilidad.

    Tememos al silencio porque lo identificamos con la soledad. Pero la soledad buscada es un bien para nuestra alma, un oasis de reflexión en el complejo mundo de las relaciones humanas. Hemos de bucear dentro de nuestra mente y nuestro corazón para no perder nuestra propia identidad: el silencio interior nos depara muchas sorpresas. El aislamiento es muy diferente: quiere decir sentirse solo, no comprendido ni amado. La persona aislada busca el mutismo por miedo, o las conversaciones aunque sean superficiales.

   Según R. Tagore, el hombre se refugia en la multitud ruidosa para ahogar la propia necesidad de reflexionar. Palabras proféticas la de este poeta, aplicadas a nuestro tiempo: la sociedad global abre ventanas para la comunicación, pero cierra las puertas a las relaciones sinceras y profundas. El mismo correo electrónico, rápido y eficaz, la mayoría de las veces carece de la belleza de una redacción elaborada y de la consistencia del pensamiento meditado, y va a parar a las profundidades del olvido.

   El silencio creador y fecundo es vital para mantener en equilibrio nuestras fuerzas interiores. Respiramos el reconfortante oxígeno del silencio. Las personas que se acercan a los monasterios, más que el diálogo, van buscando el reposo y el recogimiento, un oasis de paz en sus luchas cotidianas para poder decir: mantengo mi alma en paz y silencio como niño en el regazo de su madre (Salmo 130,2). Pero hay silencios que ahogan nuestra alma que busca palabras de orientación y de consuelo, o hieren nuestro corazón que necesita amor. Como mecanismo de defensa se busca la palabra fácil, hablar por hablar, salir de sí mismo para evitar encontrarse consigo mismo. Una persona pacificada por el silencio encuentra estímulos para solucionar los problemas. Los silencios no deseados tienen el mismo efecto que el zumbido ensordecedor junto a un avispero; muy diferente al susurro de una brisa suave que preparó a Elías para encontrarse con Dios y escuchar su Palabra (cf. 1R 19,12).

    Los huéspedes esperan una palabra sabia y luminosa. Apreciamos hoy un anhelo de interioridad y retorno al pensamiento concreto y vivencial. Actualmente, las ideologías se han difuminado y los muros se han derrumbado, las especulaciones abstractas han perdido su atractivo y se busca el sentido de lo real. Quedan los escombros esparcidos por los suelos, que hemos de analizar en el laboratorio de la reflexión si queremos construir un mundo mejor; aunque ya sabemos que el hombre tropieza dos o más veces con la misma piedra.

   ¿Qué podemos decir los monjes en medio de esta plaza global que es el mundo? ¿Seremos escuchados, nosotros que vestimos y vivimos sin aparentemente diferenciarnos demasiado de nuestros antepasados de la Edad Media? ¿Romperemos la fuerza del ruido y diremos una palabra de esperanza? Podemos decir que el buen vino se hace en el silencio, la oscuridad y el tiempo. Que una persona, y también una idea, son gestadas en el silencio y en el misterio. Que el tiempo es una apreciación subjetiva. Que, como Jesús, necesitamos del silencio y de la oración antes de los momentos importantes y de las grandes decisiones (cf. Mt 6,12; 22,39). Que el ser humano crece, como un árbol, con la savia de la reflexión, y para un cristiano con la savia de la oración. Que no debemos tener miedo a las tormentas de la primavera y a los calores del verano, porque nuestra vida está en manos de Dios y nuestras raíces beben de las aguas de Vida para dar fruto a su debido tiempo (cf. Salmo 1). 
 
El silencio transformador
 El mensaje de san Benito es actual para el hombre y el cristiano de hoy, ya que constituye una constante invitación a la plenitud del amor auténtico. Un amor purificado por el fuego del Espíritu y por las pruebas de cada día. Nadie nace monje, pero con el tiempo nos ganamos el título de aprendiz. Deberíamos releer constantemente la doctrina del arte espiritual, los capítulos 4 a 7 de la Regla (1). San Benito dedica al silencio todo el capítulo 6, los grados 9 y 11 de la humildad, y los instrumentos 51,52 y 53 de las buenas obras. 


