SALMO 34 2, 3, 5-7; 9-10; 18-19
Bendeciré al Señor en todo
tiempo,
sin cesar en mi boca su
alabanza;
en el Señor mi alma se
gloría
¡oídlo, los humildes, y
alegráos!
He buscado al Señor y me ha
respondido;
me ha librado de todos mis
temores.
Los que miran hacia él,
refulgirán;
no habrá sonrojo en su
semblante.
Cuando el pobre grita, el
Señor le escucha,
y le salva de todas sus
angustias.
Gustad y ved qué bueno es el
Señor,
dichoso el hombre que se
cobija en él.
Temed al Señor vosotros,
santos suyos,
que a quienes le temen no
les falta nada.
Cuando gritan aquellos, el
Señor les escucha,
y los libra de todas sus
angustias.
El Señor está cerca de los
que tienen roto el corazón,
él salva a los espíritus
hundidos.
¡Gracias, Juan!
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