"Toda persona ha sido creada para que pueda entrar en diálogo
con Dios, con el Infinito. Al inicio de la historia del mundo, Adán y Eva son
fruto de un acto de amor de Dios, hechos a su imagen y semejanza, y su vida y su
relación con el Creador coincidían: «Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó, varón y mujer los creó» (Gn 1, 27). Y el pecado original
tiene su raíz última precisamente en el sustraerse de nuestros progenitores a
esta relación constitutiva, en querer ocupar el lugar de Dios, en creer que
podían prescindir de él. Sin embargo, también después del pecado permanece en el
hombre el deseo apremiante de este diálogo, casi una firma grabada con fuego en
su alma y en su carne por el Creador mismo"
"Incluso cuando se rechaza o se niega a
Dios, no desaparece la sed de infinito que habita en el hombre. Al contrario,
comienza una búsqueda afanosa y estéril de «falsos infinitos» que puedan
satisfacer al menos por un momento. La sed del alma y el anhelo de la carne de
los que habla el salmista no se pueden eliminar; así el hombre, sin saberlo, va
en busca del Infinito, pero en direcciones equivocadas: en la droga, en una
sexualidad vivida de modo desordenado, en las tecnologías totalizadoras, en el
éxito a cualquier precio, incluso en formas engañosas de religiosidad. También a
menudo se corre el riesgo de absolutizar las cosas buenas, que Dios ha creado
como caminos que conducen a él, convirtiéndolas así en ídolos que sustituyen al
Creador".
"Para encontrarse
verdaderamente a sí mismo y la propia identidad, para vivir a la altura del
propio ser, el hombre debe volver a reconocerse criatura, dependiente de Dios.
Al reconocimiento de esta dependencia —que en lo profundo es el gozoso
descubrimiento de ser hijos de Dios— está vinculada la posibilidad de una vida
verdaderamente libre y plena".
"El Infinito mismo, en efecto, para hacerse respuesta que el
hombre pueda experimentar, asumió una forma finita. Desde la Encarnación, desde
el momento en que el Verbo se hizo carne, quedó eliminada la insalvable
distancia entre finito e infinito: el Dios eterno e infinito dejó su Cielo y
entró en el tiempo, se sumergió en la finitud humana. Ahora ya nada es banal o
insignificante en el camino de la vida y del mundo. El hombre está hecho para un
Dios infinito que se ha hecho carne, que ha asumido nuestra humanidad para
atraerla a las alturas de su ser divino".
"Cada cosa, cada relación, cada alegría, como también cada dificultad, encuentra
su razón última en el hecho de que es ocasión de relación con el Infinito, voz
de Dios que continuamente nos llama y nos invita a elevar la mirada, a descubrir
en la adhesión a él la realización plena de nuestra humanidad. «Nos has hecho
para ti —escribía san Agustín— y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en ti» (Confesiones I, 1, 1). No debemos tener miedo de aquello
que Dios nos pide a través de las circunstancias de la vida, aunque fuera
nuestra entrega total en una forma particular de seguir e imitar a Cristo en el
sacerdocio o en la vida religiosa. El Señor, al llamar a algunos a vivir
totalmente de él, invita a todos a reconocer la esencia de la propia naturaleza
de seres humanos: estamos hechos para el infinito. Y Dios quiere nuestra
felicidad, nuestra plena realización humana". BENEDICTO XVI Mensaje a los participantes de la XXXIII edición del Meeting de Rímini 10 de Agosto de 2012
“¡Queridos hijos! Mientras miráis en la naturaleza la riqueza de colores
que el Altísimo os da, abrid el corazón y orad con agradecimiento por
todo el bien que tenéis, y decid: “he sido creado aquí para la
eternidad”, y anhelad las cosas celestiales, porque Dios os ama con un
amor infinito. Por eso, Él también me dio a vosotros para deciros:
solamente en Dios está vuestra paz y esperanza, queridos hijos. Gracias
por haber respondido a mi llamada”. Mensaje de la Virgen en Medjugorje el 25 de septiembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario