"El bautismo de Juan tenía carácter penitencial: era un baño de agua que simbolizaba la purificación de los pecados; por eso Juan predicaba a la orilla del río, y quienes acudían a sus márgenes "confesaban sus pecados" (Mt 3,6) Marcos nos dirá que el bautismo de Juan era un signo de conversión, un rito "para el perdón de los pecados" (Mt 1,4; Lc 3,3). Con los textos evangélicos en la mano es difícil, por no decir imposible, sustraerse a la conclusión de que, colocado Jesús en la fila de los penitentes y pecadores, buscaba la "remisión de los pecados". ¿Por qué quiso someterse al rito inicial de los pecadores? ¿Acaso no era el Hijo de Dios, el sin pecado y el impecable, el Santo de Dios?"
(...)
"Es inútil empeñarse en buscar explicaciones sutiles e imposibles. Estamos ante el resplandor de aquel a quien desde el principio hemos definido y calificado como el Pobre de Nazaret; estamos ante una música silenciosa convocando las voces de la noche para orquestar un nocturno. En una noche como ésta los chacales duermen, y las ondas bajarán hasta tocar el corazón mismo de la tierra.
Estamos ante una de las escenas más conmovedoras del Hombre de Nazaret en su condición de Pobre: el Hijo de Dios, luz de luz y nardo perfumado, espera pacientemente en la fila de las fieras y los halcones, fornicarios y adúlteros, hombres vestidos de tempestad y ceñidos de puñal; él, el cordero blanco e inerme, esperando su turno como uno más entre los pecadores para entrar en las aguas purificadoras..., aquel día nació la Humildad, le nacieron alas potentes y escaló la altura más encumbrada."
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"Todo ésto culminará en la cruz, pero aquí, a la orilla del río, la humillación es aún más lacerante, porque el Pobre desciende a las aguas envuelto en el barro de la inmundicia humana, pasando como un pecador entre los pecadores. Hemos llegado a la última plataforma de la Encarnación: el santo de Dios, siendo impecable, sometido a toda semejanza de pecado, hecho "pecador" con los pecadores, para elevarlos a la santidad de Dios" IGNACIO LARRAÑAGA. El Pobre de Nazaret Capítulo 2. Ediciones San Pablo (1990)
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