Sed crucifijos vivientes
No he encontrado mejor respuesta a la "Cruzada" laicista que pretende en nuestro país retirar los crucifijos de las escuelas: si no quieren ver crucifijos, que vean cristos de carne y hueso. Lo ha dicho el Arzobispo de Valencia en su carta semanal:
"Cuando comienzan los planteamientos de quitar el Crucifijo, ha llegado el momento de que todos vosotros seáis crucifijos vivientes. Los cristianos no tenemos otra fortaleza más que la que viene del Crucifijo, ha de ser nuestra armadura, es la armadura de Dios mismo. El Crucifijo es el único tesoro que tenéis, la única propiedad. Pero os digo mucho más, no os contentéis con eso, aspirad a transformaros en Crucifijo, sí, en crucifijos vivientes. Cuando se intenta que el Crucifijo salga de los lugares públicos, cuando se haga objeto de desprecio por algunos, vosotros debéis ser portadores de Cristo. En todos los lugares donde habitáis debéis de dar a conocer a Cristo. Sed crucifijos vivientes, causad en cuantos os traten el mismo respeto, los mismos sentimientos, las mismas ideas que un Crucifijo"
Carta de 13 de Diciembre de 2009
La belleza, camino para llegar a Dios
Es reflejo de Dios. La belleza de este ángel de Paolo de San Leocadio en la cúpula de la Catedral de Valencia, como todo lo bello, es un reflejo de Dios. Y el artista no hace más que transmitirla. Pero no por intermediario el pintor tiene menos valor. Es más, puede asumir su tarea como una misión. Como dice Benedicto XVI:
"Me dirijo particularmente a vosotros, queridos Académicos y Artistas, porque ésta es precisamente vuestra tarea, vuestra misión: suscitar la maravilla y el deseo de lo bello, formar la sensibilidad de las almas y alimentar la pasión por todo aquello que es expresión auténtica del genio humano y reflejo de la Belleza divina".
Pero esa llamada al reflejo de la belleza la hace extensiva a todos los cristianos:
"Si este empeño es válido para todos, lo es aún más para el creyente, para el discípulo de Cristo, llamado por el Señor a "dar razón" a todos de la belleza y de la verdad de la propia fe. Nos lo recuerda el Evangelio de Mateo, en el que leemos la llamada dirigida por Jesús a sus discípulos: "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16). Debe notarse que en el texto griego se habla de kalà erga, de obras bellas y buenas al mismo tiempo, porque la belleza de las obras manifiesta y expresa, en una síntesis excelente, la bondad y la verdad profundas del gesto, como también la coherencia y la santidad de quien lo hace. La belleza de las obras de que habla el Evangelio señala más allá, a otra belleza, verdad y bondad que sólo en Dios tienen su perfección y su fuente últimas.
Nuestro testimonio, por tanto, debe nutrirse de esta belleza, nuestro anuncio del Evangelio debe percibirse en su belleza y bondad, y por ello es necesario saber comunicar con el lenguaje de las imágenes y de los símbolos; nuestra misión cotidiana debe convertirse en elocuencia transparente del amor de Dios para alcanzar eficazmente a nuestros contemporáneos, a menudo distraídos y absorbidos por un clima cultural no siempre propenso a acoger una belleza en plena armonía con la verdad y la bondad, pero siempre deseosos y nostálgicos de una belleza auténtica, no superficial y efímera" Mensaje de Benedicto XVI con ocasión de la XIII Sesión Pública de las Academias Pontificias. 24 de noviembre de 2008
Un año después, Benedicto XVI abundaba en el tema en el discurso de la recepción a 250 artistas en la Capilla Sixtina, el 21 de Noviembre de 2009
En esa intervención recordaba dos importantes documentos previos: la Carta de Juan Pablo II a los artistas y el Mensaje de Pablo VI a los artistas
También me ha llamado la atención la reflexión que sobre este tema hace Jacques Philippe, en su libro Llamados a la vida:
"La belleza llama. No deja indiferente, despierta un deseo. Dios llama a sí todas las cosas, como lo deseable llama al deseo. Siempre ofrecida a la admiración, la belleza invita también a una escucha. Es la invitación a una respuesta: admirar, elogiar y amar a la belleza que nos solicita manifestándose. Esta respuesta viene dada: si respondemos a la llamada de la belleza, no es por nosotros mismos. El movimiento que nos lleva hacia ella y nos hace darle gracias no procede de nosotros, procede de ella y no podemos más que consentir en él (o resistirnos a él...). No es que fabriquemos el amor que la belleza provoca en nosotros (incluso si nos llega y nos conmueve porque se une a una expectativa en nosotros).
