La Pasión de Cristo. Mel Gibson |
"La lucha era a muerte. Era la guerra plena, la última batalla entre el bien y el mal. Hacía siglos que se venían librando escaramuzas, desde aquel primer día en que nuestro padre Adán había sido seducido por la serpiente. Ahora había llegado el momento final. La serpiente alzaba de nuevo su cabeza poderosa, pero esta vez ya sin tapujos, sin ocultas seducciones, abiertamente. Queria devorar al resto del bien que habia permanecido en la tierra. Quería acabar con los que habian luchado por ser fieles a su Creador. Y allí estaba mi hijo, sólo, camino del Monte de la Calavera, camino del trono del Maligno, para serle inmolado. Lo que ella no sabía era que, junto a ese hombre acosado había una mujer y que esa mujer era su madre. Y contra el amor de una madre no puede ni la serpiente. El primer hombre no te, la astuta seductora, tenía una mujer a su lado para empujarle por el camino del bien, sino todo lo contrario. Ahora ocurría al revés. Si por una mujer había entrado el pecado en el mundo, una mujer tenía que ser también la que apoyara al hombre en la lucha contra ese pecado. Y esa mujer elegida era yo (...) Y aquella noche supe que mi pie pisaba la cabeza de la serpiente mientras ella, desesperada por la derrota, me mordía inútilmente en el talón. Mi fuerza, la fuerza que sólo sabe tener una mujer que es madre, ayudó a mi hijo a derrotar a la serpiente, al Maligno (...)
Aquella noche yo peleé junto a mi hijo contra el mal. Yo le sostenía mientras él se tambaleaba, para que él pudiera vencer y acabar definitivamente con el poder del señor de las tinieblas. Por eso perdoné. Por eso recé también yo por Judas y por todos los que le mataban, como hizo mi hijo desde la cruz. Por eso no te regañé, ni a ti ni a los demás. Por eso acepté ser tu madre y la madre de todos, incluso de aquellos que tanto daño le habían hecho y le siguen haciendo a mi hijo. Por eso, porque para vencer al mal sólo se puede emplear el bien y porque el mal empieza a ganar terreno cuando el bien decide utilizar otras armas distintas a las del perdón y la misericordia" SANTIAGO MARTIN El evangelio secreto de la Virgen María. Editorial Planeta (2006)
Aquella noche yo peleé junto a mi hijo contra el mal. Yo le sostenía mientras él se tambaleaba, para que él pudiera vencer y acabar definitivamente con el poder del señor de las tinieblas. Por eso perdoné. Por eso recé también yo por Judas y por todos los que le mataban, como hizo mi hijo desde la cruz. Por eso no te regañé, ni a ti ni a los demás. Por eso acepté ser tu madre y la madre de todos, incluso de aquellos que tanto daño le habían hecho y le siguen haciendo a mi hijo. Por eso, porque para vencer al mal sólo se puede emplear el bien y porque el mal empieza a ganar terreno cuando el bien decide utilizar otras armas distintas a las del perdón y la misericordia" SANTIAGO MARTIN El evangelio secreto de la Virgen María. Editorial Planeta (2006)
Nota relacionada en el blog:
No hay comentarios:
Publicar un comentario