El cielo es la unión con Dios. Es la plena identificación con Cristo. Es vivir con Él, el Resucitado. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, "vivir en el cielo es estar con Cristo" (CIC, 1025) El cielo, por tanto, es un estado del alma, no un espacio físico. Cristo resucitado vive en medio de nosotros, como nos prometió ("Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"; "allí donde dos o tres se reunan en Mi nombre, allí estoy Yo") Por tanto, vivir el cielo no es desplazarse a un espacio físico de las alturas donde viven Dios y su hijo, sino es vivir con ellos. Así, una pequeña parte de ese estado puede ser vivida ya en la vida terrena (aunque sólo será vivida en plenitud después de la muerte).
Como dice Benedicto XVI, "Cristo nos llama a encontrar el cielo en Él, a encontrarlo en los otros y así ser cielo el uno para el otro, dejar que el cielo brille en esta tierra, que venga a nosotros su cielo. Jesús nos tiende la mano en su mensaje de Pascua, en el misterio de los sacramentos, para que ahora sea Pascua, para que la luz del cielo surja en este mundo y las puertas se abran ¡Cojamos su mano!" (BENEDICTO XVI Miremos al traspasado)
Este estado puede vivirlo el ser humano incluso en medio de los sufrimientos de la vida. ¿Cómo es posible? Centrando su vida en Dios: "la vida eterna existe en medio de la temporalidad, allí donde nosotros alcanzamos el "cara a cara" con Dios; a través de la contemplación del Dios vivo se puede llegar a algo así como el fundamento originario de nuestra alma. Como un amor poderoso, ya no nos puede ser arrebatado a través de las vicisitudes de la vida, sino que constituye un centro indestructible, del que procede el impulso y la alegría para ir avanzando hacia adelante, incluso cuando las condiciones externas son dolorosas y difíciles" (BENEDICTO XVI Mi gozo es estar a tu lado)
HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
"La característica del "cielo" es que allí se cumple indefectiblemente la voluntad de Dios o, con otras palabras, que allí donde se cumple la voluntad de Dios, está el cielo. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad. La tierra se convierte en "cielo" si y en la medidad en que en ella se cumple la voluntad de Dios, mientras que es solamente "tierra", polo opuesto del cielo, si y en la medida en que se sustrae a la voluntad de Dios. Por eso pedimos que las cosas vayan en la tierra como van en el cielo, que la "tierra" se convierta en "cielo" (BENEDICTO XVI Jesús de Nazaret)
HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
"La característica del "cielo" es que allí se cumple indefectiblemente la voluntad de Dios o, con otras palabras, que allí donde se cumple la voluntad de Dios, está el cielo. La esencia del cielo es ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad. La tierra se convierte en "cielo" si y en la medidad en que en ella se cumple la voluntad de Dios, mientras que es solamente "tierra", polo opuesto del cielo, si y en la medida en que se sustrae a la voluntad de Dios. Por eso pedimos que las cosas vayan en la tierra como van en el cielo, que la "tierra" se convierta en "cielo" (BENEDICTO XVI Jesús de Nazaret)
Ésta es la vida propia de los santos, aquellos que han sido transformados por el amor de Dios: "el santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que queda progresivamente transformado. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, incluso a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta en el servicio humilde y desinteresado del prójimo, especialmente de aquellos que no tienen la capacidad de responder" (BENEDICTO XVI Homilia de la misa conclusiva del Año de la Eucaristia, 23 de Octubre de 2005)
Aparte de esta vivencia santa, el alma en perfecta comunión con Cristo vive la plenitud del cielo después de la muerte, en la presencia plena. A lo largo de la historia de la salvación, Dios ha permitido a algunos de sus elegidos poder ver en vida el cielo. Ser testigos de esta realidad. El ejemplo más claro lo dió Jesús en la Transfiguración a un reducido grupo de sus apóstoles. Pero también tenemos experiencias celestiales contemporáneas. Es el caso de los videntes de Medjugorje, cuando eran unos niños, en los años 80. Así lo describen Vicka y Jakov, dos de ellos:
VICKA: "El Paraíso es un espacio infinito, una luz que no existe en general en la tierra. Vimos a las personas vestidas de gris, rosa y amarillo. Pasean, rezan, cantan, y encima los pequeños ángeles revolotean, y la Virgen nos dijo: "¿Veis cómo estas personas están muy felices?" Es un gozo que no se puede describir con las palabras, que no existe aquí en la tierra" (JESÚS GARCIA Medjugorje Editorial Libros Libres 2009) "Vi a muchas personas, y todas son muy, muy felices (...) Se comunican entre sí de una forma inexistente en la Tierra, y se conocen desde su interior (...) La Gospa nos lo explicaba todo. "¡Mirad qué felices están estas personas!", nos decía. "¡Nada les hace falta!" (...) Yo misma experimentaba la felicidad de los elegidos. No te la puedo explicar, solo la puedo vivir en mi corazón"(SOR EMMANUEL MAILLARD Medjugorje, el triunfo del corazón Editora Asociación Hijos de Medjugorje)
JAKOV: "Vi un espacio infinito, con una luz muy especial, que nunca antes había visto en la tierra, muy cálida. Allí habia mucha gente. Eran almas, que vestían con unos vestidos largos, de una pieza hasta los pies. Algo sorprendente fue que no vimos que hubiese diferencia de edades entre unos y otros. Todos tenían la misma edad. Pero lo más bonito de todo fue la sensación: allí me sentia bien. Sentía una alegría y una paz que eran desconocidas, y en los rostros de esas personas se veía esa paz. Parecido a esas veces que en nuestra vida hemos dicho de alguien que transmite paz, así la transmitian todas aquellas personas. Al terminar aquella aparición necesité mucho tiempo y oración para comprender en qué lugar estuve. Lo comprendí después de un tiempo, y me di cuenta de que el paraíso no es algo que nos entre por los ojos, sino en el corazón. Yo estoy seguro de que si cada uno de nosotros, en esta vida, acepta a Dios y le tiene en su corazón, ya está viviendo una parte del paraíso" (JESÚS GARCÍA Medjugorje Editorial Libros Libres 2009)
La vivencia sobrenatural del cielo también le ha sido concedida temporalmente por Dios a determinadas personas que han estado en una situación próxima a la muerte. Es el caso de Gloria Polo, una mujer colombiana abatida por un rayo el 5 de mayo de 1995 y que cuando estuvo clínicamente muerta en la Unidad de Cuidados Intensivos experimentó una serie de vivencias sobrenaturales:
"Estoy aquí, queridos hijos, para ayudaros y conduciros al Cielo. En el Cielo hay alegría, y a través de la alegría podéis ya, desde ahora, vivir el Cielo." Mensaje de la Virgen en Medjugorje el 25 de Mayo de 1991.
El cielo como plenitud de intimidad con Dios. Catequesis del Papa Juan Pablo II en la Audiencia del 21 de Julio de 1999
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