EL CIELO NOS HABLA EN MEDJUGORJE
"Yo he venido a llamar al mundo a la conversión por última vez" ( 2/05/1982)
"Queridos hijos: orad conmigo para que todos vosotros tengáis una vida nueva. En vuestros corazones, hijos míos, sabéis lo que hay que cambiar: regresad a Dios y a sus mandamientos para que el Espíritu Santo pueda cambiar vuestras vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu" Mensaje del 25 de mayo de 2020.

La escuela de María


   Ésta es mi escuela: la Escuela de María, la Escuela de la Paz. Asisto a ella desde el verano de 2010. No crean, no es una colonia de verano: es una escuela de vida. Mi profesora se llama María. Y tiene un hijo, llamado Jesús. Ella es la única profesora del centro. Por eso la llamo la Escuela de María. En ella, María me está enseñando un nuevo estilo de vida: la vida en la Paz. 

   Ella me enseña todos los días. En esta escuela no se descansa los fines de semana ni los veranos. No hace falta tomarse un descanso porque la misma escuela es el descanso.

   María, en su escuela, nos manda deberes todos los días: uno de ellos, hablar con ella un mínimo de tres veces al día. Lo hacemos en un lenguaje que ella nos ha enseñado: el Santo Rosario. Y nos enseña a rezarlo la familia junta, todos los días.

   También nos enseña a comer. Si, sí, a comer. Todos los días nos manda comer pan, el Pan. Nos invita a comer el pan eucarístico de la misa diaria, el Pan de la Vida. También nos enseña a alimentarnos de la Palabra. Sí, de la Biblia. A leerla todos los días en casa y tenerla abierta en un sitio bien visible para que los que quieran puedan también alimentarse de ella. Además, los miércoles y los viernes nos manda alimentarnos sólo de pan y agua. Pan de trigo y agua. Es la asignatura del ayuno. Con él nos enseña que podemos vivir sólo del Pan de la Vida. Así, cada vez que comemos un trozo de pan nos recuerda al Pan de la Vida, el pan eucarístico. 

   María también nos da charlas periódicamente sobre nuestra misión en el mundo. Son una especie de mensajes vocacionales: son una invitación al cambio de vida, a la conversión, a la  vida en el Amor. La vocación al Amor. Y nos invita a comparecer una vez al mes en la evaluación personal: la confesión de nuestros pecados, con el previo examen de conciencia.

   María nos habla siempre de la Paz. No me extraña, porque ella misma es la Reina de la Paz. Nunca he conocido a nadie que transmita tanta paz. Te pones a hablar con ella un rato con tu rosario, y cuando menos te has dado cuenta...te inunda su Paz. 

  Mi profesora es muy bella. Bellísima. Una vez, unos de sus primeros alumnos le preguntaron: 

- ¿Por qué eres tan bella?

-  Soy bella porque amo- respondió Ella

Ciertamente, es bella. A mi me cautivó su belleza la primera vez que vi una imagen suya. No recuerdo cómo llegó a mi casa. Literalmente, Ella se coló en mi casa. Desde entonces, sólo me interesaba conocer dónde vivia aquella mujer. Hasta que lo descubrí: vive desde hace 30 años en Medjugorje, un pequeño pueblo de Bosnia-Herzegovina

  Ella es judía. Nació en Nazaret, pero desde los tiempos de la muerte redentora de su Hijo, no ha parado de viajar por todo el mundo. Viajo a Éfeso, en Grecia. Dió clases en el siglo XVI a Juan Diego, un niño de Guadalupe, en México. En el siglo XIX se encontró con una pastorcita, Bernadette Soubirous, en un pequeño pueblecito francés, Lourdes. Años más tarde, lo hizo con tres pastorcitos de Fátima, una aldea de Portugal. Allí les enseño por primera vez el Rosario, su clase de lenguaje. Y en 1981, se apareció a tres jóvenes en Medjugorje, y desde entonces ha establecido allí su casa. 30 años.

  La Escuela de María es, en cierta manera, una escuela a distancia. Acudes por primera vez al aula de Medjugorje. Pasas allí unos días siguiendo sus clases y su pauta de vida: tres rosarios diarios, eucaristía y adoración cada día. Y cuando ella te ha inundado con su Paz y te ha mostrado a su hijo Jesús, te vienes a tu casa a vivir su estilo de vida. Desde tu casa, desde tu realidad de cada día, sigues sus deberes diarios y puedes hablar con ella. No crean, no lo haces on line, sino en vivo, dentro de tí mismo, desde tu corazón, porque ésa es la gran enseñanza de María en esta escuela: rezar con el corazón, desde la necesidad, con unos sentimientos claros y sinceros. Ella está en nuestro corazón. Gracias a ello descubrimos que María es más que nuestra profesora: es nuestra Madre. De hecho, Ella siempre se dirige a nosotros como sus hijitos. Y a través de ella, nos da a su Hijo. Ella es la puerta a Él. Ahora puedo decir aquello que escuché en la Adoración a Jesús en la Escuela: "Gracias, Jesús, por habernos dado a tu Madre. Gracias, Jesús, porque tu madre es también nuestra madre"

