¿Cómo te curarias una infección? ¿Con un analgésico o con un antibiótico? Supongo que sabrás que el analgésico (paracetamol) elimina los síntomas, pero no la enfermedad. Sin embargo, el antibiótico (amoxicilina) elimina la causa de la enfermedad. Y sana a la persona. La libra de la muerte.
Uno de los grandes problemas que tiene nuestra sociedad secularizada es que sus enfermedades las trata con analgésicos. Nuestra sociedad tiene muchas enfermedades, pero las más peligrosas son espirituales. La secularización ha llevado a la persona a romper con Dios. Por tanto, ella asume totalmente toda la carga de su vida. Eso hace que sobre la persona recaigan tensiones y pesos insoportables que acaban desequilibrando/desquiciando a la persona: estrés, ansiedad, depresión, adicciones, violencia, etc.
Son auténticas enfermedades tan letales como una infección mal curada. Una depresión prolongada, en un determinado momento, puede llevar al suicidio. Y no hablemos de las consecuencias mortales que puede provocar el estrés. Son auténticas infecciones que anidan en el alma de la persona. Cuando todavia no tienen un componente patológico, el paciente siente los primeros síntomas, pero los trata con analgésicos: deporte, fitness, evasión o terapias relajantes como pilates, spa o yoga.
El problema es que estas salidas no dan respuesta ni solución al problema del sufrimiento de la persona: sólo la aplazan. La persona sufre ansiedad o estrés cuando tiene un jefe o compañeros de trabajo que no soporta; hijos a los que no sabe cómo educar; padres insufribles; deudas que no puede pagar, etc. Una hora más o menos de pilates o de pesas no evitará que el lunes por la mañana volvamos a tener delante a nuestro jefe, nuestro paro, nuestras deudas o nuestra cama vacía. Estas salidas/evasiones sólo son analgésicos que enmascaran nuestra verdadera enfermedad, que es una infección que avanza lentamente sobre nuestra alma: el sufrimiento derivado de nuestro pecado (lejanía de Dios). Por ello, si la persona quiere curarse, tendrá que tomar antibióticos, no analgésicos. Deberá acercarse a Dios en vez de seguir tratamientos de relajación física.
El problema es que estas salidas no dan respuesta ni solución al problema del sufrimiento de la persona: sólo la aplazan. La persona sufre ansiedad o estrés cuando tiene un jefe o compañeros de trabajo que no soporta; hijos a los que no sabe cómo educar; padres insufribles; deudas que no puede pagar, etc. Una hora más o menos de pilates o de pesas no evitará que el lunes por la mañana volvamos a tener delante a nuestro jefe, nuestro paro, nuestras deudas o nuestra cama vacía. Estas salidas/evasiones sólo son analgésicos que enmascaran nuestra verdadera enfermedad, que es una infección que avanza lentamente sobre nuestra alma: el sufrimiento derivado de nuestro pecado (lejanía de Dios). Por ello, si la persona quiere curarse, tendrá que tomar antibióticos, no analgésicos. Deberá acercarse a Dios en vez de seguir tratamientos de relajación física.
Si realmente quiere dejar de sufrir, tendrá que acabar de raíz con aquello que le hace sufrir: su pecado. Por ello, tendrá que volver a Dios, al Padre que da la Paz, que aconseja, que acoge siempre a sus hijos y que ilumina su historia. El Padre que cura a sus hijos de sus heridas, de sus infecciones mortales. Y es que el hombre se equivocó radicalmente desde el pecado original. Dios no nos quiere quitar la libertad, sino todo lo contrario: nos quiere hacer libres de verdad. Liberarnos de la dependencia al dinero o al sexo; liberarnos de la dependencia afectiva a los demás; liberarnos del miedo al jefe, porque el Padre nos enseñará a entender que si nuestro jefe es tan tirano es porque es igual de desgraciado que nosotros, etc.
Acercarse a Dios es curarse. Es como aquel que se acerca a una hoguera: aunque no lo pretenda, sentirá calor. Y cuanto más se acerque el fuego, más calor. Pues Dios es así. Él es Amor. Por tanto, en la medida que te acercas a Él, sientes su Amor. Y por tanto, desaparece de tí la tristeza, porque el Amor es incompatible con la tristeza. ¿Estás triste? Pues resulta que no ves el Amor. Y, por tanto, no tienes amor. ¿Quieres curarte? ¿Quieres una vida nueva? Déjate el SPA, el fitness, el gimnasio u otras evasiones/analgésicos similares. Y acude a la fuente de la vida. Ve a Jesucristo. Ve a la Eucaristia y aliméntate de ella. Y ve a adorar a Cristo delante del sagrario. Su Espíritu Santo, por la simple cercanía física, te sanará. Él es el antibiótico que necesitas si no quieres morirte de sufrimiento.
"¡Queridos hijos! En este tiempo en que pensáis en el descanso del cuerpo, os invito a la conversión. Orad y trabajad de modo que vuestro corazón anhele a Dios Creador, que es el verdadero descanso de vuestra alma y de vuestro cuerpo. Que Él os muestre su rostro y os dé su paz. Estoy con vosotros e intercedo ante Dios por cada uno de vosotros. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!" Mensaje de la Virgen en Medjugorje el 25 de Julio de 2008
"Hay un tesoro escondido en la arena de nuestra alma y se tienen que hacer grandes esfuerzos para que encontremos ese tesoro divino en la arena.
Dios puso en nuestro ser todos sus misterios, en nuestra alma. La adoración es la exploración de los misterios de Dios que están en nuestro interior.
Este camino de la adoración es un camino sólo para valientes, porque la adoración es una valentía humana definitiva. Es el mayor acto de valentía humana.
Por ejemplo, cuando el deportista entrena, explora los límites de su capacidad física, de sus posibilidades. Tanto como explora, así crece. Adoración es entrenamiento del alma. Es explorar lo que es capaz de de hacer Dios en nosotros, y nosotros en Él.
Nosotros tenemos que estar sin cesar en adoración. Incensantemente. Nuestra vida debería ser adoración.
Cuando tú plantas una flor, exploras sus misterios. Tú has plantado la flor, pero esa flor ya estaba dentro de ti. Cuando un artista pinta un cuadro, entonces ¿dónde está la imagen, en su interior o en el lienzo? ¿O tal vez la música está en el instrumento o está en el alma del músico? ¿Dónde está el arte? Eso es la adoración: una exploración de la belleza divina dentro de nosotros" FRA SVETOZAR KRALJEVIC Extracto de la entrevista en el libro Medjugorje, de Jesús García. Editorial Libros Libres 2009
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