EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

La oración de intercesión: la corriente de Dios


        El ejemplo que cito a continuación no es mio. Me lo contó hace poco un fraile capuchino amigo mio. Con este símil queria describirme cómo vive él la oración de intercesión por mi familia y el resto de personas por las que reza. Para él, todos aquellos por los que ora forman parte de un circuito eléctrico. Y su oración, que a su vez le viene dada de Dios, es el inicio del circuito. Por así decirlo, la batería. En ella está toda la fuente de Gracia y Luz que Dios quiere derramar sobre las personas por las que ora. Y la oración distribuye esa corriente sobre todos ellos. Mi amigo siempre me dice lo mismo: "Tú y tu familia formáis parte de mi vida. Ya no estáis huérfanos". Aunque tengamos muchas más personas con las que nos relacionamos, además de la familia, el formar parte de su circuito es la garantía última de que siempre nos tiene presentes. Éso es lo que para él significa que nunca nos quedaremos huérfanos. Aunque todo nos falle, siempre tendremos su oración de intercesión.

           Siguiendo con el ejemplo, mi amigo me cuenta que a partir de su oración, esta corriente espiritual va llegando a cada uno de los que formamos parte de su circuito y, según llegan las gracias asociadas a sus plegarias, nos vamos encendiendo como bombillas. Es decir, nos va llegando la Luz, nos va llegando el Espíritu Santo. Sin ningún esfuerzo por nuestra parte. Todo dado. Todo regalado. Simplemente por la oración de intercesión de un fraile capuchino que ha ofrecido su pobreza y el resto de sus votos para que otros nos llenemos de la Gracia de Dios. Sin merecerlo. Sólo por los méritos de sus renuncias. Sólo porque él da su vida por nosotros, porque él se ha hecho uno con Jesucristo.  

          Gracias, hermano capuchino, por todas tus oraciones. Y gracias hermanas agustinas contemplativas, clarisas capuchinas, hermanitas del Cordero y hermanas de Iesu Communio por vuestras plegarias. Gracias por la Iglesia silenciosa, retirada, raíz del árbol en el que vivimos y nos alimentamos la comunidad de los fieles cristianos. Gracias porque habéis optado radicalmente por Cristo en esta generación. 

        Por cierto, he encontrado una cita muy interesante de Teresa de Calcuta sobre el tema de este post:

    "A menudo puedes ver cables que cruzan las calles. Antes de que la corriente fluya por ellos no hay luz. El cable somos tú y yo. ¡La corriente es Dios! Tenemos el poder de dejar pasar la corriente a través de nosotros y de este modo generar la luz del mundo- JESUS- o de negarnos a ser utilizados y de este modo permitir que se extienda la oscuridad" 

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