EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

La curiosidad nos aleja de la Gracia

   "No te informes de nada por la simple satisfacción de saber. Destierra toda búsqueda de ciencia que no tenga a Dios por fin. Nada más opuesto a la virginidad del alma que la curiosidad. 

(...)

  Reprime sobre todo tres curiosidades: la de las noticias; la de la conducta de los demás; y, finalmente, la curiosidad intelectual, quizás la más perniciosa, porque se disfraza de pretextos especiosos y nos endurece en el orgullo. 

   Si no te comunican noticia de nada ni de nadie, no la pidas, ¡gran suerte es esa! (...) Rehúsa tú prestar atención a lo pasajero. Fija los ojos sobre lo eterno o sobre lo que es un auténtico reflejo de su belleza: la naturaleza y las almas en las que se transparenta.

(...)

   No te ocupes de nada ni de nadie que no esté a tu cargo. Sé feliz al ignorar lo que pasa en los trabajos; cómo se administran; cuáles son las relaciones de cada uno. 

   (...)

  ¿No te dicen nada? ¿No te comunican nada? ¡Bendice al Señor! Él te evita el embarazo interior y una montaña de problemas. Ama con gratitud a los que llevan los cuidados por ti. Ayúdalos con tu sonriente docilidad. Tú, acepta tu estado de indiferencia. Dios te ha establecido para ser Él tu único cuidado. Su voluntad es: ser el único pan de tu alma.

 (...)

  ¿Quieres guardar limpio el espejo de tu alma? No permitas que el pensamiento del que está cerca venga a empañarlo. Si no estás encargado de los otros, no te informes de su comportamiento; no hagas reflexiones interiores al respecto, sobre todo en lo concerniente a sus defectos o faltas. Ora solamente para que Dios sea amado y servido por todos" Extracto de LAS PUERTAS DEL SILENCIO. Por un monje cartujo.


     Hace tiempo llegó a mis manos este interesante texto de espiritualidad escrito por un monte cartujo y que recopila una serie de reflexiones sobre lo que ha de ser la vida en la clausura de la Cartuja. Me llamó mucha la atención este apartado, el dedicado a la curiosidad. El autor del texto la sitúa como uno de los tres generadores de "ruido interior", que impide la paz del alma, junto con los recuerdos y las inquietudes. 

        El texto, en su integridad, tiene completamente todo su sentido en la vida de una comunidad religiosa, pero yo he entresacado aquellos párrafos que pueden servir a cualquier persona, sea religioso de clausura o no. Porque, desde un punto de vista de crecimiento espiritual, este apartado es muy interesante, ya que el cristiano de hoy en día vive inmerso en medio de mucho "ruido" Y, sin duda, la multiplicación de mensajes que nos llegan por todos los lados no hacen más que aumentarlo. Y, en este contexto, la curiosidad es uno de estos "ruidos". Las nuevas tecnologias lo favorecen. El desarrollo de múltiples canales de televisión en los que muchos de los programas "tele-basura" fomentan el morbo relacionado con la vida privada de los famosos dispara nuestra curiosidad. Pero sin duda, uno de los factores que se ha impuesto como líder de la curiosidad es Internet.

La tecnologia nos permite acceder a cualquier rincón del mundo. Y a cualquier persona, por lejos que esté. Todos lo hemos podido comprobar: con Internet el mundo se ha hecho mucho más pequeño. Y nos ha acercado considerablemente. Sin duda, se ha convertido en la herramienta tecnológica que ha cambiado el curso de finales del siglo XX, con todos sus aspectos positivos: el acceso a otras personas lejanas y el acceso al conocimiento a través de sistemas como el correo electrónico, Skype o motores de búsqueda como Google. Pero también el acceso a contenidos o personas que pueden entrar directamente en nuestra vida con un solo click del ratón. "El mundo en nuestras manos" Es la gran tentación, la misma que la manzana del paraíso. El hombre no se ha sentido nunca tan poderoso como ahora por el hecho de tener el acceso a mucha información. Y esa sed de información/curiosidad es insaciable. En este contexto surgen las redes sociales, que favorecen todavía más la interrelacion humana y "socializan" la red, con todos sus aspectos positivos. Pero también se pueden convertir en un terreno abonado a la curiosidad, a querer indagar la vida personal de otros. 

Me estoy refiriendo al "muro" de algunas redes sociales en los que la curiosidad se dispara al ser un instrumento que nos permite acceder a las conversaciones de otros. A través de ellas podemos hacernos una idea de dichas personas bastante deformada, pues los diálogos se producen en un contexto personal, de dos o más personas que muchas veces viven y conocen circunstancias similares. Es como si, de repente, comenzáramos a escuchar con nuestros oídos las conversaciones de una pareja que vive a la otra parte de la ciudad. Si así pasara, ciertamente nos sorprenderia y, finalmente, nos llegaria a ser molesto. 

  ¿A qué cuento viene todo ésto? ¿A cuestionar Internet y las redes sociales como herramienta tecnológica? No. ¿A cuestionar a quienes las usan? Mucho menos. Simplemente me apetecía hacer una reflexión sobre la curiosidad malsana que aparta de la paz interior. Toda inquietud espiritual y intelectual me parece loable y creo que entre los cristianos nos debemos animar en ese camino. Otra cosa es la curiosidad morbosa, que es un pozo sin fondo. Y, lo más importante, como dice el título del post, puede alejarnos de la Gracia. Y ¿por qué? Pues creo que distorsiona considerablemente el plan de Dios en nuestra vida. La tecnología distorsiona la dimensión de las cosas y las relaciones con las personas. Las saca de su plano natural y las deforma. Digamos que nos las muestra incompletas. Las distorsiona desde el principio. Así, la persona accede a las realidades por un atajo y sólo vislumbra de ellas la superficie. 

   El hombre, en su libertad, traza caminos todos los días. Pero Dios también nos propone los suyos, para conducirnos a una vida en plenitud. Casi todos ellos, casi siempre, pasan muy cerca de nosotros, en pequeños acontecimientos cotidianos que suceden a nuestro alrededor.  

Pero la curiosidad nos hace mirar a otro lado. Probablemente, seducidos por el poder que nos da la tecnologia, miramos mucho más lejos de lo que podriamos llegar si no dispusiéramos de Internet. Y hurgamos en todos aquellos rincones a los que llegamos con nuestro ordenador, intentando saciar nuestra curiosidad, que no tiene fondo. Y, como dice nuestro querido cartujo de arriba, a más curiosidad, más ruido. Y a más ruido, menos paz interior y más turbación del alma. 

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