EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

La virginidad

La Pasión de Cristo. Mel Gibson

    "La llamamos La Virgen. La virginidad es en sí misma silencio y soledad. Si bien la virginidad hace también referencia a los aspectos biológicos y afectivos, sin embargo, el misterio de la virginidad encierra contornos mucho más amplios. 
        
        En primer lugar, la virginidad es, fisológica y psicológicamente, silencio. El corazón de un virgen es esencialmente un corazón solitario. Las emociones humanas de orden afectivo-sexual que de por sí son clamorosas, quedan en completo silencio en un corazón virgen, todo queda en calma, en paz, como una llama apagada. Ni reprimida ni suprimida, sino controlada. 
         
       La virginidad tiene hundidas sus raíces en el misterio de la pobreza. Posiblemente es el aspecto más radical de la pobreza (...) Soledad, silencio, pobreza, virginidad -conceptos tan condicionales y entrecruzados- no son ni tienen en sí mismos valor alguno; son vacíos y carecen de valor. Sólo un contenido les da sentido y valor: Dios. Virginidad significa pleno consentimiento al pleno dominio de Dios, a la plena y exclusiva presencia del Señor. Dios mismo es el misterio final y la explicación total de la virginidad. 
         
      Es evidente que la constitución psicológica del hombre y de la mujer exige mutua complementariedad. Cuando el Dios vivo y verdadero ocupa, viva y completamente, un corazón virgen, no existen necesidades complementarias, porque el corazón está ocupado y "realizado" completamente. Pero cuando Dios, de hecho, no ocupa completamente un corazón consagrado, entonces sí nace inmediatamente la necesidad de complementariedad (...)

           La virginidad sin Dios -sin un Dios vivo y verdadero- es un absurdo humano, desde cualquier punto de vista. La castidad sin Dios es siempre represión y fuente de neurosis. Más claro: si Dios no está vivo en un corazón consagrado, ningún ser normal en este mundo puede ser virgen ni casto, al menos en el sentido radical de estos conceptos. 

            Sólo Dios es capaz de despertar armonías inmortales en el corazón solitario y silencioso de un virgen. Y de esta manera Dios, siempre prodigioso, origina el misterio de la libertad. El corazón de un verdadero virgen es esencialmente libertad. Un corazón consagrado a Dios, en virginidad -y habitado de verdad por su presencia-, nunca va a permitir, no "puede"  permitir que su corazón quede dependiente de nadie.
              
            Ese corazón virgen puede y debe amar profundamente, pero siempre permanece señor de sí mismo. Y eso porque su amor es fundamentalmente un amor oblativo y difusivo. El afecto meramente humano, por esconder diferentes y camufladas dosis de egoísmo, tiende a ser exclusivo y posesivo. Es difícil, casi imposible, amar a todos cuando se ama a una sola persona. El amor oblativo tiende a ser oblativo y universal. Sólo desde la plataforma de Dios se pueden desplegar las grandes energías ofrendadas al Señor, hacia todos los hermanos. Si un virgen no abre sus capacidades afectivas al servicio de todos, estaríamos ante una vivencia frustrada y por consiguiente falsa de virginidad.
               De ahí sucede que la virginidad sea libertad. Un corazón virgen no "puede" permitir que nadie domine o absorba ese corazón, aun cuando ame y sea amado profundamente. Dios es libertad en él. Posiblemente, el signo inequívoco de la virginidad esté en esto: no crea dependencias ni queda dependiente de nadie. El que es libre -virgen- siempre liberta, amando y siendo amado. Es Dios el que realiza este equilibrio. Así fue Jesús.

                Si Dios es el misterio y la explicación de la virginidad, podríamos concluir que, cuanta más virginidad, más plenitud de Dios y más capacidad de amar. María es plena de gracia porque es plenamente virgen. De modo que la virginidad es, además de libertad, plenitud.

                María es una profunda soledad -virginidad- poblada completamente por su Señor Dios. Dios la colma y la calma. El Señor habita en ella plenamente. Dios la puebla completamente. Esa figura humana que aparece en los evangelios, tan plena de madurez y paz, atenta y servicial para con los demás, es el fruto de una virginidad vivida a la perfección" 

Extracto de El silencio de María IGNACIO LARRAÑAGA Editorial San Pablo (2008)



     "La virginidad física es la expresión exterior del hecho de que la persona no pertenece mas que a sí misma y a Dios (...) En la relación del ser humano con Dios, entendida como una relación de amor, la actitud de abandono respecto de Dios puede y debe tener lugar y es comprensible porque el hombre religioso tiene conciencia de que Dios se le da de manera divina y sobrenatural, misterio de la fe revelado por Cristo. 


       Así aparece la posibilidad del amor recíproco: la persona humana, la bien amada de Dios, se da a Él y sólo a Él. Este abandono exclusivo y entero es el fruto de un proceso espiritual que tiene lugar en la interioridad de la persona bajo la influencia de la Gracia. Él constituye la esencia de la virtud de la virginidad. Ésta representa el amor esponsal de Dios. 

       (...)


      Quien escoge hacer a Dios un don de sí total y exclusivo, escoge al mismo tiempo permanecer virgen, puesto que la virginidad física es signo de que la persona es dueña de sí y no pertenece mas que a Dios. La virginidad acentúa aún más este hecho: lo que no era mas que un estado natural se hace objeto de la voluntad, de una decisión y una elección realizadas a conciencia" KAROL WOJTYLA  Amor y responsabilidad 


 Consagración de vírgenes seglares en Valencia

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