"Se dignó hacerse hombre, ¿qué más quieres? ¿O se humilló Dios poco por ti? El que era Dios se hizo hombre. Estrecho era el establo: envuelto en pañales, fue colocado en un pesebre. Lo escuchasteis cuando se leyó el evangelio. ¿Quién hay que no se admire? El que llenaba el mundo no encontraba lugar en el establo; puesto en el pesebre se convirtió en vianda para nosotros... Fíjate en el pesebre" SAN AGUSTIN Sermón 189, 4
"Esta Razón creadora es Bondad. Es Amor. Tiene un rostro. Dios no nos deja andar a tientas en la oscuridad. Se ha manifestado como hombre. Es tan grande que se puede permitir hacerse muy pequeño. "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre", dice Jesús (Jn 14, 9). Dios ha asumido un rostro humano. Nos ama hasta el punto de dejarse clavar por nosotros en la cruz, para llevar los sufrimientos de la humanidad hasta el corazón de Dios. Hoy, que conocemos las patologías y las enfermedades mortales de la religión y de la razón, las destrucciones de la imagen de Dios a causa del odio y del fanatismo, es importante decir con claridad en qué Dios creemos y profesar con convicción este rostro humano de Dios. Sólo esto nos impide tener miedo a Dios, un sentimiento que en definitiva es la raíz del ateísmo moderno. Sólo este Dios nos salva del miedo del mundo y de la ansiedad ante el vacío de la propia vida. Sólo mirando a Jesucristo, nuestro gozo en Dios alcanza su plenitud, se hace gozo redimido" BENEDICTO XVI Homilia en la Santa Misa en la explanada de Islind, en Ratisbona. 4/10/200
"Tú, descuidando la obediencia, te perdiste en el ancho jardín de árboles fructíferos; él, por obediencia, vino en condición mortal a un establo estrechísimo, para buscar, mediante la muerte, al que estaba muerto. Tú, siendo hombre, quisiste ser Dios, para tu perdición; él, siendo Dios, quiso ser hombre, para hallar lo que estaba perdido. Tanto te oprimía la soberbia humana, que sólo la humildad divina te podía levantar" SAN AGUSTIN Sermón 188, 2-3
"Había una vez un rey que quería ver a Dios. Tenía todas las riquezas, había visto todo lo que se le antojaba y sólo le faltaba cumplir un deseo, el de ver a Dios. Reunió a todos los sabios del reino entero y les dijo: " Les doy tres días de plazo para que me digan cómo ver a Dios.” Pasaron los tres días y nadie pudo enseñarle a ver a Dios. El rey se llenó de cólera y los amenazó a todos con la muerte. Ni eso logró que encontraran la manera de hacerle ver a Dios. En eso se presentó un pastor sencillo y le dijo:"Te enseñaré como puedes ver a Dios.” Lo llevó al rey al campo abierto, le enseñó el sol y le dijo:"Mira".El rey quiso mirar el sol pero no pudo. "¿Acaso quieres que me vuelva ciego?" El pastor le replicó: "Señor, el sol es sólo una pequeña criatura del gran Dios, si no eres capaz de mirar su criatura ¿cómo lo vas a mirar a El?". El rey entendió esto. Sin embargo, no estaba contento aún y le dijo:"Dime, Pastor, ¿qué había antes de Dios?" El pastor le dijo: "¡Empieza a contar! "El rey contó: "Uno, dos, tres". Pero el pastor lo interrumpió:"No, debes contar desde antes, debes empezar antes del número uno.” El rey le contestó: “No hay nada antes del número uno.” Replicó el pastor: "De la misma manera no hay nada antes que Dios." "Contéstame otra pregunta más y me basta", dijo el rey. “¿Qué hace Dios?" "Eso te lo voy a contestar si dejas que cambiemos de ropa. Yo me pongo la tuya y tú te pones la mía." El rey bajó de su trono y cambió su ropa con el pastor. "Así es Dios”, explicó el pastor, “baja de su trono se viste como los hombres y los trata con tanta bondad que quiere darles su misma ropa de rey." Entonces dijo el rey:"Ahora sí entiendo a Dios" LEÓN TOLSTOI
"En efecto, el Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, renunció a su esplendor divino: "Se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte" (Flp 2, 6 ss). Como dicen los santos Padres, Dios realizó el sacrum commercium, el sagrado intercambio: asumió lo que era nuestro, para que nosotros pudiéramos recibir lo que era suyo, ser semejantes a Dios (...)
Cristo se ha puesto nuestros vestidos: el dolor y la alegría de ser hombre, el hambre, la sed, el cansancio, las esperanzas y las desilusiones, el miedo a la muerte, todas nuestras angustias hasta la muerte. Y nos ha dado sus "vestidos". Lo que expone en la carta a los Gálatas como simple "hecho" del bautismo —el don del nuevo ser—, san Pablo nos lo presenta en la carta a los Efesios como un compromiso permanente: "Debéis despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo (...) y revestiros del hombre nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. Si os airáis, no pequéis" (Ef 4, 22-26).
Esta teología del bautismo se repite de modo nuevo y con nueva insistencia en la ordenación sacerdotal. De la misma manera que en el bautismo se produce un "intercambio de vestidos", un intercambio de destinos, una nueva comunión existencial con Cristo, así también en el sacerdocio se da un intercambio: en la administración de los sacramentos el sacerdote actúa y habla ya "in persona Christi" BENEDICTO XVI Homilia de la Santa Misa Crismal. Jueves Santo 5 de Abril de 2007
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