Vida contemplativa
Reportaje radiofónico que recoge experiencias íntimas de nueve religiosos de vida contemplativa. Intervienen tres monjas agustinas contemplativas, dos monjas clarisas, un monje cartujo, un monje cisterciense, un fraile capuchino y un fraile menor. El reportaje fue emitido en Ràdio Nou el 10 de abril de 2010, sábado de la Octava de Pascua. Hoy se ha cumplido el décimo aniversario de esta Gracia. A Dios quiero agradecérselo. Bendito sea el Señor.
Coronavirus
Me pregunto ¿qué es este virus? ¿Qué es lo que lo hace diferente a otros? ¿Por qué irrumpe así en nuestras vidas? No encuentro respuestas al porqué. Me imagino microscópicas bolitas viajando y desplazándose entre millones de cuerpos y multiplicándose en sus células. ¿Qué nos está pasando?
Una enfermedad, COVID 19, está haciendo visible, de una forma muy cruel, cómo se reproducen
los virus, lo malos que pueden llegar a ser y, sobre todo, su letalidad: nos puede hacer morir. La muerte. El balcón ante el abismo que nos devuelve a la realidad existencial, a lo que realmente importa. ¿Qué es mi vida? Ahora que se ha detenido con brusquedad, ¿qué es mi vida? ¿cómo vivo?
El coronavirus nos ha puesto en alarma porque se contagia con excesiva rapidez. Vemos las gráficas de su evolución y nos asustan. ¿Cuándo nos tocará a nosotros? ¿Me llegará a mí?
Este virus nos asusta porque es una enfermedad que se transmite muy rápidamente y puede llegar a ser letal. Este virus es muy traicionero porque en sus primeros días puede no dar síntomas y, sin pretenderlo, lo estamos contagiando a otros o nos lo están contagiando. Pero, ¿acaso es el único virus tan contagioso? ¿Acaso es el único virus letal?
El coronavirus nos recuerda lo frágiles que somos los humanos ante el contagio. Nuestra impotencia para resistir al contagio. Nuestra debilidad. No lo controlamos todo.
Me pregunto ¿de cuántos virus nos hemos contagiado en esta sociedad? ¿Cuántos virus se han apoderado de nuestra vida? Me refiero a virus cotidianos, sociales, que con tanta facilidad se contagian: la prisa, la necesidad de estar "conectados" a tantas redes, la indiferencia ante el dolor ajeno, "controlar" nuestra vida, ambicionar el elogio, el prestigio...el dinero. Y esas enfermedades, esos virus, siguen ahí, dentro de nuestro corazón. Y se van sumando y llenando nuestros espacios más internos. Estamos muy infectados. Pero, como en los primeros días del coronavirus, no vemos los síntomas. Ni siquiera notamos nada. ¿Cuántas costumbres, tendencias, hábitos, se hacen "virales" hoy en día? ¿Cuántas de ellas tienen que ver con las tecnologías, con Internet, con las redes sociales? Ellas no son virus. Somos nosotros los que muchas veces las hemos cargado con lo peor de nosotros mismos. Quiero traer aquí unas palabras del padre D.A que, a propósito de este virus, ha escrito:
"Hay seguramente una Palabra de Dios a detectar, descifrar, descubrir, en esta pandemia. Al hombre occidental que se cree todopoderoso, que se autoproclama maestro absoluto de la vida y de la muerte, ella golpea como un electroshock: ante un virus invisible a simple vista, henos aquí tan indefensos, tan frágiles, tan débiles. En fin: ¡muy, muy pequeños!
"Hay seguramente una Palabra de Dios a detectar, descifrar, descubrir, en esta pandemia. Al hombre occidental que se cree todopoderoso, que se autoproclama maestro absoluto de la vida y de la muerte, ella golpea como un electroshock: ante un virus invisible a simple vista, henos aquí tan indefensos, tan frágiles, tan débiles. En fin: ¡muy, muy pequeños!
Este bichito más conocido como coronavirus COVID 19 no es sólo una imagen de los virus que se nos han apoderado de nuestra vida. También nos recuerda que no somos dueños de ella, nuestra libertad de movimientos se ha visto restringida, estamos confinados en casa. Ahora empezamos a ver que en nuestro hogar hay otros seres humanos que de repente muestran habilidades o facetas que antes no veíamos. Ahora existen. Los oímos más que nunca. Hablamos con ellos más que nunca. Las redes empiezan a dejar de ser el gran balcón al que me asomo para que me vean. Quizá ahora me asomo a ellas porque echo en falta a alguien (o a muchos) o agradezco que un desconocido me explique cómo ocupar mi tiempo libre. Todo para bien.