   El verano de 2011 vino a la escuela a darnos una charla Iván, que conoce a María desde hace 30 años. Diriamos que es uno de sus discípulos aventajados: ¡lleva 30 años viviendo en la Paz! Él nos dijo algunas de estas cosas que he apuntado aquí. Pero además, quiero señalar una cosa que se me quedó muy grabada. Recordó que María, en sus mensajes, nos repite siempre las mismas instrucciones. Pero lo hace como cualquier madre: siempre las mismas consignas, pero a fuerza de repetidas, se nos graban en el corazón para siempre. 

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Peregrino en Medjugorje

Medjugorje. El mensaje. Wayne Weible

Arrodillados ante el Señor

La hora del Rosario en Medjugorje
       "Al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame Jesucristo es el Señor" Filipenses 2, 10-11

     "Hubo un tiempo en que parecía poco natural que los cristianos nos arrodillásemos al orar. Como si estar ante Dios sentado o de pie significase un trato con Dios más de tú a tú. Cada postura tiene su significado. La de arrodillarse también. Recordarla hoy puede ayudarnos a tener presente su sentido cuando recemos arrodillados. 

    Para un hebreo doblar las rodillas significaba entregar el poder. Al doblarlas ante Dios, los judíos hablaban con su cuerpo: expresaban que doblaban las propias fuerzas ante Dios, reconociendo así su gran poder. La voluntad del que se arrrodilla se somete a la voluntad de Dios. El poder de la propia libertad se dobla ante la voluntad todopoderosa y buena del Creador.


   Los cristianos mantenemos este gesto, con el mismo sentido: es un gesto de adoración, y puede manifestar también súplica y arrepentimiento. El gesto corporal va acompañado de un sentido espiritual que es el de la adoración. Uno se arrodilla porque quiere adorar, y si uno quiere adorar lo expresa con su cuerpo arrodillándose. Adoramos con nuestro espíritu y con nuestro cuerpo. La adoración es uno de esos actos fundamentales que afectan al ser humano en su totalidad. Por eso, doblar las rodillas en la presencia del Dios vivo es algo a lo que no podemos renunciar. 


     Al llegar a una iglesia, en la consagración de la misa, después de comulgar, la oración nada más levantarnos -el ofrecimiento de obras-, al rezar por la noche las oraciones - las tres avemarías -, son buenos momentos para hacerlo de rodillas. Así, nos unimos a la oración de Jesús, y decimos con nuestro cuerpo también que le adoramos, que le entregamos todo, que suyo es el poder, que nuestro poder es suyo" JOSE PEDRO MANGLANO El ser sin rodillas. Resucitó. Apóstoles de la Alegría (2009) Cobel editor

La Pasión de Cristo. Mel Gibson
Adoración de la Cruz. Catedral de Valencia. Semana Santa 2012
Adoración del Cordero Místico. Jan Van Eyck. Retablo de Gante. 1532

La soledad del crucificado


    En la Semana Santa se pueden ver en las grandes ciudades escenas como ésta: calles completamente vacías, desiertas, en soledad, que son para mi una Palabra elocuente de Dios. Cristo está solo en las últimas horas de su vida, en la Pasión, como hace 2.000 años. Nuevamente abandonado por los suyos. Las calles vacías me hablan de muchas cosas. Señor, ¿dónde están los tuyos, todos aquellos por los que derramaste tu sangre? Sólo veo que estás solo. Se han quedado contigo unos pocos, los más pequeños, el pequeño resto de la Iglesia fiel que, como María, quiere estar a tus pies en los momentos culminantes de la Redención de la humanidad. Estan en los templos y en las calles de algunos barrios siguiendo con devoción las procesiones de la Semana Santa.

     Las calles vacías también me hablan de la eternidad: parece como si el tiempo se hubiera detenido. Y es que la mente humana asocia el paso del tiempo al movimiento. También me recuerdan a la muerte, al momento en el que el hombre se siente absolutamente solo en la hora final, ante su destino definitivo. Y me hablan de silencio, de elocuencia, del tiempo de Dios, aquel en el que es más facil escucharle. En esos momentos suelo escuchar siempre un mismo susurro suyo: "Mira, Javier, me han dejado solo.  ¿Quieres quedarte conmigo?"

Sufriendo aprendió a obedecer


    "Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna" Hb 5, 7-9