"Si tecleas autoestima en Google encontrarás la cifra de resultados: ¡1.400.000 páginas sólo en francés! Allí aparece lo peor y lo mejor. De ningún modo me inclino por un retorno a la cristiandad de la Edad Media, pero estoy convencido de que el hombre del siglo XIII no tenía tantos problemas para amarse a sí mismo. Aquellos hombres tenían la certeza de ser criaturas de Dios, pecadoras ciertamente, pero dignas de amor y redención. Eran capaces de hacer grandes tonterías, pero creían en la posibilidad del rescate. En los siglos XVIII y XIX rechazaron a Dios con la ilusión de pensar que eliminarían de golpe la culpabilidad y que por fin el hombre sería libre y feliz. Olvidaron una cosa: sin Dios, el hombre está solo para llevar el peso de sus desdichas, de sus miserias y de sus faltas. Si no hay Dios, tampoco hay misericordia ni perdón. El hombre de hoy está un poco condenado a triunfar en la vida, sin remisión posible en caso de fracaso. No puede absolverse a sí mismo, a pesar de los intentos que haga en ese sentido, incluso con un ejército de psicólogos que le libre de culpabilidad. La autoestima necesita un fundamento: la certeza de que, ocurra lo que ocurra, soy amado y puedo amar. Sólo Dios puede garantizar absolutamente esta certeza" JACQUES PHILIPPE Llamados a la vida Ediciones RIALP Colección Patmos 2011
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