"Algunos comentaristas hacen notar que los pastores, las almas sencillas, han sido los primeros en ir a ver a Jesús en el pesebre y han podido encontrar al Redentor del mundo.
Los sabios de Oriente, los representantes de quienes tienen renombre y alcurnia, llegaron mucho más tarde. Y los comentaristas añaden que esto es del todo obvio. En efecto, los pastores estaban allí al lado. No tenían más que «atravesar» (cf. Lc 2,15), como se atraviesa un corto trecho para ir donde un vecino. Por el contrario, los sabios vivían lejos. Debían recorrer un camino largo y difícil para llegar a Belén. Y necesitaban guía e indicaciones. Pues bien, también hoy hay almas sencillas y humildes que viven muy cerca del Señor. Por decirlo así, son sus vecinos, y pueden ir a encontrarlo fácilmente. Pero la mayor parte de nosotros, hombres modernos, vive lejos de Jesucristo, de Aquel que se ha hecho hombre, del Dios que ha venido entre nosotros. Vivimos en filosofías, en negocios y ocupaciones que nos llenan totalmente y desde las cuales el camino hasta el pesebre es muy largo. Dios debe impulsarnos continuamente y de muchos modos, y darnos una mano para que podamos salir del enredo de nuestros pensamientos y de nuestros compromisos, y así encontrar el camino hacia Él. Pero hay sendas para todos. El Señor va poniendo hitos adecuados a cada uno. Él nos llama a todos, para que también nosotros podamos decir: ¡Ea!, emprendamos la marcha, vayamos a Belén, hacia ese Dios que ha venido a nuestro encuentro. Sí, Dios se ha encaminado hacia nosotros. No podríamos llegar hasta Él sólo por nuestra cuenta. La senda supera nuestras fuerzas. Pero Dios se ha abajado. Viene a nuestro encuentro. Él ha hecho el tramo más largo del recorrido. Y ahora nos pide: Venid a ver cuánto os amo. Venid a ver que yo estoy aquí" (Benedicto XVI. Homilia de la Misa de Nochebuena. 24 de Diciembre de 2009)
"Tras la equivocación que supone buscar a Dios en un palacio, la luz de la estrella vuelve a brillar con su luz inconfundible, y ellos se llenaron de inmensa alegría, como niños perdidos que reencuentran el camino hacia el hogar. Al llegar a Belén, la realidad de pobreza y el encuentro con aquella extraña familia debió resultar desconcertante. Sólo el camino recorrido durante todo este tiempo, desde que salieron de Oriente, pudo hacer de ellos hombres humildes, capacitados para entender que el verdadero Dios era un Niño. Necesariamente, tuvieron que hacerse pequeños para reconocer al verdadero Rey en su verdadero Reino" Rafael Belda Serra. Se hicieron niños para ver a Dios. Alfa y Omega, número 767
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