EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

El sentido de mi vida

¿Cuántas veces hemos pensado que nuestra vida ha sido como este cuadro? Un conjunto de detalles que pretenden tener una unidad pero que realmente no dicen nada: no tiene sentido.  Casi una obra abstracta o surrealista. Formas que tratan de ser bellas pero que ni siquiera forman algo armónico: unas veces las formas florales son nítidas y claras (los momentos felices y en paz) y otras veces más oscuras (las dificultades) Cuántas veces nuestra vida nos ha parecido aburrida y sin sentido (plana, como la superficie amarilla de arriba) y cuántas ha sido turbulenta, agitada, ansiosa, confusa y dramática (las formas onduladas de abajo). Quisiéramos encontrar un sentido a nuestra vida, pero no lo hallamos. Las pinceladas de nuestra vida son contundentes: no dan forma a nada que tenga sentido. ¿Para qué hemos vivido? Así nos hemos hecho muchas veces la pregunta. Pero este sinsentido es pura apariencia. Es fruto de una tentación a la que hemos sucumbido: la de pensar que nuestra vida es un hecho aislado y al que nosotros le queremos y le debemos dar un sentido. Pero no es un fenómeno aislado, puesto que somos seres en relación, creados para los demás. Por tanto, nuestra vida, las pinceladas de nuestros aconteceres, tienen mucha más importancia de la que nosotros creemos: están en relación con las de los que nos rodean. 
Así, las formas aparentemente sin sentido de nuestra vida ahora cobran una nueva realidad: forman parte de una aparente diadema sobre los cabellos de una mujer. Nuestras turbulencias ya no son sólo turbulencias, sino una pequeña parte de uno de los rincones más bellos de la mujer: el nacimiento de su cabello. Las formas florales forman parte de una bella diadema que recoge ese bello cabello. Y la plarte más plana de nuestro cuadro, esa zona amarilla de nuestra tediosa vida, resulta que forma parte de los cabellos peinados de esta mujer.

Una mujer que, como podemos apreciar, es un ser celestial, es decir, de la misma naturaleza que Dios (para ello el artista ha pintado un halo dorado, ya que el oro es la representación de la eternidad) Una mujer con sus brazos recogidos y su cabeza inclinada, como signo de aceptación humilde de una noticia inesperada. Es la Virgen Maria, la Madre de Dios.

Ahora parece claro que nuestra vida ya tiene sentido. Primero, porque no es un hecho aislado, sino que forma parte de un todo que ya tiene un sentido. Y segundo, no somos capaces por nosotros mismos de darle el sentido. El sentido sólo lo podemos descubrir a través de los otros, que ahora ya sabemos que forman con nosotros un mismo cuadro. 

Fra Angelico. La Anunciación. Museo del Prado
 Un cuadro precioso, probablemente el más bello: la vida. Sí, así es. Hasta nuestros sufrimientos tienen un sentido, porque forman parte de un plan que jamás se nos hubiera pasado por nuestra cabeza:  formar parte de la Belleza creadora de Dios, que es el que da sentido a todo. Aquél que es capaz de hacer bello algo que el hombre ha deformado, manipulado o alterado a su antojo: su propia vida. Dios lo ha acabado haciendo bello. Y ha hecho bello el detalle de nuestra vida dentro del gran cuadro de la historia, pero también ha hecho bellos los detalles de las personas que nos rodean. Y así ha hecho una gran obra que sólo podremos observar en su totalidad al final de los tiempos. De momento, Él nos ha prestado unas primicias: la Belleza y las pinceladas de un fraile artista italiano del siglo XV.

Detalles fotográficos tomados de El Museo del Prado en Google Earth

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