"Tú, Señor, sólo estás en el corazón desprendido de todo. Tú, buen Jesús, divino amado mío, tienes tus delicias...¡Ah!, Señor, qué voy a decir, en el corazón del hombre...Yo te brindo el mío.
Déjame hacer en el tuyo mi celda. Déjame hacer junto a él mi lecho. Déjame vivir solo y desnudo de todo junto a tu Corazón Divino, y ríame de los hábitos, de las coronas, y...de las barbas de todos los conversos del mundo. Seré siempre el mismo para Ti, ¿verdad, Jesús?" HERMANO RAFAEL Dios y mi alma. 1095 (1938)
No hay comentarios:
Publicar un comentario