Por su parte, el documento más actual de la Orden Cisterciense (2) coloca el silencio como parte integrante de "la vida de oración": Respetando con fidelidad los tiempos de silencio, nuestros corazones se disponen a escuchar mejor la Palabra de Dios, estando más abiertos y atentos (núm. 63). El silencio no es una huida fácil frente a los problemas que toda relación humana comporta. Tampoco es un narcisismo enfermizo, ni supone incapacidad ni complejos. Las etapas de aislamiento se superan con ayuda de Dios, por medio de la lectio divina, la meditación de las Sagradas Escrituras y los escritos de la tradición monástica. Si amamos el silencio, podemos entrar en el espacio interior escondido donde captamos la presencia de Dios y donde experimentamos la necesidad de comunión con los demás.

    Las Constituciones de la Congregación de la Corona de Aragón, a la que pertenece nuestro monasterio de Poblet, también habla del silencio cuando comenta "la vida de oración"; pero da un paso más allá al incluirlo en "la vida fraterna de comunidad" (31,5) (3) Hay buena relación si hay mucha oración. La clausura ha de ser un espacio de silencio y de recogimiento, lugar de búsqueda de Dios y de relación misericordiosa con los hermanos. El espacio más íntimo de la clausura es la propia celda, santuario íntimo. Muchas veces me digo: "entra dentro de tu habitación, y en la paz del silencio encontraras la respuesta"

    El deseo de toda persona es "querer la vida y desear días felices" (cf. RB Prólogo 15; Salmo 33,13). El mismo salmo nos da las pistas: Guarda del mal tu lengua, tus labios de decir mentira; apártate del maly obra el bien, busca la paz y anda tras ella (14-15). Cuando la literatura espiritual habla de la paz del claustro, debemos ser conocedores de la lucha interior dentro de cada monje: hablar lo necesario, evitar las conversaciones superficiales e irrespetuosas, evitar palabras aduladoras y que falsifiquen la realidad La clausura ha de ser un (cf. RB 4,51-53). La abundancia de palabras inútiles esconde, muchas veces, la imposibilidad de una comunicación auténtica. No podemos ser verdaderos monjes si no nos liberamos de la tendencia a la mediocridad, a los entusiasmos fáciles, a las influencias de la vanidad y de la ambición. Progresamos en la vida monástica y en la fe cuando vamos por el camino de los mandamientos de Dios, ensanchado el corazón, con la inefable dulzura del amor (RB Prólogo 49), y cuando estamos convencidos del valor del silencio y lo amamos.

    San Benito, experto conocedor de la psicología humana y de las etapas del camino espiritual, propone un camino lleño de discreción y equilibrio. Concede gran importancia al silencio total en ciertas ocasiones y lugares, pero resalta mucho más el uso moderado de la palabra. Creo que para él, el silencio tiene un doble valor: ascético y místico.

  Silencio ascético
 a) Encuentro consigo mismo. El silencio nos enfrenta a nosotros mismos. Dice André Maurois que el silencio, como un muro invisible, nos devuelve el eco de nuestros secretos pensamientos. El silencio nos desarma de nuestros mecanismos de defensa y nos hace vulnerables. Pero si hacemos un proceso de simplificación, encontramos la paz que ilumina los problemas y sugiere soluciones. El silencio interior ayuda a conocernos y aceptarnos tal como somos. Sin estos requisitos sería imposible nuestra vida dentro del monasterio vivida con alegría y serenidad. Si la soledad y el silencio son vividos en y con Dios, culminan en el encuentro con el hermano, con los hermanos. Cuando en el silencio sentimos la presencia de Dios en nosotros, encontramos el valor de enfrentarnos a los problemas, y el principal puede que sea el propio yo exigente y narcisista.

b) El silencio forja nuestra personalidad. Con golpes que resuenan en nuestro interior, normalmente, pero que nos preparan para las decisiones importantes y las acciones eficaces. El monje peregrina por el desierto, siempre árido porque muchas veces el Señor guarda silencio como si estuviera ausente. Pero ese silencio se convierte en fuente de gracia para quien le escucha, según san Basilio. Las manos amorosas de Dios, el Alfarero de nuestro corazón de barro, modelan nuestra rebeldía que va cediendo gracias a la oración, la lectio divina y la humildad. Sin ello caeríamos en la insensibilidad espiritual, y en un activismo compulsivo para dejar de pensar.

c) Silencio y relaciones comunitarias. Las palabras inoportunas y los silencios cobardes degradan la convivencia. Nuestros hermanos se merecen lo mejor que les podamos dar. La palabra madura en el silencio. El estudio y la meditación suponen un aislamiento, necesario para volver al encuentro de los otros con más preparación y profundidad. Las alternancias de soledad y relación evitan la fatiga en personas que están en constante relación en un lugar cerrado, además propician una reflexión sobre los propios y ajenos errores, y nos capacitan para el perdón y la misericordia. Pensemos que Jesús elevó el silencio a la categoría de virtud heroica (cf. Mt 27,14). Si los monjes, con la intensa vida de oración que llevamos, no somos capaces de mejorar nuestras relaciones, somos o unos irresponsables o nuestra espiritualidad es pura fachada.

