LA SANTIDAD ES JESÚS VIVIENDO Y ACTUANDO EN NOSOTROS
“El primer paso para ser santo es desearlo. Jesús quiere que seamos tan santos como Su Padre. La santidad consiste en hacer la voluntad de Dios con alegría. Las palabras "Deseo ser santo" significan: quiero despojarme de todo lo que no sea de Dios; quiero despojarme y vaciar mi corazón de cosas materiales. Quiero renunciar a mi voluntad, a mis inclinaciones, a mis caprichos, a mi inconstancia, y ser un esclavo generoso de la voluntad de Dios.
Con una total voluntad amaré a Dios, optaré por Él, corerré hacia Él, llegaré a Él y Lo poseeré. Pero todo depende de las palabras "Quiero" o "No quiero". He puesto toda mi energía en la palabra "Quiero". Para ser santos necesitamos humildad y oración".
"Nuestras obras de caridad no son otra cosa que el rebosar de nuestro amor por Dios que surge de nuestro interior. Por lo tanto, aquel que está más unido a Él ama más a su prójimo”. “Nuestra actividad es verdaderamente apostólica sólo en la medida en que permitimos que él actué en y por medio de nosotros –con su poder, con su deseo, con su amor. Debemos ser santos, no porque queremos sentirnos santos, sino porque Cristo debe ser capaz de vivir su vida plenamente en nosotros”.
Con una total voluntad amaré a Dios, optaré por Él, corerré hacia Él, llegaré a Él y Lo poseeré. Pero todo depende de las palabras "Quiero" o "No quiero". He puesto toda mi energía en la palabra "Quiero". Para ser santos necesitamos humildad y oración".
"Nuestras obras de caridad no son otra cosa que el rebosar de nuestro amor por Dios que surge de nuestro interior. Por lo tanto, aquel que está más unido a Él ama más a su prójimo”. “Nuestra actividad es verdaderamente apostólica sólo en la medida en que permitimos que él actué en y por medio de nosotros –con su poder, con su deseo, con su amor. Debemos ser santos, no porque queremos sentirnos santos, sino porque Cristo debe ser capaz de vivir su vida plenamente en nosotros”.
“Consumámonos con él y por él. Déjale ver con tus ojos, hablar con tu
lengua, trabajar con tus manos, caminar con tus pies, pensar con tu
cabeza y amar con tu corazón. ¿No es esto la unión perfecta, una
continua oración amorosa? Dios es nuestro padre amoroso. Permite que tu
luz de amor brille tanto ante los hombres que al ver tus buenas obras
(lavar, barrer, cocinar, amar a tu marido ya tus hijos) puedan
glorificar al Padre”. “Sé santo. La santidad es el camino más fácil para
saciar la sed de Jesús, la suya por ti y la tuya por él”. MADRE TERESA DE CALCUTA
NO TENGAMOS MIEDO DE TENDER HACIA LO ALTO
"Queridos amigos, ¡qué grande y bella, y también sencilla, es la vocación cristiana vista a esta luz! Todos estamos llamados a la santidad: es la medida misma de la vida cristiana. Una vez más san Pablo lo expresa con gran intensidad cuando escribe: «A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo ... Y él ha constituido a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud» (Ef 4, 7.11-13). Quiero invitaros a todos a abriros a la acción del Espíritu Santo, que transforma nuestra vida, para ser también nosotros como teselas del gran mosaico de santidad que Dios va creando en la historia, a fin de que el rostro de Cristo brille en la plenitud de su esplendor. No tengamos miedo de tender hacia lo alto, hacia las alturas de Dios; no tengamos miedo de que Dios nos pida demasiado; dejémonos guiar en todas las acciones cotidianas por su Palabra, aunque nos sintamos pobres, inadecuados, pecadores: será él quien nos transforme según su amor" BENEDICTO XVI. Audiencia general del 13 de Abril de 2011
NO TENGAMOS MIEDO DE TENDER HACIA LO ALTO
"Queridos amigos, ¡qué grande y bella, y también sencilla, es la vocación cristiana vista a esta luz! Todos estamos llamados a la santidad: es la medida misma de la vida cristiana. Una vez más san Pablo lo expresa con gran intensidad cuando escribe: «A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo ... Y él ha constituido a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud» (Ef 4, 7.11-13). Quiero invitaros a todos a abriros a la acción del Espíritu Santo, que transforma nuestra vida, para ser también nosotros como teselas del gran mosaico de santidad que Dios va creando en la historia, a fin de que el rostro de Cristo brille en la plenitud de su esplendor. No tengamos miedo de tender hacia lo alto, hacia las alturas de Dios; no tengamos miedo de que Dios nos pida demasiado; dejémonos guiar en todas las acciones cotidianas por su Palabra, aunque nos sintamos pobres, inadecuados, pecadores: será él quien nos transforme según su amor" BENEDICTO XVI. Audiencia general del 13 de Abril de 2011
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