¿En qué mundo vives?
¿Cuántas veces te han hecho esta pregunta? Generalmente te la habrán hecho en tono despectivo, para que te des cuenta de que tus proyectos, ideales o visión de la vida no se corresponden con la realidad. Pon los pies en la tierra, te habrán dicho. Aterriza, te dicen otros. Estás en Babia, te habrán dicho algunos (sin saber que te situaban en la montaña de León) ¡Despierta!, te habrán llegado a decir.
Es cierto que la mayoria de las veces nos hemos sentido incomprendidos y hemos pensado que la gente que nos rodea es demasiado pragmática, materialista y conformista. Pero a lo mejor no hemos pensado que los otros, sin pretenderlo, nos estaban dando un buen consejo. Porque poner los pies en la tierra, aterrizar a nuestra realidad más inmediata y, sobre todo, despertar, nos conviene.
¿Qué me dices?-me dirás ¿Que estoy durmiendo...?
Pues posiblemente sí- te responderé
Si no lo crees así, te propongo un sencillo test: haz un cálculo de los minutos que cada dia pasas en tus ensoñaciones, pensando en tus proyectos, recordando lo que te acaban de decir, lo que te dijeron hace un rato, lo que vas a decir, lo que no has dicho, lo que te hubiera gustado decir, lo que no pudiste decir, cómo te han mirado, cómo me duele ésto, cómo me dolió aquello, tengo que llamar a éste, no llamé a la otra, que no se me olvide ésto, se me olvidó lo otro, ahora haré ésto, qué mal me ha salido ésto, qué bien lo hago...Y un sinfin de PENSAMIENTOS. Son propios de nuestra naturaleza, es cierto, pero se han hecho dueños de nuestra vida. Y, mientras tanto, la vida pasa por delante de nosotros... sin enterarnos.
Mi compañero de trabajo me preguntó por mis hijos pero realmente queria hablarme de los suyos, de lo mal que lo pasa por no poder verlos. Pero yo me pasé un cuarto de hora hablando de los mios. La vida pasó por delante de mí... y ni me enteré. Un desconocido con un aspecto un tanto desaliñado y con olor a vino me preguntó en la calle si sabia dónde podia comprar unas botas. Le dije ásperamente que no. Él no buscaba una zapateria, sino alguien que le preguntara porqué no tenia unas botas. Me las han robado esta noche cuando dormia aquí en este rincón- me habria respondido. La vida pasó por delante de mí...y ni me enteré.
Si acabas de hacer las cuentas, probablemente sumes más minutos de ensoñaciones y pensamientos que de vivencias "reales" del presente inmediato. Entonces te pregunto ¿Qué vida estás viviendo? ¿La de un cerebro que domina tus percepciones y emociones... o la tuya?
¿En qué estás gastando los minutos de tu vida? ¿En vivir tus mundos, los que no se traducen en nada concreto, sólo en ansiedades, especulaciones y odios/deseos encerrados en tu mente incansablemente especuladora? ¡Despierta! Ahora ya te puedo preguntar ¿En qué mundo vives?
Todo esto tiene un fundamento. Los pensamientos y las emociones que van ligadas a ellos acaban formando un "otro yo" tan real como nosotros y que formamos como respuesta a todas esas emociones. Lo explica muy bien el padre Ignacio Larrañaga:
"Una cosa es la persona y otra el yo. (...) La persona es una realidad conjunta y un conjunto de realidades.(...) Todo ese conjunto está presidido y compenetrado por una conciencia que, como dueña, integra todas esas partes. Ahora bien: esa conciencia proyecta para sí misma una imagen de toda la persona. Naturalmente, una cosa es lo que la persona es, y a eso lo llamamos realidad, y otra cosa la imagen que yo me formo de esa realidad. Si la realidad y la imagen se identifican, estamos en la sabiduria u objetividad.
Pero, normalmente, sucede lo siguiente: la conciencia comienza a distanciarse de la apreciación objetiva de sí mismo en un doble juego: primero, no acepta, sino que rechaza su realidad; en segundo lugar, le nace el complejo de omnipotencia: desea y sueña con una imagen omnipotente, por decirlo así. Del desear ser así pasa insensiblemente al imaginar ser así: una imagen ilusoria e inflada, que en la presente reflexión llamamos "yo". Después se pasa a confundir e identificar lo que soy con lo que quisiera ser (o imagino ser). Y en el proceso general de falsificación, en este momento, el hombre se adhiere emocionalmente, y a veces morbosamente, a esa imagen aureolada e ilusoria de sí mismo, en una completa simbiosis mental entre la persona y la imagen.
Como se ve, aquí no estamos hablando del verdadero yo, que es la conciencia objetiva de mi propia identidad, sino de su falsificación o apariencia, que es la que, normalmente, prevalece en el ser humano. Y por eso lo ponemos entre comillas "yo". En definitiva, pues, el "yo" es una ilusión. Es una red concéntrica de deseos, temores, ansidedades y obsesiones (...) Y esa mentira es la madre de todos los males. Ejerce sobre las personas una tirania obsesiva (...) El "yo" es , además, un Caín fratricida. Levanta murallas intransponibles entre hermanos y hermanos. Su lema es: todo para mí, nada para ti. Ataca, hiere y mata a quien brilla más que él (...) La liberación consiste en vaciarse de sí mismo, en extinguir la llama, en despertar y tomar conciencia de que estabas abrazado a una sombra cuando te aferrabas tan apasionadamente al "yo" (...) Muere el "yo" con sus adherencias y nace la libertad.
Este programa es equivalente a los principios evangélicos: negarse a sí mismo; para vivir hay que morir, como el grano de trigo; el que odia su vida la ganará" Ignacio Larrañaga. Del sufrimiento a la paz ( 1985. Editorial San Pablo)
Una muestra muy bella de esta idea la podemos encontrar en la película "El guerrero pacífico" (2006), de Víctor Salva. Este blog incorpora un análisis de la película
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