Silencio místico
   a) Silencio y oración. La vida monástica supone una existencia psicológica, moral y espiritual unificada. El monje, perseverando en el monasterio, ha de unificar todos sus ideales, deseos, aspiraciones y proyectos en Dios. A la pregunta de quién era Dios para ella, la monja carmelita Cristina Kauffman respondió en un programa de televisión: Dios es mi amor, Dios lo es todo. ¡Bella y maravillosa es nuestra historia de amor con Dios! Él nos conduce por sus inexplicables caminos, que no son los nuestros, donde vamos perdiendo la vida para ganarla. San Benito no propone ningún método de oración, simplemente aconseja postrarse con frecuencia para orar (RB 4,56). Se muestra comprensivo al decir que la oración ha de ser breve y pura, a no ser que se prolongue gracias a una inspiración de la gracia de Dios (RB 20,4). Con una actitud de arrepentimiento y de conversión (cf. RB 4,57-58), que son las consecuencias naturales de una vida de oración, escuchamos la Palabra, acogiendo la acción de Dios en nuestra vida, y saboreamos los frutos del Espíritu: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Ga 5,22-23). Si estamos bien unidos a Dio, como el sarmiento a la vid (cf. Jn 15,4), daremos estos frutos, compartiremos estos dones con nuestros hermanos de comunidad. Si no fuera así, ¿de qué nos serviría estar en un monasterio?

  b) Silencio y contemplación. La pureza del corazón es el requisito fundamental para penetrar en los umbrales de la contemplación, en donde el Señor nos dice: Entra en el gozo de tu Señor (Mt 25,21). Según el gran arquitecto Gaudí, si la "palabra" es imprescindible en el mundo presente, el "silencio" habla del mundo futuro y nos pone ya, desde ahora, en comunión profunda con Dios y con la Creación. El corazón yla mente se abren a Dios con la música del silencio. Según san Serafín, cuando llega el Espíritu, hay que concluir la oración. Ha llegado el tiempo del silencio, de la paz interior. El que me ama guardará mis mandamientos, mi Padre lo amará y los dos vendremos a él y viviremos con él (Jn 14,23). ¿Podemos desear alguna cosa más?

    María, nuestra querida Madre, nos acompaña silenciosamente durante toda la jornada monástica y está presente en nuestra Liturgia de las Horas. Ella conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón (Lc 2,19.51). Escribe san Bernardo, hablando a María: Dichosa ciertamente, que percibes el eco dulce de su susurro en tu reposado silencio, en el cual, sin duda, es bueno para el hombre aguardar al Señor.4.

    La imagen románica de María en la Capilla de San Esteban tiene un rostro sonriente y dulce. Seguramente nos podría estar diciendo que está agradecida por nuestra compañía, pero que ahora prefiere que vayamos a Ars a escuchar la última homilía de San Juan Maria Vianney: Subió al púlpito, pero su voz ya no se podía escuchar. Los fieles comprendieron que quería hablar del amor de Dios por la forma de mirar fijamente el sagrario con unos ojos brillantes de amor y bañados con lágrimas que ya no tenía fuerzas de enjugar. Fue su última predicación: la del Amor que se comunica sin tener necesidad de palabras..." MATIES PRADES Presbítero, monje de la abadía cisterciense de Santa María de Poblet. Fuente: Revista LITURGIA Y ESPIRITUALIDAD ( Julio-Agosto 2010)

NOTAS:

(1) En adelante, RB

(2) La vida cisterciense actual. Declaración del Capítulo General del año 2000, actualización de la primera Declaración, 1968-1969, que fue la respuesta de la Orden a las invitaciones del Concilio Vaticano II

(3) Durante mi primera semana de postulante, el Maestro de novicios me entregó una Biblia, un ejemplar de la RB y los dos volúmenes de los textos constitucionales de la Orden. 4 Sermón 3 en la Asunción, n 7

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