"En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres" (Jn 1,4)
Has nacido de Dios, la Palabra, que te ha dado la vida. La vida no la elegiste tú. No te pertenece. Te "alumbraron" el dia de tu nacimiento: te "dieron" a luz. Todo dado. Como cada dia. ¿Cuándo decides despertar? El despertar también te viene dado. Ni siquiera puedes "darte" la luz cada mañana. No lo puedes controlar. Todo regalo. Cada dia.
Desde el principio de tus dias llevas la luz dentro de ti. "La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1,9) Al principio era un fuego vital. Todo crecimiento. Pero pasó a ser rescoldo. Y ahora probablemente sea un carbón negro y duro "Vino a su casa y los suyos no la recibieron" (Jn 1, 11)
Yo veo, me dirás. Pero no "ves" nada. Ves con los ojos, pero no ves nada con el entendimiento. Estás en una habitación oscura. Tropiezas con todo, tropiezas con todos. Te haces daño. Te hacen daño. Objetos sobre los que te golpeas sin darte cuenta. No sabes ni qué son, pues no los ves. Sufres, pero no sabes porqué. No sabes para qué. El hombre sabe que sufre, pero no sabe para qué sufre.
Y un dia, sin que sepas porqué, un pequeño agujero se abre en la pared. Y un hilo de luz entra a través de él. Hay algo ahí afuera. Existe algo más allá de lo que puedo ver con mis ojos. Y la luz se extiende por tu estancia. Ya ves los perfiles de lo que te rodea. Ya ves los volúmenes. Y ya sabes dónde estás. Ya sabes dónde están los otros. Ya sabes con qué te has golpeado. Ya sabes porqué te has golpeado. La luz. Sólo fue la luz. "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló" (Jn 9,1) "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12)
El profeta Isaías ya apuntaba a esta misión salvadora de Jesús, poniendo estas palabras en boca de Dios, que habla de su hijo:
"Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas" (Is 42 6-7)
"¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminaran los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora" (Is 60 1-3)
Como dirá Benedicto XVI, "la luz de la primera Navidad fue como un fuego en la noche. Todo alrededor estaba oscuro mientras en la gruta resplandecia la luz verdadera que alumbra a todo hombre (Jn 1,9). Y, no obstante, todo sucede con sencillez y en lo escondido, según el estilo con que Dios actúa en toda la historia de la salvación. Dios quiere ir poniendo focos de luz concretos, para dar luego claridad hasta el horizonte. La Verdad, como el Amor que ella contiene, se enciende allí donde la luz es acogida, difundiéndose después en círculos concéntricos, casi por contacto, en los corazones y en las mentes de los que abriéndose libremente a su resplandor, se convierten a su vez en fuentes de luz. Es la historia de la Iglesia que comienza su camino en la gruta pobre de Belén, y a través de los siglos se convierte en Pueblo y en fuente de luz para la humanidad" (Mensaje Urbi et Orbi 25 de Diciembre de 2009)
En otro momento, Benedicto XVI nos recuerda que Dios nos ha mostrado su rostro humano al rescatarnos de la oscuridad de nuestros sufrimientos:
"Dios ha asumido un rostro humano. Nos ama hasta el punto de dejarse clavar por nosotros en la cruz, para llevar los sufrimientos de la humanidad hasta el corazón de Dios. Hoy, que conocemos las patologías y las enfermedades mortales de la religión y de la razón, las destrucciones de la imagen de Dios a causa del odio y del fanatismo, es importante decir con claridad en qué Dios creemos y profesar con convicción este rostro humano de Dios. Sólo esto nos impide tener miedo a Dios, un sentimiento que en definitiva es la raíz del ateísmo moderno.
Sólo este Dios nos salva del miedo del mundo y de la ansiedad ante el vacío de la propia vida. Sólo mirando a Jesucristo, nuestro gozo en Dios alcanza su plenitud, se hace gozo redimido"
Homilia durante la Santa Misa en la explanada de Islind, en Ratisbona. 12 de Septiembre de 2006
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