"Contempla ahora el cielo y la tierra; no te agraden los cuerpos hermosos de tal modo que quieras hacerte feliz con ellos. En tu alma está lo que buscas. Quieres ser feliz, busca en tu misma alma qué cosa haya mejor... Luego ya sólo resta que busques lo que es mejor que tu alma. ¿Y qué cosa habrá, si no es tu Dios?
No encontrarás cosa mejor para tu alma, porque, al hacerse naturaleza perfecta, se igualará a los ángeles. Y ya sobre ella no hay otra cosa, a no ser el Creador. Elévate a Él; no desesperes, no digas: Dista mucho de mí. Mucho más dista el oro que quizá pretendes conseguir. Pues, aunque anheles el oro, quizá no lo adquirirás; pero, cuando anhelas a Dios, le tendrás, porque aun antes de que le quieras, viene a ti; aún más, teniendo la voluntad apartada de Él, te llamó; y al dirigirte a Él, te amedrentó; y al confesarle atemorizado, te consoló” SAN AGUSTIN Comentario al Salmo 32, II, s.2, 16
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