Así en la tierra como en el cielo
Hace tiempo me vino a la mente una imagen providencial: la de un hombre que caminaba con la cabeza en el cielo y sus piernas y brazos en la tierra. Para mí, era la imagen perfecta del cristiano. El corazón y la mente, puestas en Dios, mientras las manos y las piernas, las acciones, en tierra. El corazón y la mente, al servicio de la voluntad de Dios. Y el resto del cuerpo, poniendo en obra esa voluntad del Padre.
No sabía bien qué imagen podía ilustrar esta idea y finalmente encontré estas fotografías, que lo reflejan perfectamente: rascacielos que atraviesan un cielo nublado. Parte del edificio, la más elevada, sobre las nubes. Las nubes, que representan, a mi entender, las preocupaciones, las dudas, los temores, el sufrimiento en general. Sin el corazón y la cabeza en Dios, miramos hacia arriba y sólo vemos nubes. No vemos más. Vemos nuestras tribulaciones. No hay salida. El cielo está cerrado. Pero la vida del cristiano es diferente. Está llamada a ser diferente. Está llamada a elevarse, a vivir cada día con su parte más elevada (el corazón y la mente) orientada hacia el cielo, por encima de las nubes, las tribulaciones. La mirada puesta en todo momento en el cielo. A tener la mirada en el cielo diáfano, donde siempre el cielo está azul, iluminado constantemente por el sol. Sólo así, con la luz del cielo, el hombre puede caminar entre las nubes sin desorientarse. El cielo no está cerrado. El cielo está abierto a todos aquellos que buscan a Dios.
La fe. Neil Vélez
"Little boy" (2015) Alejandro Monteverde |
"Todo lo que tú pidas en la oración creyendo que ya tienes es lo que Él te concederá. Todo lo que tú crees ya tener, cuando tú lees esos dos versículos (Jn 5, 1-16; Mc 11, 23ss) lo que Jesús nos está tratando de decir es que las circunstancias que nos rodean están sujetas a lo que tú y yo estamos creyendo recibir. Esto es como quizás una bofetada en este momento para muchos de nosotros. ¿Cómo es posible que este cáncer, esta situación que estoy pasando está sujeto a lo que yo estoy creyendo recibir? Sí. Espérate porque alguien te dirá: mira yo estuve sujeto a eso durante tanto tiempo...¿por qué nadie me habló de esto?
Cuando Jesús dice "¿quieres sanar?" está dirigiendo la atención no a su persona sino a tu persona en este momento. ¿Qué es lo que tú quieres? ¿Qué es lo que tú quieres? Desde luego nosotros debemos saber...porque todo está en la seguridad, en la certeza, la confianza que tú y yo tengamos. ¿Quieres sanarte, dice Jesús? Tú tienes que quererlo. Tú tienes que quererlo con todo tu corazón y todas tus fuerzas. Tienes que querer salir de esa situación. Tienes que querer superar esa situación. Si no, te vas a quedar ahí estancado (...) El cómo no te toca a tí. El cómo le toca a Dios. A nosotros solo nos toca creer. Cómo va a ser, eso es problema de Dios. Nosotros empezamos a crearnos excusas para quedarnos ahí, en nuestra condición. A veces tenemos miedo a lanzarnos, a luchar. Muchos quieren la victoria sin tener que ir a la guerra. Hay que enfrentarte a tus circunstancias. Tú tienes que luchar por lo que estás queriendo. Estás cómodo, esperando que todo te caiga a la falda. Ahí te vas a quedar. El Señor le dice: "¿quieres sanar? Levántate, toma tu camilla y anda" Fíjate qué fácil. Este hombre llevaba 38 años ahí. ¿Tú me estás diciendo que con hacer eso ahí ya está su sanidad? ¿Así de fácil es la cosa? Este es el creyente de hoy en día: "yo creo, yo creo, yo creo, pero de esta silla no me levanta nadie. Quiero que todo me llegue aquí" Yo quiero decirte algo: hasta que tú no te levantes de esa silla y vayas en busca de lo que estás creyendo o queriendo jamás vas a ver la gloria de Dios. Y eso es fe. Eso es fe.
¿Qué es fe? Pues fe va más allá de creer. Creer y fe no es un sinónimo. Dos palabras escritas diferentes que significan lo mismo. No es un sinónimo. Cada palabra tiene su propio valor. Y ¿sabes qué? Las dos son necesarias. Tienes que creer pero tienes que tener también fe para poder recibir la gloria de Dios. ¿Cuál es al diferencia entre las dos? Fe es lo que le va a dar valor a lo que tú estás creyendo. Es la acción, es el movimiento del creer. Escucha bien eso. Es el verbo de creer. Y muchas personas por solo quedarse en el creer no contemplan la gloria de Dios. Pero hasta que tú no te levantes y vayas en busca de lo que estás creyendo jamás verás la gloria de Dios.
