"La adoración es la exploración de los misterios de Dios en nuestra propia alma. Hay un tesoro escondido en la arena de nuestra alma y se tienen que hacer grandes esfuerzos para que encontremos ese tesoro divino en la arena. Dios puso en nuestro ser todos sus misterios, en nuestra alma. La adoración es la exploración de los misterios de Dios que están en nuestro interior. Este camino de la adoración es un camino sólo para valientes, porque la adoración es una valentía humana definitiva. Es el mayor acto de valentía humana. Por ejemplo, cuando el deportista entrena, explora los límites de su capacidad física, de sus posibilidades. Tanto como explora, así crece. Adoración es entrenamiento del alma. Es explorar lo que es capaz de hacer Dios en nosotros, y nosotros en Él. Nosotros tenemos que estar sin cesar en adoración. Incesantemente. Nuestra vida debería ser adoración.
Cuando tú plantas una flor, exploras sus misterios. Tú has plantado la flor, pero esa flor ya estaba dentro de ti. Cuando un artista pinta un cuadro, entonces, ¿dónde está la imagen, en su interior o en el lienzo? ¿O tal vez la música está en el instrumento o está en el alma del músico? ¿Dónde está el arte? Eso es la adoración: una exploración de la belleza divina dentro de nosotros"
FRA SVETOZAR KRALJEVIC. Extracto de la entrevista publicada en Medjugorje, de Jesús García. Editorial LIBROS LIBRES
"En la adoración desaparece todo el mundo y quedamos solos El y yo. Y si no conseguimos quedarnos a solas El y yo, no hay encuentro verdadero (...) La Presencia Envolvente envuelve y asume al "yo", mejor, desvanece la adherencia a una imagen. Al quedar asumido el hijo por el Padre, el "yo" de aquél deja de ser el centro. Con esto, el hijo suelta todas las apropiaciones y adherencias, y queda libre. Y partiendo de la objetividad, comienza la transformación. (...) Llega Dios, arranca las máscaras, desnuda al "yo" de los ropajes artificiales y, de repente, el hijo se siente puro, libre, vacío, transparente, respirando en paz, viendo todo con claridad (...) Lo que le sucede aquí al adorador es un fugitivo vislumbre de lo que será nuestra eternidad" IGNACIO LARRAÑAGA. Muéstrame tu rostro. Ediciones San Pablo (1979)
"¡Queridos hijos! Hoy los invito a enamorarse del Santísimo Sacramento del altar. Adórenlo, hijitos, en sus parroquias y así estarán unidos con todo el mundo. Jesús será su amigo y no hablarán de Él como de alguien a quien apenas conocen. La unión con Él será para ustedes gozo y serán testigos del amor que Jesús tiene por cada criatura. Hijitos, cuando adoran a Jesús también están cerca de Mí. Gracias por haber respondido a mi llamada" Mensaje de la Virgen en Medjugorje el 25 de septiembre de 1995
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La pasión de Cristo. Mel Gibson |
"¿Cómo Jesús puede repartir su Cuerpo y su Sangre? Haciendo del pan su Cuerpo y del vino su Sangre, anticipa su muerte, la acepta en lo más íntimo y la transforma en una acción de amor. Lo que desde el exterior es violencia brutal ―la crucifixión―, desde el interior se transforma en un acto de un amor que se entrega totalmente. Esta es la transformación sustancial que se realizó en el Cenáculo y que estaba destinada a suscitar un proceso de transformaciones cuyo último fin es la transformación del mundo hasta que Dios sea todo en todos (cf. 1 Co 15, 28). Desde siempre todos los hombres esperan en su corazón, de algún modo, un cambio, una transformación del mundo. Este es, ahora, el acto central de transformación capaz de renovar verdaderamente el mundo: la violencia se transforma en amor y, por tanto, la muerte en vida. Dado que este acto convierte la muerte en amor, la muerte como tal está ya, desde su interior, superada; en ella está ya presente la resurrección. La muerte ha sido, por así decir, profundamente herida, tanto que, de ahora en adelante, no puede ser la última palabra.
Esta es, por usar una imagen muy conocida para nosotros, la fisión nuclear llevada en lo más íntimo del ser; la victoria del amor sobre el odio, la victoria del amor sobre la muerte. Solamente esta íntima explosión del bien que vence al mal puede suscitar después la cadena de transformaciones que poco a poco cambiarán el mundo. Todos los demás cambios son superficiales y no salvan. Por esto hablamos de redención: lo que desde lo más íntimo era necesario ha sucedido, y nosotros podemos entrar en este dinamismo. Jesús puede distribuir su Cuerpo, porque se entrega realmente a sí mismo.

Aquel sutil canto ante el sagrario

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