"Llora, hija mía. A un hijo no se le entierra sin una parte de nosotros mismos. Es bueno llorar pues, ¿quién puede comprender los caminos de Were? Los hombres debemos lavar con lágrimas el dolor de lo que no entendemos, y continuar viviendo; quizás todo esto tenga un sentido, aunque sólo veamos algo de su fugaz brillo, como el de la libélula en lo oscuro de la noche. ¿Quién sabe si Were te concederá un hijo que viva y crezca fuerte? Ayer no es hoy ni hoy es mañana: cada día surge nuevo de las manos de Were, dios del sol naciente, trayendo consigo alegrías y penas, luz y oscuridad, las dos caras ¿Quién puede apreciar la luz sin conocer la oscuridad?"
La cita está tomada de la excelente novela El río y la fuente. Cuatro historias de mujer en Kenia, de Margaret A Ogola (Ed Rialp, 2007). La he rememorado recientemente después de saber que la Fundación Mutua Madrileña organiza una exposición del fotógrafo José Cendón sobre la mujer africana cuyo título es Los pilares de Africa. El título ya lo dice todo. La exposición trata de mostrar a la mujer africana como el pilar de la sociedad en la que vive y en torno a la cual gira buena parte de su clan. Y este punto de vista es precisamente el de la novela mencionada. Realmente es la historia contemporánea de África a través de cuatro generaciones de africanas de una misma familia.
La cita de arriba es una sencilla y clara muestra del sufrimiento que acompaña a la mujer africana por la elevada mortalidad infantil. Y la remisión a Dios (Were) de ese sufrimiento. La novela muestra también otros valores de la mujer africana:
-importancia de la maternidad: a pesar de estar supeditada a las decisiones del hombre, especialmente en los contratos matrimoniales y por tener que dejar el clan propio por el del marido, la sociedad le reconoce su valor como fuente de vida.
-los hijos como valor y riqueza: lo normal en la sociedad descrita es tener varias esposas para poder tener una gran prole, pues los hijos significan riqueza y poder en la sociedad en la que viven.
-carácter sagrado de la vida humana: los hijos llegan de Were (Dios) y hay que dejarlos nacer pues su vida está en manos de Él y en Él hay que confiar.
- sentido del sufrimiento: la mujer africana está marcada por el sufrimiento desde bien jóven. Normalmente su padre le concierta la boda con un hombre al que posiblemente no quiere; deja la casa familiar para unirse a la familia del marido; muchos de sus hijos mueren infantes y los que sobreviven arrastran a veces secuelas derivadas de la desnutrición y las enfermedades; su dedicación a la familia y su condición de mujer le impiden muchas veces el acceso a la educación, etc. Pero pese a todas las adversidades, la africana es una luchadora nata, en un espíritu que pasa de madres a hijas. Como dice en la novela una madre a su hija: "Hija mía, en la vida las cosas no salen exactamente como las queremos. Alguna vez recibimos una bofetada de la que pensábamos que no íbamos a recuperarnos nunca, pero mientras tengas aliento vuelve a empezar y sigue luchando. Cada día amanece fresco y lozano en las manos de Dios y viene lleno de nuevas posibilidades"
- importancia del sacrificio: la mujer africana recibe de su madre la idea de que la ociosidad y la pereza abren la puerta a la maldad. Por ello, siempre recibirá el consejo de trabajar sin descanso.
- importancia del matrimonio: en la novela vemos la importancia que da la sociedad africana al matrimonio como algo sagrado que abre las puertas a los hijos, signo de riqueza.
- el amor y el respeto a la familia: los miembros de la tribu se dejan guiar por la costumbre que han recibido de sus mayores, porque la reconocen como fuente de sabiduria y no la cuestionan. De este respeto emana, por tanto, el respeto a los padres y a los ancianos. Así, la familia y el clan se convierten en el espacio natural de crecimiento y de educación pero donde también se aprende a sufrir.
- la importancia de la educación: los personajes femeninos de la familia transmiten a sus descendientes la importancia de que estén formados, especialmente para que puedan crecer como personas y vivir en paz con sus semejantes.
- el temor de Dios y la aceptación de sus designios: en toda la novela, Dios (Were) está continuamente presente en la vida de los personajes y a Él confian sus decisiones y sus sufrimientos. Ellos aceptan lo que de Él llega aunque les haga sufrir porque esperan poder saber un día el sentido de los acontecimientos dolorosos.
Después de hacer un repaso a todos estos valores, nos podemos preguntar ¿qué nos queda de todo ésto en nuestra sociedad occidental? ¿tendremos todavia valor para atribuir a la sociedad africana atraso social? Evidentemente económico, pero no humano. ¿No estaremos creando en los paises occidentales un Tercer Mundo de vida espiritual?
Creo que desde África piensan lo mismo. Si no, miren este pensamiento de una africana:
"Europa hizo mucho por los países africanos en el pasado. Nos trajo el cristianismo y nos ayudó con generosidad. Compartimos muchos valores, especialmente el de la unidad familiar. Ahora África está gritando a Europa que reencuentre sus valores y vuelva de la misma forma que antes" BERNADETTE W. MUSUNDI, presidenta de Mujeres para el Desarrollo
Todas las fotos de esta entrada son de José Cendón:
Los pilares de África. José Cendón. Fundación Mutua Madrileña