Es una realidad cada vez más evidente: las redes sociales (Facebook,Tuenti, MySpace) se han convertido en el objetivo prioritario de los dos grandes poderes: el económico y el político.
Las grandes empresas y la diferentes administraciones públicas se han colado por la puerta de atrás de estas plataformas diseñadas para crear redes virtuales de amigos. Y es que ya hay más de 500 millones de usuarios de estas redes. Es un enorme mercado virgen, todavia por explotar y, además, formado mayoritariamente por consumidores jóvenes o de cierto poder adquisitivo. Son fácilmente accesibles: por su debilidad ideológica y vulnerabilidad moral (en el primero de los dos casos) y también por su capacidad de gasto (en el segundo) Sin duda, es el gran mercado del futuro. Y además, se han convertido en el terreno perfecto para que acampen los piratas.
La presencia de campañas en estas redes no es una cuestión anecdótica, aunque aún tengan poca dimensión. Las mismas plataformas ya disponen de sus propios departamentos de gestión de publicidad y campañas, como es el caso de Tuenti y Facebook
Tuenti, por ejemplo, vende sus cifras en su página de publicidad:
- El 60% de los usuarios se conectan a diario y pasan una media de 80 minutos online.
- Más de 20 mil millones de páginas vistas al mes
- 86% de penetración de mercado en la población española
- 51% mujeres y 49% hombres
Y véase la dimensión de las empresas que apoyan su estrategia:
Además, este mercado ya es estudiado por expertos de márketing:
Pero estas redes sociales, como hemos dicho, no son sólo el objetivo de empresas, sino también de instituciones públicas, que han visto en ellas un filón para dar propaganda a sus políticas:
Así, como aquí vemos, en el grupo de amiguetes se ha colado un desconocido que parece que quiera hacerse amigo nuestro, porque tiene mucho interés en llegar a nosotros. Porque es donde más rápido puede llegar a nosotros. Me pregunto ¿aceptaria un jóven usuario de Facebook o Tuenti que su padre le hable de su cuerpo y de lo que puede o no hacer con él? Pero probablemente sí deja que se lo explique Papá Estado. Además, teniendo en cuenta que uno de los temas dominantes en las redes es el sexo.
Está claro que esto es el principio de lo que será en el futuro una de las grandes prioridades de la política: acceder de lleno a las redes, distribuir propaganda y granjearse la confianza de futuros electores. El Estado ha entrado en nuestra habitación para quedarse.
Estudio "La generación interactiva en España"
Ante este fenómeno, la Iglesia Católica ya ha dado una Palabra. Lo ha dicho recientemente el Papa Benedicto XVI. Advierte de los riesgos y también del papel de los cristianos en este nuevo escenario:
Ante este fenómeno, la Iglesia Católica ya ha dado una Palabra. Lo ha dicho recientemente el Papa Benedicto XVI. Advierte de los riesgos y también del papel de los cristianos en este nuevo escenario:
"Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi “prójimo” en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo “diferente” al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida (...) Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás" Mensaje de Benedicto XVI para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. 25 de Enero de 2011
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