Una hermana vino hoy y me dijo: "hermano Neil, pídale a Dios que me dé una fe como la tuya". Hermana, yo tengo poca fe. Puede ser que tú tengas ninguna fe. Pero eso es una excusa barata. Tú no necesitas gran fe. Lo que necesitas es aprender a utilizar la poca fe que tú dices que tienes, ya que en ella hay suficiente poder para mover la montaña más grande de tu vida. Dice la Biblia: "si tu fe fuera del tamaño de una granito de mostaza (una de las semillas más pequeñas que existen), si tu fe fuera de ese tamaño, le dirias a la montaña: "muévete y échate al mar" y te obedecería. Lo que necesitas es ejercerla". (Neil Vélez. Levántate y camina)
"LA FE ES GARANTÍA DE LO QUE SE ESPERA, LA CERTEZA DE LAS REALIDADES QUE NO SE VEN" (HB, 11, 1)
"TODO CUANTO PIDAIS EN LA ORACIÓN, CREED QUE YA LO HABEIS RECIBIDO Y LO OBTENDREIS" (MC 11,24)
"Little boy" |
Dios y las obras de Dios
La vida del cristiano se topa a veces frente a una "paradoja": quiero estar al servicio de Dios, al servicio de la evangelización, pero los acontecimientos que irrumpen en mi vida lo impiden. No puedo transmitir la fe a otros. No puedo anunciar a los demás la Buena Noticia que ha cambiado mi vida ¿Cómo es posible que Dios lo permita? Es voluntad de Dios.
La vida de muchos santos está marcada por esta aparente paradoja, que no es tal. Es, simplemente la inescrutable voluntad de Dios que, en su sabiduría infinita, busca la conversión de los hombres. Y lo hace con acontecimientos, muchas veces duros (la cruz) que incluso suponen el sacrificio de la propia razón. Muchas personas santas han experimentado esta situación en sus vidas. He elegido tres de ellas. Una, el cardenal vietnamita Van Thuan, que pasó trece años en prisión por orden de las autoridades comunistas. Era obispo de una diócesis floreciente cuando el ingreso en prisión truncó toda su obra pastoral, la que él mismo llamó "obras de Dios". Otro ejemplo es el del Hermano Rafael, el monje trapense español al que su grave enfermedad de diabetes impidió vivir la regla de su orden en el Monasterio de San Isidro de Dueñas (Burgos), donde pasó buena parte de su clausura solo en la enfermería. El tercer ejemplo es Etty Hillesum, joven judía holandesa que vivió una profunda experiencia de Dios en 1941, en los años de la ocupación nazi en su país. Su primavera espiritual se vio "atropellada" en 1943 por su deportación al campo de trabajos forzados de Westerbork (Holanda) y posteriormente al campo de concentración de Auschwitz, donde murió. Aquí dejo sus propios escritos de estas experiencias.
CARDENAL FRANÇOIS-XAVIER NGUYEN VAN THUAN
"Una noche, desde el fondo de mi corazón, oí una voz que me sugería: "¿Por qué te atormentas así? Tienes que distinguir entre Dios y las obras de Dios. Todo lo que has hecho y deseas seguir haciendo: visitas pastorales, formación de seminaristas, religiosos, religiosas, laicos, jóvenes, construcción de escuelas, de hogares para estudiantes, misiones de evangelización de los no cristianos...todo eso es una obra excelente, son obras de Dios, pero ¡no son Dios! Si Dios quiere que abandones todas estas obras, poniéndolas en sus manos, hazlo pronto y ten confianza en Él. Dios hará las cosas infinitamente mejor que tú; confiará sus obras a otros que son mucho más capaces que tú. ¡Tú has elegido sólo a Dios, no a sus obras!"
"Mientras
me encuentro en la prisión de Phú-Khánh, en una celda sin ventana,
hace muchísimo calor, me sofoco, siento disminuir mi lucidez poco a
poco hasta la inconsciencia; a veces la luz permanece encendida día y
noche; a veces siempre está oscuro; hay tanta humedad que crecen los
hongos en mi lecho. En la oscuridad vi un agujero en la parte baja del
muro —para hacer correr el agua—: así pasé más de cien días por tierra
metiendo la nariz en este agujero para respirar. Cuando llovía, subía
el nivel del agua, y entonces entraban por el agujero pequeños
insectos, pequeñas ranas, lombrices y ciempiés entraban desde fuera; los
dejaba entrar, ya no tenía fuerza para echarlos fuera.