Como en Dios, en toda verdadera belleza hay pureza, desinterés y generosidad. Una cosa bella no es bella por sí misma, es bella para los que la contemplan y disfrutan de su belleza. Nada hay peor que una belleza narcisista.
La belleza es resplandor, generosidad ofrecida al gozo de otro. Comprendemos también que la llamada es siempre infinitamente más rica que la respuesta, y que ninguna respuesta puede agotarla ni corresponderla plenamente. No podemos asignar un límite a la llamada a amar que nos dirige la Belleza esencial. Lo que requiere la llamada de la belleza (que es también la llamada de la verdad, la llamada del bien) no se reduce a unos actos particulares con los que se podría realizar una lista exhaustiva: es, en definitiva, la donación total de la persona. Por eso, si la llamada es infinitamente generosa, es también capaz de despertar en la persona disponible una generosidad sin límites, el don total de uno mismo: la medida para amar a Dios es amarse sin medida.
En la respuesta a esta llamada a amar, nos perdemos y nos encontramos a nosotros mismos:
"La llamada que nos lanza la belleza nos llama también a nosotros, a llegar a ser nosotros mismos. Al destinarnos a ella, nos destina a lo que nuestro ser lleva consigo de promesa" (Jean-Louis Chrétien)
¡Ojalá cada uno de nosotros se enamore de la belleza de Dios, y se pierda en ella para encontrarse!"
Es muy recomendable también acceder a los contenidos de formación de la Fundación Maior, que promueve la libertad desde la belleza, en la verdad y para el bien:
También es muy interesante el trabajo de la Fundación Marilena Ferrari-FMR:
La imagen de arriba está tomada de:
Retrato de Maria en Adviento: "Salus populi romani"
Me ha llamado la atención la carta del Arzobispo de Valencia con motivo del Adviento. Especialmente porque su explicación gira en torno a un cuadro supuestamente atribuido a San Lucas. Y cómo a partir de ello, plantea que el evangelista es probablemente el que mejor "pinta" a Maria en sus textos
D. Carlos Osoro lo explica mejor que yo:
"Es muy conocida una tradición que hace de San Lucas un pintor extraordinario. Se le atribuía el cuadro de la Virgen que, según Teodoro el Lector, envió la Emperatriz Eudoxia desde Jerusalén a Pulqueria en Roma, y que hoy se conserva en Santa María la Mayor y es venerada bajo la advocación de “Salus populi romani”. Es cierto que nadie piensa hoy que este cuadro bizantino del s. IX tenga por autor a San Lucas. Pero aunque éste no fuera profesional del pincel, todo el mundo acepta hoy que él es el Patrón de los pintores. Pocas obras literarias han inspirado a tantos artistas como los escritos del tercer Evangelista. ¡Cuántos cuadros han dado imagen plástica en los lienzos a episodios evangélicos que son exclusivos de San Lucas! Pero además, nadie como San Lucas ha legado a la humanidad el retrato más completo, bello y delicioso de María, dibujado con su pluma en los dos primeros capítulos de su Evangelio."
Pero, además, si cabe, lo más sugerente es su invitación a acercarse a Maria:
"En este retrato de Adviento fijad vuestra mirada en el cuadro de San Lucas en estas pinceladas:
1) Vive como María filialmente; 2) Vive como María, bajo la acción del Espíritu santo; 3) Vive desde María tu ser miembro de la Iglesia. Y ante este retrato haced estos compromisos de vida y de relación con María: rezad el santo rosario, rezad el ángelus en el mediodía, rezad el magníficat en cualquier momento del día. Nunca olvidéis a la que permitió dar rostro humano a Dios, y así nosotros, gracias a ella, podemos contemplar el rostro de Dios." (Retrato de la Virgen Maria en Adviento. Domingo 20 de Diciembre de 2009)
También es interesante la tradición sobre el icono Salus populi romani
La vida por dentro: la belleza de la Creación
Esta es la belleza de Dios. La obra de sus manos en lo más diminuto, en lo invisible a los ojos del hombre. La belleza de nuestro organismo es la huella de la mano de Dios en nosotros. Pero esta generación es privilegiada respecto a las de nuestros antepasados. A diferencia de ellos, ahora los modernos microscopios nos permiten conocer hasta los rincones más profundos del cuerpo humano, donde podemos ver que somos muchísimo más que un conjunto de células. Esta imagen del interior de un intestino delgado humano es una muestra de ello. Aunque retocada por programas de tratamiento de imágenes, la imagen muestra los minúsculos elementos que forman parte de nuestro interior y nos dan la vida cada dia. El orden de su disposición muestra la impronta divina. Lo dice el científico Francis Collins:
"Creo que los científicos creyentes somos los más afortunados. Tenemos la oportunidad de explorar el mundo natural durante un momento en la historia en que los misterios se están revelando casi a diario. Podemos percibir el esclarecimiento de esos misterios desde una perspectiva que descubre la grandeza de Dios. Esa es una forma de adoración maravillosa"
La imagen está tomada de los premios WELLCOME IMAGES
Se pueden ver imágenes muy interesantes como ésta en el especial "En el interior del cuerpo humano"
También se pueden ver imágenes interesantes como ésta en la Fundación Británica del Corazón (BHF)
En los Premios de Fotografia de la Red de Universidades Valencianas, RUVID:
En la exposición de La Caixa "Paisajes neuronales"
En el concurso fotográfico de General Electric "El mosaico celular"
La Luz
"En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres" (Jn 1,4)
Has nacido de Dios, la Palabra, que te ha dado la vida. La vida no la elegiste tú. No te pertenece. Te "alumbraron" el dia de tu nacimiento: te "dieron" a luz. Todo dado. Como cada dia. ¿Cuándo decides despertar? El despertar también te viene dado. Ni siquiera puedes "darte" la luz cada mañana. No lo puedes controlar. Todo regalo. Cada dia.