Así en la tierra como en el cielo
Hace tiempo me vino a la mente una imagen providencial: la de un hombre que caminaba con la cabeza en el cielo y sus piernas y brazos en la tierra. Para mí, era la imagen perfecta del cristiano. El corazón y la mente, puestas en Dios, mientras las manos y las piernas, las acciones, en tierra. El corazón y la mente, al servicio de la voluntad de Dios. Y el resto del cuerpo, poniendo en obra esa voluntad del Padre.
No sabía bien qué imagen podía ilustrar esta idea y finalmente encontré estas fotografías, que lo reflejan perfectamente: rascacielos que atraviesan un cielo nublado. Parte del edificio, la más elevada, sobre las nubes. Las nubes, que representan, a mi entender, las preocupaciones, las dudas, los temores, el sufrimiento en general. Sin el corazón y la cabeza en Dios, miramos hacia arriba y sólo vemos nubes. No vemos más. Vemos nuestras tribulaciones. No hay salida. El cielo está cerrado. Pero la vida del cristiano es diferente. Está llamada a ser diferente. Está llamada a elevarse, a vivir cada día con su parte más elevada (el corazón y la mente) orientada hacia el cielo, por encima de las nubes, las tribulaciones. La mirada puesta en todo momento en el cielo. A tener la mirada en el cielo diáfano, donde siempre el cielo está azul, iluminado constantemente por el sol. Sólo así, con la luz del cielo, el hombre puede caminar entre las nubes sin desorientarse. El cielo no está cerrado. El cielo está abierto a todos aquellos que buscan a Dios.
La fe. Neil Vélez
"Little boy" (2015) Alejandro Monteverde |
"Todo lo que tú pidas en la oración creyendo que ya tienes es lo que Él te concederá. Todo lo que tú crees ya tener, cuando tú lees esos dos versículos (Jn 5, 1-16; Mc 11, 23ss) lo que Jesús nos está tratando de decir es que las circunstancias que nos rodean están sujetas a lo que tú y yo estamos creyendo recibir. Esto es como quizás una bofetada en este momento para muchos de nosotros. ¿Cómo es posible que este cáncer, esta situación que estoy pasando está sujeto a lo que yo estoy creyendo recibir? Sí. Espérate porque alguien te dirá: mira yo estuve sujeto a eso durante tanto tiempo...¿por qué nadie me habló de esto?
Cuando Jesús dice "¿quieres sanar?" está dirigiendo la atención no a su persona sino a tu persona en este momento. ¿Qué es lo que tú quieres? ¿Qué es lo que tú quieres? Desde luego nosotros debemos saber...porque todo está en la seguridad, en la certeza, la confianza que tú y yo tengamos. ¿Quieres sanarte, dice Jesús? Tú tienes que quererlo. Tú tienes que quererlo con todo tu corazón y todas tus fuerzas. Tienes que querer salir de esa situación. Tienes que querer superar esa situación. Si no, te vas a quedar ahí estancado (...) El cómo no te toca a tí. El cómo le toca a Dios. A nosotros solo nos toca creer. Cómo va a ser, eso es problema de Dios. Nosotros empezamos a crearnos excusas para quedarnos ahí, en nuestra condición. A veces tenemos miedo a lanzarnos, a luchar. Muchos quieren la victoria sin tener que ir a la guerra. Hay que enfrentarte a tus circunstancias. Tú tienes que luchar por lo que estás queriendo. Estás cómodo, esperando que todo te caiga a la falda. Ahí te vas a quedar. El Señor le dice: "¿quieres sanar? Levántate, toma tu camilla y anda" Fíjate qué fácil. Este hombre llevaba 38 años ahí. ¿Tú me estás diciendo que con hacer eso ahí ya está su sanidad? ¿Así de fácil es la cosa? Este es el creyente de hoy en día: "yo creo, yo creo, yo creo, pero de esta silla no me levanta nadie. Quiero que todo me llegue aquí" Yo quiero decirte algo: hasta que tú no te levantes de esa silla y vayas en busca de lo que estás creyendo o queriendo jamás vas a ver la gloria de Dios. Y eso es fe. Eso es fe.