Escoger
a Dios y no las obras de Dios: Dios me quiere aquí y no en otra parte.
Cuando los comunistas me metieron en el fondo del barco Hâi-Pông con
otros 1,500 prisioneros, para transportarnos al norte, viendo la
desesperación, el odio, el deseo de venganza sobre las caras de los
detenidos, compartí su sufrimiento, pero rápidamente me llamó otra vez
esta voz: «escoge a Dios y no las obras de Dios», y yo me decía: «De
veras, Señor, aquí está mi catedral, aquí está el pueblo de Dios que me
has dado para que lo cuide. Debo asegurar la presencia de Dios en medio
de estos hermanos desesperados, miserables. Es tu voluntad, entonces
es mi elección" (Cinco panes y dos peces)
SAN RAFAEL ARNÁIZ, HERMANO RAFAEL
"Siento una cosa dentro que me dice: mortificación.., penitencia...,sacrificio..., nada de eso hago.
-Padre, ¿puedo levantarme al Oficio?
-No, hijo, que necesitas descanso
-Padre, ¿puedo cercenar la comida?
-No, hijo, que necesitas alimento
-Padre, ¿puedo ir al trabajo del campo?
-No, hijo, que te cansas
Bueno, pues a obedecer..., y obedezco a veces con unos deseos inmensos de hacer lo contrario..., saltar la prudencia, y..morir por Jesús y María"
"Mi vida es la de un bobo en un Monasterio (..) Ni hago bien la oración, ni la meditación, ni la lectura. En el trabajo...apenas trabajo. Cuando como y duermo, no hago mas que eso...comer y dormir como un animalito. Y así no puedo seguir...no debo seguir. Mas ¿qué he de hacer? Inútil y enfermo...¡pobre hermano Rafael! Bástete purificar la intención en todo momento, y en todo momento amar a Dios; hacerlo todo por amor y con amor...El hecho en sí no es nada, y nada vale. Lo que vale es la manera de hacerlo...¿Cuándo comprenderás esto? Qué torpe eres. (Obras completas. Dios y mi alma, 1938)
SAN RAFAEL ARNÁIZ, HERMANO RAFAEL
"Siento una cosa dentro que me dice: mortificación.., penitencia...,sacrificio..., nada de eso hago.
-Padre, ¿puedo levantarme al Oficio?
-No, hijo, que necesitas descanso
-Padre, ¿puedo cercenar la comida?
-No, hijo, que necesitas alimento
-Padre, ¿puedo ir al trabajo del campo?
-No, hijo, que te cansas
Bueno, pues a obedecer..., y obedezco a veces con unos deseos inmensos de hacer lo contrario..., saltar la prudencia, y..morir por Jesús y María"
"Mi vida es la de un bobo en un Monasterio (..) Ni hago bien la oración, ni la meditación, ni la lectura. En el trabajo...apenas trabajo. Cuando como y duermo, no hago mas que eso...comer y dormir como un animalito. Y así no puedo seguir...no debo seguir. Mas ¿qué he de hacer? Inútil y enfermo...¡pobre hermano Rafael! Bástete purificar la intención en todo momento, y en todo momento amar a Dios; hacerlo todo por amor y con amor...El hecho en sí no es nada, y nada vale. Lo que vale es la manera de hacerlo...¿Cuándo comprenderás esto? Qué torpe eres. (Obras completas. Dios y mi alma, 1938)
ETTY HILLESUM
"Dios mío, Tú que me has enriquecido tanto, permíteme también dar a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un largo diálogo. Cuando me encuentro en un rincón del campo, con los pies plantados en tu tierra y los ojos elevados hacia tu cielo, el rostro se me inunda a menudo de lágrimas, único exutorio de mi emoción interior y de mi gratitud. También por la noche, cuando acostada en mi litera me recojo en Tí, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan a veces mi rostro, y eso es mi oración" (Etty Hillesum. Un itinerario espiritual)
"Dios mío, Tú que me has enriquecido tanto, permíteme también dar a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un largo diálogo. Cuando me encuentro en un rincón del campo, con los pies plantados en tu tierra y los ojos elevados hacia tu cielo, el rostro se me inunda a menudo de lágrimas, único exutorio de mi emoción interior y de mi gratitud. También por la noche, cuando acostada en mi litera me recojo en Tí, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan a veces mi rostro, y eso es mi oración" (Etty Hillesum. Un itinerario espiritual)
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