Desde el principio de tus dias llevas la luz dentro de ti. "La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1,9) Al principio era un fuego vital. Todo crecimiento. Pero pasó a ser rescoldo. Y ahora probablemente sea un carbón negro y duro "Vino a su casa y los suyos no la recibieron" (Jn 1, 11)
Yo veo, me dirás. Pero no "ves" nada. Ves con los ojos, pero no ves nada con el entendimiento. Estás en una habitación oscura. Tropiezas con todo, tropiezas con todos. Te haces daño. Te hacen daño. Objetos sobre los que te golpeas sin darte cuenta. No sabes ni qué son, pues no los ves. Sufres, pero no sabes porqué. No sabes para qué. El hombre sabe que sufre, pero no sabe para qué sufre.
Y un dia, sin que sepas porqué, un pequeño agujero se abre en la pared. Y un hilo de luz entra a través de él. Hay algo ahí afuera. Existe algo más allá de lo que puedo ver con mis ojos. Y la luz se extiende por tu estancia. Ya ves los perfiles de lo que te rodea. Ya ves los volúmenes. Y ya sabes dónde estás. Ya sabes dónde están los otros. Ya sabes con qué te has golpeado. Ya sabes porqué te has golpeado. La luz. Sólo fue la luz. "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló" (Jn 9,1) "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12)
El profeta Isaías ya apuntaba a esta misión salvadora de Jesús, poniendo estas palabras en boca de Dios, que habla de su hijo:
"Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas" (Is 42 6-7)
"¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminaran los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora" (Is 60 1-3)
Como dirá Benedicto XVI, "la luz de la primera Navidad fue como un fuego en la noche. Todo alrededor estaba oscuro mientras en la gruta resplandecia la luz verdadera que alumbra a todo hombre (Jn 1,9). Y, no obstante, todo sucede con sencillez y en lo escondido, según el estilo con que Dios actúa en toda la historia de la salvación. Dios quiere ir poniendo focos de luz concretos, para dar luego claridad hasta el horizonte. La Verdad, como el Amor que ella contiene, se enciende allí donde la luz es acogida, difundiéndose después en círculos concéntricos, casi por contacto, en los corazones y en las mentes de los que abriéndose libremente a su resplandor, se convierten a su vez en fuentes de luz. Es la historia de la Iglesia que comienza su camino en la gruta pobre de Belén, y a través de los siglos se convierte en Pueblo y en fuente de luz para la humanidad" (Mensaje Urbi et Orbi 25 de Diciembre de 2009)
En otro momento, Benedicto XVI nos recuerda que Dios nos ha mostrado su rostro humano al rescatarnos de la oscuridad de nuestros sufrimientos:
"Dios ha asumido un rostro humano. Nos ama hasta el punto de dejarse clavar por nosotros en la cruz, para llevar los sufrimientos de la humanidad hasta el corazón de Dios. Hoy, que conocemos las patologías y las enfermedades mortales de la religión y de la razón, las destrucciones de la imagen de Dios a causa del odio y del fanatismo, es importante decir con claridad en qué Dios creemos y profesar con convicción este rostro humano de Dios. Sólo esto nos impide tener miedo a Dios, un sentimiento que en definitiva es la raíz del ateísmo moderno.
Sólo este Dios nos salva del miedo del mundo y de la ansiedad ante el vacío de la propia vida. Sólo mirando a Jesucristo, nuestro gozo en Dios alcanza su plenitud, se hace gozo redimido"
Homilia durante la Santa Misa en la explanada de Islind, en Ratisbona. 12 de Septiembre de 2006
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