¿Qué es fe? Pues fe va más allá de creer. Creer y fe no es un sinónimo. Dos palabras escritas diferentes que significan lo mismo. No es un sinónimo. Cada palabra tiene su propio valor. Y ¿sabes qué? Las dos son necesarias. Tienes que creer pero tienes que tener también fe para poder recibir la gloria de Dios. ¿Cuál es al diferencia entre las dos? Fe es lo que le va a dar valor a lo que tú estás creyendo. Es la acción, es el movimiento del creer. Escucha bien eso. Es el verbo de creer. Y muchas personas por solo quedarse en el creer no contemplan la gloria de Dios. Pero hasta que tú no te levantes y vayas en busca de lo que estás creyendo jamás verás la gloria de Dios.
Una hermana vino hoy y me dijo: "hermano Neil, pídale a Dios que me dé una fe como la tuya". Hermana, yo tengo poca fe. Puede ser que tú tengas ninguna fe. Pero eso es una excusa barata. Tú no necesitas gran fe. Lo que necesitas es aprender a utilizar la poca fe que tú dices que tienes, ya que en ella hay suficiente poder para mover la montaña más grande de tu vida. Dice la Biblia: "si tu fe fuera del tamaño de una granito de mostaza (una de las semillas más pequeñas que existen), si tu fe fuera de ese tamaño, le dirias a la montaña: "muévete y échate al mar" y te obedecería. Lo que necesitas es ejercerla". (Neil Vélez. Levántate y camina)
"LA FE ES GARANTÍA DE LO QUE SE ESPERA, LA CERTEZA DE LAS REALIDADES QUE NO SE VEN" (HB, 11, 1)
"TODO CUANTO PIDAIS EN LA ORACIÓN, CREED QUE YA LO HABEIS RECIBIDO Y LO OBTENDREIS" (MC 11,24)
"Little boy" |
Dios y las obras de Dios
La vida del cristiano se topa a veces frente a una "paradoja": quiero estar al servicio de Dios, al servicio de la evangelización, pero los acontecimientos que irrumpen en mi vida lo impiden. No puedo transmitir la fe a otros. No puedo anunciar a los demás la Buena Noticia que ha cambiado mi vida ¿Cómo es posible que Dios lo permita? Es voluntad de Dios.
La vida de muchos santos está marcada por esta aparente paradoja, que no es tal. Es, simplemente la inescrutable voluntad de Dios que, en su sabiduría infinita, busca la conversión de los hombres. Y lo hace con acontecimientos, muchas veces duros (la cruz) que incluso suponen el sacrificio de la propia razón. Muchas personas santas han experimentado esta situación en sus vidas. He elegido tres de ellas. Una, el cardenal vietnamita Van Thuan, que pasó trece años en prisión por orden de las autoridades comunistas. Era obispo de una diócesis floreciente cuando el ingreso en prisión truncó toda su obra pastoral, la que él mismo llamó "obras de Dios". Otro ejemplo es el del Hermano Rafael, el monje trapense español al que su grave enfermedad de diabetes impidió vivir la regla de su orden en el Monasterio de San Isidro de Dueñas (Burgos), donde pasó buena parte de su clausura solo en la enfermería. El tercer ejemplo es Etty Hillesum, joven judía holandesa que vivió una profunda experiencia de Dios en 1941, en los años de la ocupación nazi en su país. Su primavera espiritual se vio "atropellada" en 1943 por su deportación al campo de trabajos forzados de Westerbork (Holanda) y posteriormente al campo de concentración de Auschwitz, donde murió. Aquí dejo sus propios escritos de estas experiencias.
CARDENAL FRANÇOIS-XAVIER NGUYEN VAN THUAN
"Una noche, desde el fondo de mi corazón, oí una voz que me sugería: "¿Por qué te atormentas así? Tienes que distinguir entre Dios y las obras de Dios. Todo lo que has hecho y deseas seguir haciendo: visitas pastorales, formación de seminaristas, religiosos, religiosas, laicos, jóvenes, construcción de escuelas, de hogares para estudiantes, misiones de evangelización de los no cristianos...todo eso es una obra excelente, son obras de Dios, pero ¡no son Dios! Si Dios quiere que abandones todas estas obras, poniéndolas en sus manos, hazlo pronto y ten confianza en Él. Dios hará las cosas infinitamente mejor que tú; confiará sus obras a otros que son mucho más capaces que tú. ¡Tú has elegido sólo a Dios, no a sus obras!"
"Mientras
me encuentro en la prisión de Phú-Khánh, en una celda sin ventana,
hace muchísimo calor, me sofoco, siento disminuir mi lucidez poco a
poco hasta la inconsciencia; a veces la luz permanece encendida día y
noche; a veces siempre está oscuro; hay tanta humedad que crecen los
hongos en mi lecho. En la oscuridad vi un agujero en la parte baja del
muro —para hacer correr el agua—: así pasé más de cien días por tierra
metiendo la nariz en este agujero para respirar. Cuando llovía, subía
el nivel del agua, y entonces entraban por el agujero pequeños
insectos, pequeñas ranas, lombrices y ciempiés entraban desde fuera; los
dejaba entrar, ya no tenía fuerza para echarlos fuera.
Escoger
a Dios y no las obras de Dios: Dios me quiere aquí y no en otra parte.
Cuando los comunistas me metieron en el fondo del barco Hâi-Pông con
otros 1,500 prisioneros, para transportarnos al norte, viendo la
desesperación, el odio, el deseo de venganza sobre las caras de los
detenidos, compartí su sufrimiento, pero rápidamente me llamó otra vez
esta voz: «escoge a Dios y no las obras de Dios», y yo me decía: «De
veras, Señor, aquí está mi catedral, aquí está el pueblo de Dios que me
has dado para que lo cuide. Debo asegurar la presencia de Dios en medio
de estos hermanos desesperados, miserables. Es tu voluntad, entonces
es mi elección" (Cinco panes y dos peces)
SAN RAFAEL ARNÁIZ, HERMANO RAFAEL
"Siento una cosa dentro que me dice: mortificación.., penitencia...,sacrificio..., nada de eso hago.
-Padre, ¿puedo levantarme al Oficio?
-No, hijo, que necesitas descanso
-Padre, ¿puedo cercenar la comida?
-No, hijo, que necesitas alimento
-Padre, ¿puedo ir al trabajo del campo?
-No, hijo, que te cansas
Bueno, pues a obedecer..., y obedezco a veces con unos deseos inmensos de hacer lo contrario..., saltar la prudencia, y..morir por Jesús y María"
"Mi vida es la de un bobo en un Monasterio (..) Ni hago bien la oración, ni la meditación, ni la lectura. En el trabajo...apenas trabajo. Cuando como y duermo, no hago mas que eso...comer y dormir como un animalito. Y así no puedo seguir...no debo seguir. Mas ¿qué he de hacer? Inútil y enfermo...¡pobre hermano Rafael! Bástete purificar la intención en todo momento, y en todo momento amar a Dios; hacerlo todo por amor y con amor...El hecho en sí no es nada, y nada vale. Lo que vale es la manera de hacerlo...¿Cuándo comprenderás esto? Qué torpe eres. (Obras completas. Dios y mi alma, 1938)
SAN RAFAEL ARNÁIZ, HERMANO RAFAEL
"Siento una cosa dentro que me dice: mortificación.., penitencia...,sacrificio..., nada de eso hago.
-Padre, ¿puedo levantarme al Oficio?
-No, hijo, que necesitas descanso
-Padre, ¿puedo cercenar la comida?
-No, hijo, que necesitas alimento
-Padre, ¿puedo ir al trabajo del campo?
-No, hijo, que te cansas
Bueno, pues a obedecer..., y obedezco a veces con unos deseos inmensos de hacer lo contrario..., saltar la prudencia, y..morir por Jesús y María"
"Mi vida es la de un bobo en un Monasterio (..) Ni hago bien la oración, ni la meditación, ni la lectura. En el trabajo...apenas trabajo. Cuando como y duermo, no hago mas que eso...comer y dormir como un animalito. Y así no puedo seguir...no debo seguir. Mas ¿qué he de hacer? Inútil y enfermo...¡pobre hermano Rafael! Bástete purificar la intención en todo momento, y en todo momento amar a Dios; hacerlo todo por amor y con amor...El hecho en sí no es nada, y nada vale. Lo que vale es la manera de hacerlo...¿Cuándo comprenderás esto? Qué torpe eres. (Obras completas. Dios y mi alma, 1938)
ETTY HILLESUM
"Dios mío, Tú que me has enriquecido tanto, permíteme también dar a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un largo diálogo. Cuando me encuentro en un rincón del campo, con los pies plantados en tu tierra y los ojos elevados hacia tu cielo, el rostro se me inunda a menudo de lágrimas, único exutorio de mi emoción interior y de mi gratitud. También por la noche, cuando acostada en mi litera me recojo en Tí, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan a veces mi rostro, y eso es mi oración" (Etty Hillesum. Un itinerario espiritual)
"Dios mío, Tú que me has enriquecido tanto, permíteme también dar a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un largo diálogo. Cuando me encuentro en un rincón del campo, con los pies plantados en tu tierra y los ojos elevados hacia tu cielo, el rostro se me inunda a menudo de lágrimas, único exutorio de mi emoción interior y de mi gratitud. También por la noche, cuando acostada en mi litera me recojo en Tí, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan a veces mi rostro, y eso es mi oración" (Etty Hillesum. Un itinerario espiritual)
La ausencia del padre rompe a los hijos
Me ha llamado la atención el programa que monseñor Munilla ha dedicado a la figura del padre como la base de la estabilidad de los hijos. Lo ha hecho en su programa "Sexto continente" de Radio María. Jose Ignacio Munilla aporta, además, numerosas estadísticas que lo confirman y que demuestran la relación entre la violencia y la delincuencia con la ausencia del padre, especialmente entre los hombres. Muy recomendable.
Memoria de Aylan
Desde hace mucho tiempo quería hacer memoria del pequeño Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años ahogado en una playa de Turquía en septiembre de 2015 cuando su familia trataba de llegar en una barca de refugiados a Grecia. En el naufragio también murió un hermano suyo de cinco años y su madre. El niño sirvió para agitar conciencias en la Unión Europea sobre el drama humanitario que vive el pueblo sirio que huye de la guerra civil de su país. Pero los creativos periodistas del Charlie Hebdo de la libre, igualitaria y fraternal República Francesa han utilizado varias veces su muerte, la muerte dramática de un pequeño inocente, para vender su revista. Para reirse de él en su portada. Dos veces se han reido de este inocente.
¿Qué habría llegado a ser el pequeño Aylan si se hubiera hecho mayor? Acosador de mujeres en Alemania |
Tan cerca de la meta...Promoción! 2 menús de niño por el precio de uno |
Humillar a alguien no es libertad de expresión. Y menos cuando el humillado es un niño, es un pobre y ha muerto con su familia cuando huían de la guerra buscando vivir en la Europa de las libertades. La Europa en la que algunos se ríen de los pobres y encima se atreven a decir que eso es periodismo. Esto no es periodismo. Esto es un acto miserable que se escuda en la libertad de expresión. Como creo en la libertad de expresión me permito decir que un poco de Francia y sus libertades murió cuando se publicaron estas dos portadas de Charlie Hebdo en que se utilizó a Aylan para mofarse de un pobre. ¿En qué me baso para decir esto? En el propio Aylan. Su cuerpo muerto muestra los colores de una bandera francesa naufragada, encallada en las arenas del Islam en Turquía: azul de los pantalones, blanco de la cintura, rojo de la camiseta. Quizá es una imagen profética. No sé. Vive la France!
Vientres de alquiler: una nueva forma de explotación de la mujer.
No me acostumbro a los eufemismos que la clase política siembra en nuestra sociedad cada vez que tratan de implantar sus nuevas "políticas". Eufemismos que tratan de maquillar aquello que se trata de normalizar. He aquí un listado:
Fecundación in vitro......................Reproducción asistida
Aborto............................................Interrupción voluntaria del embarazo
Sexo...............................................Género
Eutanasia........................................Muerte digna
Separatismo....................................Derecho a decidir
Politico imputado...........................Político investigado
La última de ellas se acaba de introducir plenamente en la agenda política. Me refiero a los "vientres de alquiler", es decir, el pago a una mujer para que fecunde el hijo que una pareja o persona no puede tener. Como eso de "alquilar vientres" suena demasiado duro, se ha acuñado un nuevo término, que riza el rizo de la "creatividad" de la oligarquía política: maternidad subrogada o gestación por substitución.
No me preocupa solo el eufemismo que significa este nuevo término, sino que esta nueva práctica ilegal que ahora se trata de regular, nuevamente sitúa a la mujer como objeto. Y, además, como agente de mercancía de niños con su propio cuerpo. No lo digo yo. Lo dice un interesante informe que acaba de publicar Profesionales por la Ética que dejo aquí colgado.
Fray Conrado, el Pobre entre los pobres
A lo largo de nuestra vida, Dios pone providencialmente ante nosotros a personas "tocadas" por Él, espejos donde podemos verle a Él, conocer su naturaleza. En mi caso, una de ellas ha sido el capuchino fray Conrado Estruch. Lo conocí el otoño de 2009, cuando grababa un reportaje sobre la vida espiritual de los religiosos. Me recibió en su "casa", la portería del convento de los capuchinos de Valencia, una pequeña habitación donde pasó 50 años construyendo belenes con material de desecho para recaudar fondos para "sus" pobres, para las 200 familias a las que atendía junto con sus colaboradores, los "Amigos de San Antonio". Hace poco más de una semana, el día de la festividad de Santo Tomás de Villanueva ("el obispo de los pobres"), fray Conrado pasó al Padre. Un santo pobre vino a recoger a otro.
Desde el momento en que lo conocí fray Conrado pasó a formar parte de mi vida. "Javier, ya no estás huérfano". Su abrazo robusto, casi rudo, envolvente, me lo demostró. Dios es así. Te "toca" a través de uno de sus hijos y te dice que te quiere. Que eres Su hijo y, por tanto, ya no estás solo. Esta paternidad de Dios tan "física" es la huella que fray Conrado grabó en lo más profundo del corazón. Siempre que mi mujer y yo íbamos a verlo, nos lo repetía: "ya no estais huérfanos". Palabras de un hombre de Dios. "Las personas que yo conozco, donde estoy yo estan ellas en mi, en la oración, estan en mí, no estan huérfanas, pido por ellas, no estan huérfanas, estan conmigo...el cuerpo místico de Cristo"
A los 23 años Conrado Estruch sintió la necesidad repentina de hablar con Dios. Según me explicó, "un sábado, en Ador, cuando me iba a los bares con mis amigos, sentí que no debía ir con ellos. Y me fui solo. Y recé como nunca lo he vuelto a hacer..." Tiempo después dejaba la casa familiar, de noche, y caminó hasta el convento capuchino de L'Olleria, donde ingresó después de llamar a la puerta. Tal y como me lo contó, pude entender que había tenido una experiencia personal de Cristo que creció con su vocación. "Yo salgo a la calle y digo: Señor, todos son Cristos. A izquierda, a derecha, por todos los sitios estás tú, Señor. Porque nosotros no tenemos que ver pecado. Tenemos que ver lo bueno de Dios, lo positivo. No quiero ver pecado. Quiero ver lo bueno de Dios en las personas"
Cuando lo conocí, después de 60 años como capuchino, su vocación estaba más viva que nunca. Tan viva como la Providencia de la que era testigo: "trabajar con los pobres pero con medios pobres. Yo no pido nada. Todo me viene de la Providencia del Señor. Yo soy un pobre y doy al pobre. Sin tener nada soy un pobre y doy al pobre. ¡Si la pobreza es un tesoro! Es una riqueza, cuando se vive..."
Su ingente trabajo con familias pobres durante tantos años no le hizo dudar de dónde venia aquella riqueza, aquel espíritu: del mismo que lo sedujo de joven "Todo es de Él. Yo no hago nada. Es el Señor en mí. Él lo hace todo. Es que lo vivo, lo siento, lo veo pegado a mí. Es Él. Un tonto sería yo si me creyera algo...¿De qué vas, Conrado? ¿Tú, de qué? No eres tú. Es Él en mí".
Me siento bendecido por haber conocido en fray Conrado otra presencia más de Cristo aquí en Valencia, donde vivo. Un pobre con los pobres. El Pobre de Nazaret, vivo, en medio de nosotros. "Que soy feliz, y cada día más feliz. Y si volviera a nacer, lo mismo que soy, sería. Cada vez soy más feliz" Lo sé, Conrado. Para siempre.
Su ingente trabajo con familias pobres durante tantos años no le hizo dudar de dónde venia aquella riqueza, aquel espíritu: del mismo que lo sedujo de joven "Todo es de Él. Yo no hago nada. Es el Señor en mí. Él lo hace todo. Es que lo vivo, lo siento, lo veo pegado a mí. Es Él. Un tonto sería yo si me creyera algo...¿De qué vas, Conrado? ¿Tú, de qué? No eres tú. Es Él en mí".
Me siento bendecido por haber conocido en fray Conrado otra presencia más de Cristo aquí en Valencia, donde vivo. Un pobre con los pobres. El Pobre de Nazaret, vivo, en medio de nosotros. "Que soy feliz, y cada día más feliz. Y si volviera a nacer, lo mismo que soy, sería. Cada vez soy más feliz" Lo sé, Conrado. Para siempre.
El gran banquete
"Jesús le contestó: un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado". Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor". Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor". Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir".
El criado volvió a contárselo al amo. Entonces, el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos". El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio". Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se llene la casa". Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete" (Lc 14, 15-24)
"La misa de la mañana" Pharamond Blanchard |
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